EDUCACION Y ARTE
Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social
BIBLIOTECA ARTIGAS
Art 14 de la Ley de 10 de agosto de 1950
COMISION EDITORA
Prof. Juan E. Pivel Devoto
Ministro de Instrucción Pública
María Julia Ardao
Directora intenni del Museo Histórico Nacional
Dionisio Trillo Pays
Director de la Biblioteca Nacional
Juan C Gómez Alzóla
Director del Archivo General de la Nación
Colección de Clásicos Uruguayos
Vol 81
Pedro Figari
EDUCACION Y ARTE
Cuidado del texto a cargo de las señoritas
Elisa Silva Cazet y María Angélica Lissardy
PEDRO FIGARI
EDUCACION Y ARTE
Prólogo de
ARTURO ARDAO
MONTEVIDEO
1965
PROLOGO
En el campo de la enseñanza, Figari fue un doc-
trinario y un realizador. Dejó un pensamiento edu-
cacional y una obra educacional: ésta, aplicación
práctica de aquél. Expresó el primero en una serie
de textos, entre 1900 y 1925; llevó a cabo la
segunda, a través de una memorable reforma, de
1915 a 1917. Es uno de los aspectos más olvidados
o menos conocidos de su siempre desconcertante
personalidad; lo erige, sin embargo, en uno de
nuestros grandes de la educación, al par que consti-
tuye una verdadera clave para la comprensión de
esa misma personalidad.
Este volumen recopila sus dispersas producciones
de significación educacional. Su sola enunciación 1 nos
informa de su carácter. No se trata de obras reali-
zadas en ambiente académico por un profesional de
la pedagogía, sino de trabajos circunstanciales de un
hombre de acción, guiados por una idea dominante:
radicar en el país — y en América — una determi-
nada forma de enseñanza, a la vez artística e indus-
trial. Sólo que, por un lado, tal idea no fue un
interés entre otros, para ese hombre de acción, sino
la dirección privilegiada de donde iba a salir su gran
creación filosófica, plástica y poética; y que, por otro
1 Complemento de la bibliografía educacional de Figaxí, soa el
parágrafo "La enseñanza" contenido en el cap IV de la pane primera
de su obra filosófica Art*, esuttca, t¿4al, y el capiculo "La escuela" de
Ratona Ktrta.
[VII]
PROLOGO
lado, en torno a una preocupación tan concreta como
fue en cierto momento la de reorganizar la antigua
Escuela de Artes y Oficios, se iba a ordenar un ver-
dadero pensamiento educacional, que llega a ser toda
una pedagogía de valores nacionales y americanos.
Arte e industria, criterio y vocación , autonomía y
americanismo: he ahí las que nos parecen ser algunas
de las ideas directrices que mejor iluminan la natu-
raleza de ese pensamiento. Aunque el propio autor
no haya establecido así tales parejas de conceptos,
su formulación puede ofrecer una guía para la com-
prensión del conjunto: la primera pareja recae sobre
el objeto de la actividad postulada, la segunda
sobre su sujeto, la tercera sobre la relación entre
uno y otro.
• * •
Arte e industria son para Figari, en el terreno
educacional, conceptos inseparables. Cuando proyec-
taba una Escuela de Bellas Artes, quería una ense-
ñanza artística que fuera industrial; cuando años
después organiza la Escuela Industrial, quiere una
enseñanza industrial que sea artística.
No es que se tratara de dos enseñanzas, cada una
de las cuales debiera buscar por su lado la aproxi-
mación o el contacto con la otra. Se trataba de una
sola y misma enseñanza. Que ella debiera ser al
mismo tiempo artística e industrial, no obedecía
tanto a la conciliación o combinación de dos finali-
dades, como al reconocimiento de la identidad esencial
entre el arte y la industria, tomados ambos concep-
tos en acepciones más amplias y más profundas que
las corrientes. Por eso, la concebía práctica y utili-
taria en el mismo grado que humanista y creadora.
[VIII}
PROLOGO
Por eso también quiso que la enseñanza industrial
fuera la base de la totalidad de la instrucción
pública. "Enseñanza industrial" llegó a ser para él
sinónimo de "educación integral".
Figan fue elaborando paulatinamente sus doctrinas
educacionales. Pero esa idea madre está ya en su
primera iniciativa. Su lejano y frustrado proyecto
parlamentario de creación de una "Escuela Nacional
de Bellas Artes", se recuerda con razón como un
antecedente de sus inquietudes estéticas. Pero estaba
allí, también, la concepción que más tarde iba a des-
arrollar de la enseñanza industrial. Habiéndolo pre-
sentado en 1900, le tocó a el mismo redactar en 1903,
en la siguiente legislatura, el informe de la comisión
respectiva, oportunidad que aprovechó para revisarlo
y perfeccionarlo. 2
Comenzaba calificándolo "de verdadera trascen-
dencia para el completo desarrollo de la industria
y la cultura nacional". Y añadía:
"Cree vuestra Comisión que es oportuno agregar
un nuevo centro de instrucción a los ya existentes,
encargado de propagar la enseñanza artística^ y muy
especialmente cuando se dedique a difundir sus
formas de aplicación a la industria. Este comple-
mento a la obra de la instrucción pública, refluirá
a Presentó el proyecto inicial en la sesión celebrada el 16 de junio
de 1900 por la Cámara de Repr escotantes. Se nombró entonces una
comisión especial que lo encarpeto El 23 de jumo de 1903. en la
siguiente legislatura, Figan, que seguía siendo diputado, recuerda su
provecto y ptde que se nombre nuevamente una comisión, para estu-
diarlo. Asi se hizo. Como miembro de la comisión redactó el informe
que incluyó después ei apéndice en Plan general de organización de l*
enseñanza mdustrul Está techado el 10 de julio de 1903; la Comisión
lo aprobó, pero no llegó a discutirse en Cámara (La actual "Escuela
Nacional de Bellas Artes", incorporada a la Universidad de la República
en 1957, vino a ser creada rec jen por un decreto-ley de 10 de febrero
de 1943, que oficializó los cursos del Círculo de Bellas Artes, fundado
el 18 de mayo "de 1905)
[IX]
PROLOGO
en bien de las clases menesterosas, abriéndoles campo
para desarrollar su acción en la multiplicidad infi-
nita de las manifestaciones de esta rama de conoci-
mientos, y preparará a la vez el medio para el cul-
tivo del arte superior. A medida que se eduque el
sentimiento público por la divulgación de las nocio-
nes estéticas, se acentuará el desarrollo industrial y
el espíritu de sociabilidad, ampliando los factores
intelectuales y los temas de estudio tranquilo, instruc-
tivo y ameno. . . El florecimiento industrial sería
una consecuencia feliz y obligada de tales enseñanzas,
y otra consecuencia no menos halagüeña sería formar
la educación nacional artística, como coronamiento
de nuestra cultura"^
En ese mismo informe manifiesta también ya
Figari su preocupación por el destino de la vieja
Escuela de Artes y Oficios. Dice de ella que "podría
haber producido algunos de los beneficios que se
esperan de la escuela proyectada, si se hubiera dedi-
cado a la enseñanza del atte aplicado, puesto que
se habría formado millares de artesanos hábiles capa-
ces de secundar el movimiento industrial, cuando no
de promoverlo". O sea, sí en lugar de funcionar como
internato de corrección de menores indisciplinados,
estuviera organizada como libre externato de artes
aplicadas para jóvenes de uno y otro sexo.
Es lo que propone formalmente en 1910, en el
proyecto contenido en Reorganización de la, Escuela
Nacional de Artes y Oficios. Fracasada la idea de
crear como nueva la institución con que soñaba, opta
por hacerla surgir por transformación de la vieja,
con la ventaja adicional de la desaparición de ésta,
El subrayado es nuestro
[X}
PROLOGO
para integrar cuyo Consejo había sido designado en
el mismo año 1910, en las postrimerías del gobierno
de Williman. Se llamaría ahora "Escuela Publica de
Arte Industrial". Pero era en sustancia la misma
"Escuela Nacional de Bellas Artes" que propusiera
años atrás. Que ambas denominaciones fueran en su
espíritu equivalentes, es una nueva prueba de la
amplitud con que asimilaba las nociones de arte
e industria.
Otro proyecto de reorganización de la vieja Escuela
acababa de formularse, asignándole la finalidad de
"formar obreros hábiles en el ejercicio de su pro-
fesión, así como contramaestres y jefes de taller,
para la industria" Figari se alza contra ese criterio:
"El fin racional de la institución no puede ser el de
formar simples operarios, más o menos hábiles, ofi-
ciales mecánicos, artesanos en la estrecha acepción
que se da a esta palabra y ni aun contramaestres
y jefes de taller, con algunos conocimientos gene-
rales. . . Más racional y más digno del Estado sería
formar artesanos en la verdadera acepción que debe
tener esta palabra, dada su etimología, es decir,
obreros-artistas, en todas las gradaciones posibles, si
acaso hay un punto de separación entre el artista
escultor estatuario, por ejemplo, y un artista deco-
rador, vale decir, obreros competentes, con criterio
propio, capaces de razonar, capaces de intervenir
efica2mente en la producción industrial, de mejorarla
con formas nuevas y más convenientes o adecuadas,
así como de promover nuevas empresas industriales,
de mayor o menor entidad".
Insistiendo en la necesidad de "encarar la ense-
ñanza industrial del punto de vista de las artes deco-
[XI]
PROLOGO
ratívas, más bien que del punto de vista fabril manu-
facturero", invoca el ejemplo de los más adelantados
países europeos, en especial Inglaterra, el país de
Ruskin, donde "los más grandes artistas no desdeñan
contribuir a las manifestaciones del arte aplicado".
Así como al proyectar la Escuela de Bellas Artes
no dejaba de subrayar las necesidades positivas del
desarrollo industrial, al proyectar la Escuela de Arte
Industrial no deja de destacar Jas exigencias estéticas
del sentimiento de lo bello. "Nada hay tan elevado
como el culto del arte, el culto impersonal de la
belleza, el cual denota una positiva superioridad
sobre la vida de simple consecución de las apre-
miantes necesidades materiales". Y, profeta de sí
mismo, agregaba' "Esto debe proclamarse como una
solución impuesta por el mismo buen sentido, cuando
se piense que con sólo el color y la línea, con estos
dos elementos que casi abundan como el aire y la
luz, pueden crearse formas estéticas infinitas". La
promoción de la industria le resultaba inseparable
de la promoción del arte.
Es en medio de estas preocupaciones educacionales
que siente entonces la profunda necesidad de reela-
borar teóricamente las ideas tradicionales sobre el
arte y la belleza. Pocos meses después, en enero
de 1911, inicia un enclaustramiento intelectual que
iba a durar casi dos años, al cabo del cual entrega
a la imprenta el libro Arte, estética^ ideal. Más que
una doctrina estética contenía una filosofía general.
Pero en su génesis se hallan sin duda alguna sus
iniciativas sobre la enseñanza artística expuestas a lo
largo de la década anterior. A ellas vuelve en los
años siguientes con un concepto más seguro por más
tXH]
PROLOGO
lúcido, pero no diferente en sus inspiraciones esen-
ciales, sobre la misión y la naturaleza del arte.
Después de un viaje a Europa en 1913, dicta en
1914 una conferencia de síntesis de algunas ideas
de su libro, editada en folleto con el título de Arte,
técnica, crítica. A principios del año siguiente, colo-
cándose de nuevo en el terreno estrictamente educa-
cional, eleva al Poder Ejecutivo un memorándum
titulado Cultura práctica industrial. El Presidente
Viera, que comenzaba su período de gobierno, lo
nombra entonces Director de la Escuela Nacional de
Artes y Oficios, para llevar a cabo su transformación
conforme a los puntos de vista que desde hacía años
venía sustentando. 4
Durante veintiún meses, de mediados de julio
de 1915 a mediados de abril de 1917, cumplió
Figari su cometido en términos tales, que bien puede
* Sobre las circunstancias de su designación el propio Figari pro-
porciona estos datos' "El año 1911, cuando ocupó el eminente _ conciu-
dadano don José Badle y Ordóñez la Presidencia de la República, por
segunda vez, me hizo el honor de encargarme de un plan de organización
de la cultura artística en el país Presenté mis ideas generales sobre este
asunto, y por razón de algunas des inteligencias ocurridas acerca de la
mejor orientación a adoptarse, se aplazó este punto, hasta que nueras
exigencias de gobierno fueron demorando toda solución indefinidamente,
a pesar de reiteradas gestiones que hice para definirla Fue entonces
que propuse al actual Presidente de la República, doctor Feliciano Viera,
el memorándum que se hizo público. Excuso decir que nunca fue mi
idea aceptar cargos directivos, sino, simplemente, hacer de modo que se
adoptaran los mejores rumbos, que, a mi \er, podían conducir a este
pueblo a mejores destinos". Seguía en nota al pie* "Tanto el gobierno
del señor Cuestas cuanto el del señor Batlle y Ordóñez (dorante su
segunda administración ) , me ofrecieron la dirección de la Escuela N. de
Artes y Oficios, ofrecimientos que decliné, y al manifestarle al señor
Presidente de la República doctor Feliciano Viera, hallarme en el mismo
estado de ánimo, me expresó que era yo quien debía llevar mi plan
a la práctica, y que, para hacerlo fructuoso, debía consagrarme a esta
obra por ocho o diez años por lo menos Ante las manifestaciones que
expuso el señor Presidente doctor Viera para inducirme a aceptar, acepté,
no sin saber que esto implicaba para mí la responsabilidad y la lucha,
y también el sacrificio" (Apéndice N<? 2 al Plan de 1917).
{XIII}
2
PROLOGO
decirse que es a partir de su reforma que la moderna
enseñanza artístico-industríal cobra existencia en el
país. Como consecuencia de ella, la Escuela de Artes
y Oficios, creada por La torre en 1879, pasó a ser
por una ley de julio de 1916, la Escuela Industrial,
convertida por un decreto-ley de setiembre de 1942,
en la actual Universidad del Trabajo. El propio
Figari resumió la obra realizada, en un sustancial
informe titulado Lo que era y lo que es la Escuela
de Artes, que figura como apéndice al Plan de orga-
nización de la enseñanza industrial, de principios
de 1917. No se ha hecho todavía el merecido estudio
de esa histórica obra reformista, que hubo de quedar
trunca al renunciar Figari a su- cargo por desinteli-
gencias con el gobierno, pero que resultó en defini-
tiva irreversible. 5 El día en que ese estudio se haga,
dicho informe servirá de guía capital.
El citado Plan que le siguió, redactado por Figari
un mes antes de renunciar, para que orientara las
futuras etapas de la reforma, está dominado también
por su conocida identificación de los conceptos de
arte e industria. Puede ahora remitirse, y así lo hace,
a los fundamentos expuestos en su obra filosófica.
Pero sólo para respaldar mejor lo que en esta materia
había sostenido en sus escritos de la primera década
del siglo. Así, dice. "Al hablar de trabajo manual,
no entiendo referirme a un trabajo mecánico de las
manos, sino a un trabajo guiado por el ingenio, en
forma discreta y variada, constantemente variada, que
■ Figari se hizo cargo de la Direcaón el 15 de julio de 1915 y
renunció el 14 de abril de 1917, el mismo día que tomó posesión
el Consejo de EnseBanza Industrial designado por el P Ejecutivo el
29 de marzo (Véase El Día del 16 de julio de 1915, p. 5. y del 15 de
abril de 1917. p. 3)
[XIV]
PROLOGO
pueda determinar poco a poco, un criterio productor
artístico, vale decir, estético y práctico, cada vez más
consciente, y, por lo propio, más hábil y más apto
para evolucionar".
Esa misma filosofía humanista de la enseñanza
industrial inspira finalmente a Educación integral, el
trabajo que realizó poco después en colaboración con
su hijo Juan Carlos. Figari retoma aquí una vieja
idea suya: la de que la propia instrucción pública
general incluyera la enseñanza artístico-industrial, tal
como la concebía.
En el proyecto de 1910 había dicho: "Es conve-
niente en sumo grado que las escuelas públicas des-
pierten en el niño el concepto del arte y de la
belleza, como se ha hecho en otras partes. Esto con-
currirá a formar el carácter del pueblo dentro de
un plano más alto y más culto". En el memorándum
de 1915, decía que la Escuela llamada a suplantar
a la caduca de Artes y Oficios, "prepararía además
al personal de la Instrucción Pública Primaria, para
que éste, a su vez, pueda formar el carácter indus-
trioso del alumno, al propio tiempo que lo instruye
teóricamente. . . los maestros y maestras deben ad-
quirir conocimientos prácticos de producción, según
sus aptitudes, a fin de que, al rotar, puedan difundir
en todo el país formas múltiples de producción
razonada". Ahora, en 1918, concluye que "la ense-
ñanza industrial debe ser la base de la instrucción
pública", no sin aclarar en nota que cierra el tra-
bajo: "Según el concepto corriente, se da al vocablo
industrial una acepción técnica, puramente, mientras
que, según nuestro modo de ver, significa producti-
vidad, aptitudes para esgrimir el ingenio práctico,
[XV}
PROLOGO
iniciador, creador, ejecutivo, fecundo y ordenador, lo
que presupone una instrucción educativa integral". 6
# # *
Criterio y vocación: he ahí, entre otras, dos ideas
centrales de la pedagogía de Figari, a propósito del
sujeto de recepción de la enseñanza, llamado a ser
al mismo tiempo el sujeto de la creación artístico-
industrial.
Se trataba para él de transformar al país por la
transformación de su elemento humano. A la indus-
trialización de aquél por la industriosidad de éste.
Tal industriosidad del agente individual, no debía
ser, empero, un simple medio para la industriali-
zación del cuerpo colectivo. Constituía un fin en sí
misma. Mucho le importaba el fomento de las
riquezas materiales, pero subrayando que la verda-
dera riqueza está en la cultura y elevación espiritual
de los habitantes. Llegar a ella en armonía con la
satisfacción de las necesidades prácticas y utilitarias
de la civilización, constituye el verdadero desiderátum.
De ahí que el gran objetivo pedagógico sea formar
el criterio y el ingenio antes que la mera habilidad
profesional, la capacidad de iniciativa y de creación,
antes que la de repetición e imitación. La libre reve-
lación y realización vocacional del que aprende,
habría de ser, más que el camino para alcanzar ese
objetivo, su obligada consecuencia.
A la vieja Escuela de Artes y Oficios le repro-
chaba Figari el régimen de internato, que reducía
9 Conforme a esto, se explica que en las bibliografías publicadas
en sus libros El Arquitecto (1928) e Hutorut Ktrta (1930). Figari
sustmi7era el título "Enseñanza industrial" de aquel trabajo en colabora-
ción con su hijo Juan Carlos, por el más comprensivo de Educación
integral
CXVI]
PROLOGO
el alumnado a una cifra exigua, y el reclutamiento
de éste entre los menores necesitados de corrección,
lo que excluía a los más aptos, más disciplinados y
más deseosos de aprender. Pero le reprochaba, en
primer término, la falsa orientación de la enseñanza,
dirigida a formar profesionales antes que artesanos
conscientes, el oficio antes que el criterio. Por eso
en su proyecto reformista de 1910, proclamaba: "En
pocas palabras, el fin de la Escuela debe ser el de
formar el criterio de los que se amparan a sus ense-
ñanzas, dando luz a su espíritu, más bien que una
manualidad, por hábil que sea".
Lejos esas palabras de una intención teoricista. Si
por un lado se enfrentaba así al concepto rutinario
del oficio manual, propio de la tradición de aquella
Escuela, por otro se alzaba contra el intelectualismo,
también tradicional, de la instrucción pública. El cri-
terio de que hablaba habría de ser un criterio for-
jado al contacto con la acción y con la práctica,
por el favoreckniento de la espontaneidad ejecutiva
del alumno. Junto a aquella norma incluía esta otra
en su proyecto de 1910: "Dar instrucción práctica
más bien que teórica, adoptando, en cuanto fuere
posible, procedimientos experimentales, de modo que
el alumno consiga por sí mismo la verdad o el resul-
tado que busca". Lo que en definitiva quiere es
"despertar y desarrollar en el alumno el espíritu de
observación y el sentido estético, preparándolo para
razonar, adecuar, adaptar, ordenar, proporcionar, equi-
librar, armonizar, etc.". En una palabra, "despertar
y desarrollar las facultades de inventiva del alumno".
Esas mismas normas y otras complementarias, las
reitera, reajustadas en su redacción, en la parte
segunda de su Plan de 1917. Les da, en fin, vuelo
[XVII]
PROLOGO
doctrinario y filosófico en el ensayo Educación inte-
gral que firma con su hijo Juan Carlos, una de las
piezas más importantes de la literatura pedagógica
uruguaya del siglo XX. Como en otros aspectos de
su filosofía biológica, vuelve allí a revelarse su
esencial afinidad con el pensamiento de Dewey.
A partir de su interés por la enseñanza industrial
y artesanal, ha ido integrando Figari en sus suce-
sivos escritos una concepción general de la educación
pública primaria, de notable coincidencia con la del
filósofo norteamericano: desde la idea de la edu-
cación como una fase de la adecuación orgánica al
medio ambiente natural, y su sentido social por
la identificación del interés individual con el de la
especie — de donde la consideración de la escuela,
con palabras que parecen de Dewey, "no como un
paréntesis en la vida, sino como la vida misma
conducida de un modo ideal" — , hasta la organización
de la enseñanza en torno a la actividad experimental
del alumno, reemplazando la disciplina autoritaria
por la libertad orientada, y haciendo del trabajo pro-
ductor su resorte esencial. Merece, sin duda, un
estudio detenido este paralelismo de las ideas peda-
gógicas de Figari con las de Dewey, cuya difusión
en el mundo hispánico comenzó recién en la
década del 20.
En el citado ensayo sustenta y desarrolla las
siguientes tesis: vivir es adaptarse; adaptarse es
mejorar; la adaptación presupone esfuerzo: trabajo.
En fin, "educar es favorecer el esfuerzo orgánico de
adaptación". Y para ello hay que formar el criterio,
cultivar el ingenio. Es, a su juicio, lo que menos
se hace: "Lo que debería ser materia de más elevado
cultivo: el ingenio, el ingenio práctico, es precisa-
[XVIII}
PROLOGO
mente lo que más excluido queda de todo programa
educacional". Son éstas sus palabras finales: "Desde
que un pueblo superior no sólo es instruido, sino
criterios©; no sólo hábil, sino emprendedor, ejecu-
tivo, práctico, debemos trabajar. Sólo por el trabajo
severo podemos conquistar un puesto eminente en
el concierto internacional- Cada vez más la vida civili-
zada exige un fondo pensante, sesudo y ecuánime,
y un ingenio sagaz y práctico, capaz de aprovechar
de las ventajas que le ofrece el ambiente. Descuidar
este axioma pedagógico de proyecciones individuales,
sociales, humanas, es errar el camino más firme de
la cultura escolar".
En cuanto a la selección vocacional, convertida hoy
en una de las más activas preocupaciones pedagógicas,
era para Figari un fruto espontáneo de la formación
y desarrollo eficiente del criterio. Escribía en el
memorándum de 1915: "Dentro de la forma evolu-
tiva, cada uno va aquilatando sus vocaciones y apti-
tudes, inequívocamente. Los ensayos juiciosos, como
una serie de tamices, van colocando a cada cual en
su plano, al demostrarle lo que puede hacer mejor . . .
se van seleccionando así aptitudes y direcciones pro-
ductoras". Y reiteraba en su Plan de 1917: "Sin per-
juicio de las escuelas de especialízación productora,
todas las escuelas deben aplicarse a fomentar la
producción en la forma más efectiva posible, de modo
que se acostumbre al alumno a trabajar pensando
y a pensar trabajando. Esto conducirá a una cons-
tante experimentación, la que ha de ser de efectos
preciosos para el país; y, por otra parte, este plan
será también eficaz para hacer la selección voca-
cional, tan importante como es, al propio tiempo que
prepara las facultades ejecutivas del alumno, entre
[XIX]
PROLOGO
ellas algunas que se supone no pueden ser conve-
nientemente adiestradas fuera de los primeros años
de la infancia".
A esta correspondencia entre los conceptos de cri-
terio y vocación, aludía luego implícitamente en el
ensayo Educación integral \ al decir: "Cualquiera que
sea el grado de preparación escolar, supone dos
elementos indispensables: l 9 ) formación de una con-
ciencia-guía; 2 9 ) aptitudes para esgrimir práctica-
mente el ingenio". A lo que añadía: "Enseñar a pro-
ducir es guiar el esfuerzo productor de modo que
vaya lo más directa y eficazmente a dar satisfacción
a la necesidad o aspiración orgánica que lo deter-
mina. El ideal sobre este punto es conducir las
energías por la línea individual más espontánea,
a fin de que el niño obtenga el mayor número y la
mejor calidad de recursos, esto es, en la vía voca-
cional, que es la única que le permite obtener el
máximum de su productividad".
En cuanto a la existencia de aptitudes intrínsecas
en el poblador de nuestro país, sólo necesitadas de
la criteriosa orientación vocacional, era Figari pro-
fundamente optimista: abundan inexplotadas, del
mismo modo que las riquezas naturales, las capaci-
dades latentes Por este lado se abre todo un impor-
tante aspecto sociológico de su pensamiento educa-
cional, constituido por sus observaciones sobre la
realidad social y psico-social del Uruguay. No hace-
mos aquí más que apuntarlo. Piensa que no es por
carencia de aptitudes, como sostienen algunos, ni por
pereza congénita, como sostienen otros, que no se
trabaja, sino por falta de la conciencia y el hábito
del trabajo. Hay que enseñar a trabajar, hay que
formar hombres que sepan trabajar, y lo demás
[XX}
PROLOGO
vendrá por añadidura. "Mediante una educación apro-
piada, este pueblo puede producir como cualquier
otro de la tierra". Pero hay que enseñar también
a vivir, a bien vivir, empezando por crear el amor a
la vivienda, que no existe entre nosotros en su ver-
dadero sentido. Es fundamentalmente el destino del
hombre de campo lo que quiere rescatar, por la
elevación industriosa, más que industrial, de la cam-
paña, cuyo atraso y desamparo, material y cultural,
contrasta a menudo con la situación de la ciudad;
pero señala también las deficiencias sociales de ésta,
en especial el parasitismo burocrático y el crecimiento
del proletariado intelectual. La enseñanza artístico-
industrial, tal como la concebía, por igual del hombre
y de la mujer, estaba llamada a transformar el medio
urbano tanto como el rural.
Por discutibles que sean algunos giros de ese
mesianismo educacional, por mucho que el país haya
evolucionado, medio siglo después sus observaciones
mantienen una esencial validez.
• « •
Autonomía y americanismo: otro par de conceptos
cuya aproximación pone de relieve las proyecciones
sociológicas, históricas y culturales del ideario peda-
gógico de Figari, a la vez que las raíces anímicas
de la que fue su gran obra plástica. A la industrio-
sidad, factor de la industrialización, no la concebía
de otro modo que como la puesta en acción de las
aptitudes creadoras de un nuevo tipo de hombre: el
hombre llamado a realizar una forma original de
cultura, propia de esta región del mundo que era
su país, y por extensión, su América.
{XXI]
PROLOGO
La autonomía debía comenzar por la puesta en
valor productivo de las materias primas nacionales.
Es ésta una constante idea directriz de Eigari, que
recorre todos sus escritos educacionales. En el informe
de 1903, fundamentando el proyecto de Escuela de
Bellas Artes, piensa en "las riquezas aún inexplo-
radas e inexploradas del territorio". En el proyecto
de 1910 destaca "la conveniencia de preparar el
fomento y desarrollo de las industrias relacionadas
con nuestras riquezas naturales y con las materias
primas de producción nacional", porque "lo primor-
dial es prepararnos para utilizar nuestras riquezas,
las que se exportan para ser transformadas en el
extranjero y devueltas a veces a nuestro país valori-
zadas por la mano de obra y por el ingenio de otros
pueblos". En el memorándum de 1915 y en el pían
de 1917, se extiende sobre este punto, que fue,
además, uno de los fundamentales de su acción prác-
tica cuando su reforma de la enseñanza industrial.
Sobre esa autonomía material, la espiritual, por
la afirmación de la originalidad o individualidad del
tipo humano nacional. Es también una idea ya conte-
nida en aquel inicial informe de 1903, preciosa
simiente de todo su ideario posterior. Entre los
bienes que esperaba de la nueva enseñanza estaba
el de que "vendría a completar auspiciosamente la
cultura del país, haciendo que nuestro tipo, en vez
de tributario de otras civilizaciones, por deslumbran-
tes que fueren, encuentre dentro de sí los elementos
y recursos necesarios para determinar su propia indi-
vidualidad moral, una individualidad superior y bien
adaptable al medio".
En el proyecto de 1910, vuelve en forma más
explícita a esa idea de recuperación y revelación del
[XXII]
PROLOGO
carácter nacional, en la que debe verse el desenlace
de su doctrina pedagógica: "Todos los hombres supe-
riores que han visitado estos países han observado
que no se perfila suficientemente el carácter, la indi-
vidualidad de nuestros pueblos en los que hay mucho
reflejo, mucho acopio indeliberado, mucha imitación
y hasta la copia servil . . . Nuestra instrucción indus-
trial debe tender, como todos nuestros esfuerzos, a
seleccionar, antes de asimilar, a buscar lo que más se
ajusta a nuestra complexión. Dado este criterio, no
hay duda de que nos conviene adoptar un tipo ame-
ricano superior, lo mismo para nuestros productos
que para lo demás, todo, y no tanto independiente
cuanto bueno, apropiado, intenso, mejor, lo mejor
posible".
Dos capítulos de su Plan de 1917 se titulan
respectivamente así: "Debe aprovecharse de la virgi-
nidad de América como de un tesoro"; "Por el solo
hecho de producir en un sentido autóctono se duplica
el valor y la entidad de nuestra producción". En esos
capítulos se completa la formulación de su paideia
americanista. Al primero pertenecen estas palabras:
"no incorporar al organismo nacional más de lo que
le conviene por estricta adecuación, lo que supone
naturalmente dejar de lado las remoras, por suges-
tivas que fueren, y esto nos permitirá perfilar con
carácter franco y propio nuestra individualidad, al
mismo tiempo que nuestra producción". Al segundo,
el siguiente pasaje puntualizador del sentido de su
regionalismo artístico:
"Cuando se habla de arte autóctono, se comprende
que tal cosa no quiere ni puede significar, tanto menos
en nuestros días, una cultura exclusivamente nacional
o regional, sino el estudio del medio, el producto de
í XXIII]
PROLOGO
la observación y de la experimentación hechas en el
mismo, y la asimilación de todo lo conocido, previa
selección hecha en conciencia, vale decir, tomando
nota del ambiente propio con un criterio autónomo.
Y esto, conviene repetirlo, es lo único que podemos
hacer sensatamente, puesto que lo demás es pura
afectación que raya en lo simiesco. Perdemos nuestro
carácter".
¿Cómo no ver en esta zona de su espíritu la fuente
de la inmensa obra pictórica a la que se entregó de
lleno, precisamente a partir de entonces, y a la que
él mismo llamó siempre una empresa de "arte regio-
nal"? Si el filósofo se manifestó en él a partir del
educador, lo mismo cabe decir del pintor Con el
agregado, en este caso, de que a la tevelación del
pintor concurrieron tanto como sus ideas, sus reali-
zaciones educacionales. En su informe, que ya hemos
citado, sobre su obra reformista de 1915 a 1917, se
mencionan, por ejemplo, trabajos en madera, "escul-
pidos y tallados sobre motivos americanos"; el ensayo,
en el taller de alfarería, de "unas treinta arcillas
nacionales fuera de otras tierras americanas y caolín",
con las que se llevaron a cabo "piezas originales, o
inspiradas, principalmente, en las viejas cerámicas
americanas"; la realización en los talleres de dibujo,
composición decorativa y pintura, de "más de dos mil
quinientos estudios y composiciones del natural, y
algunas de éstas sobre la base de documentaciones
arqueológicas americanas". Esto último seguido de la
siguiente referencia sobre su propia intervención
personal en los trabajos: "Para aprovechar de los
preciosos coleccionamientos americanos que guardan
el Museo de La Plata y el Museo Etnográfico de
Buenos Aires, han ido la Dirección, sus colaborado-
txxiv]
PROLOGO
res, maestros y alumnos de la Escuela a estudiarlos
y a tomar nota de los mismos".
En el inmediato ensayo sobre Educación integral,
aquella pedagogía nacional es preconizada para todo
el continente: "Para que esta obra pueda sernos hon-
rosa y de provecho, debe ser dirigida por nosotros
sobre el substrátum americano genuinamente regio-
nal, "y dentro de un plan que, como sistema óseo,
sirva de base al ordenamiento cultural . . . Hay que
esmerarse, no sólo en multiplicar las culturas produc-
toras, sino en encaminarlas bien, a fin de imprimirles
el sello de nuestra individualidad americana, po-
niendo a contribución nuestras aptitudes imaginati-
vas y nuestro ingenio. Hay que hacer valer nuestra
fauna y nuestra flora, tan generosas, y nuestra rica
arqueología, virgen — lo cual por sí solo centuplica
su valor — ; hay que estudiar las condiciones de
nuestras materias primas, para darles la aplicación
más hábil y más provechosa; hay que poner en
fermentación todas las savias constructivas de la
raza, haciendo de modo que se conserve lo que de
ella está más identificado con el ambiente americano;
y, así, mediante estas disciplinas, entonces, sí, es de
esperar que estas razas vivaces de Sud América hagan
proezas, puesto que asimilan admirablemente y tienen
gran imaginación".
En esas mismas ideas se inspiran otros olvidados
y pioneros escritos de Figari, que completan este
volumen: Industrialización de la América Latina;
autonomía y regionalismo, de 1919, donde propone
al gobierno que el Uruguay asuma la iniciativa de
una vasta empresa de industrialización del continente,
sugiriendo, además, la aplicación a los países herma-
nos de su plan educacional de 1917; Autonomía
{XXV]
PROLOGO
regional, artículo de 1924 y Hacia, el mejor arte de
América, predicación americana de las mismas doc-
trinas desde La Prensa de Buenos Aires, en 1925.
# # *
En el Uruguay, lo que es Várela a la enseñanza
primaria y Vásquez Acevedo a la secundaria y uni-
versitaria, lo es Figari a la artístico-industrial: un
reformador con mucho de fundador. Al igual que
ellos, está en la base misma de la institución respec-
tiva, como autor práctico a la vez que doctrinario de
una verdadera recreación de la misma. Por su ideal
americanista, así como por el humanismo de sus
concepciones, se incorpora, aún, al grupo escogido
de los grandes educadores de América.
Arturo Ardao
[XXVI]
PEDRO FIGARI
Nació en Montevideo el 29 de junio de 186l, hijo de
Juan Figari de Lázaro y de Paula Solari, italianos. Realiza en
esta ciudad sus estudios y obtiene en 1886 el título de Abo-
gado, siendo designado Defensor de Pobres en lo Civil y en
lo Criminal El mismo año contrae matrimonio con María de
Castro Caravia y emprende un prolongado viaje a Europa.
Retorna al Uruguay en 1893; funda "El Deber" del cual
es codirector, ejerce su profesión defendiendo al Alférez
Almeida, es electo diputado en 1896 y 1899, entra a formar
parte del Consejo de Estado en 1898, y en 1903 figura como
Promotor y Secretario de un Congreso de Notables para tratar
la Reforma Constitucional Presidente del Ateneo en 1901,
ocupa luego la presidencia de diversas comisiones y es elegido
miembro de varios directorios Realiza un viaje a Francia en
1913 y en 1915 se le designa Director de la Escuela Nacional
de Artes y Oficios y encargado de su reforma según su Pro-
yecto de 1910
Renuncia a su cargo en 1921, y pasa a radicarse en Buenos
Aires entregándose de lleno a la pintura. Hacia 1925 viaja
nuevamente a París desde donde organiza exposiciones de sus
cuadros en Europa y América, allí, en 1927, pierde a su hijo
Juan Carlos Figari Castro que fue su colaborador. En 1930
es nombrado Delegado del Uruguay a la Exposición Ibero-
americana de Sevilla en la cual obtiene una Medalla de Oro;
gana el mismo año, el Gran Premio de Pintura en la Expo-
sición del Centenario del Uruguay.
Regresa al país en 1933, es designado Asesor Artístico
del Ministerio de Instrucción Pública, y fallece en Montevideo
el 24 de julio de 1938. Sus obras publicadas son: Ley agraria.
Montevideo, 1885. El crimen de la calle Chana Montevideo,
1896 Defensa del Alférez Almetda. Montevideo, 1897 Un
error judtctal. Montevideo, 1899 La pena de muerte. Monte-
video, 1903 La pena de muerte. Montevideo, 1905. Reorga-
nización de la Escuela Nacional de Artes y Oftctos. Proyecto
sobre transformación de la Escuela Nacional de Artes y Oftctos
en Escuela Industrial Montevideo, 1910. El momento político.
Montevideo, 1911. Arte, estética, ideal Montevideo, 1912
Cbamp oü se développent les phenomenes esthétiques París,
1913 Arte, técnica, crítica. Montevideo, 1914. L' opinión de
l'Uruguay sur la guerre européenne París, 1916. Plan general
de la organización de la enseñanza industrial Montevideo, 1917.
Enseñanza industrial Montevideo. 1919. Industrialización de la
América Latina. Montevideo, 1919 Art, esthétique, ideal. Paris,
1920. Essai de pktlosophte btologique Art, esthétique, ideal.
Pans, 1926. El arquitecto. París, 1928. Dans l'autre monde.
Paris, 1930. Historia Kma. París, 1930 Cuentos, Montevideo,
1951.
[XXVII]
CRITERIO DE LA EDICION
La presente edición de escritos del Dr Pedro Figari sobre
Educación y Arte, reproduce los textos publicados por el
autor en las ediciones que en cada caso se mencionan. Se ha
modernizado li ortografía, con sujeción a las normas de la
Academia.
[XXVIII]
EDUCACION Y ARTE
3
DISCURSO SOBRE CREACION DE UNA
ESCUELA DE BELLAS ARTES*
Sr. FiGARI. — Sólo voy a decir pocas palabras
en favor del proyecto que acaba de leerse. Conviene
eludir las disertaciones extensas en asuntos de esta
índole, porque se corre el peligro de decir cosas muy
sabidas, hiriendo asi la ilustración y competencia de
los que escuchan, lo cual sería imperdonable.
Debo declarar, ante todo, que la iniciativa del
proyecto que he presentado no es mía; viene de
tiempo atrás. Según informes que he obtenido, el
Presidente de la República, señor Cuestas, en instan-
tes en que desempeñaba una Senaturía, presentó al
Cuerpo Legislativo un proyecto análogo, creando
una Escuela o Academia de Bellas Artes, el cual
quedó por desgracia relegado al olvido. Posterior-
mente, nuestro ilustrado Ministro en Italia, don
Daniel Muñoz, en una interesantísima epístola enca-
recía la conveniencia de crear una Escuela de Bellas
Artes, no sólo para dotar al país de una institución
reclamada por su cultura, sino también como medio
de corregir nuestra práctica viciosa de enviar pensio-
nados a los grandes centros del arte, a perfeccionar
conocimientos que no han podido adquirir en el país,
y que pueden adquirirse donde quiera que haya una
modesta escuela — siempre que sea formal — ■ como
• Dtano de Sesiones de la H Cámara de Representantes, T 161,
págs 189 * 192 (Sesión del 16 de junio de 1900)
[3]
PEDRO FIGARI
las hay en todas partes, donde se cursan las asigna-
turas que comprende ese estudio. Pocas son las ciu-
dades adelantadas, no ya las capitales, donde no se
cuente con una o más escuelas de arte.
Yo también debí presentar en la anterior Legisla-
tura este mismo proyecto, conjuntamente con mi
distinguido amigo el Senador don Antonio María
Rodríguez, pero una serie de sucesos que todos cono-
cen nos hicieron aplazar el pensamiento, hasta mejor
oportunidad. Ahora me parece llegado el caso de
abordar esta cuestión y de pedir la sanción de esa ley.
Me he dado clara cuenta de que en estos momen-
tos estamos tal vez demasiado imbuidos de la idea
práctica de la economía, y aun cuando todos recono-
cemos que las economías saludables son las economías
bien entendidas, como hay en nuestro modo de ser
cierto espíritu de novelería, extremamos fácilmente
las cosas; lo cual, si se quiere, es genuinamente hu-
mano. Y por más que estas reacciones, como digo,
van a menudo más allá del justo límite, confío, sin
embargo, en la discreción y el tino de la H Cámara;
puesto que a nadie escapará que sería pasarse de
prácticos el menospreciar el culto de las bellas artes
y la producción artística. Parecería que eso se deja
de lado sólo porque no procura lana, cueros, trigo
y otros elementos de orden necesario.
Yo también soy partidario, señor Presidente, y más
que partidario, admirador del espíritu de orden, de
sobriedad y economía, pero entiendo que el criterio
con que han de dirigirse los destinos de un país, no
puede ser tan restrictivo sin excederse y desnatura-
lizar la misión del legislador. Para la vida nacional,
sobre todo en los pueblos adelantados, no son sólo
necesidades las materiales y las más apremiantes;
[4]
EDUCACION Y ARTE
hay necesidades que aun cuando no nos aboquen una
pistola al pecho, deben también ser satisfechas.
El culto de las bellas artes es una de ellas. Hoy
en día eso es más que un lujo, una necesidad moral.
Nadie ignora que la vida de una Nación no puede
consagrarse ya a atender solamente las necesidades
más perentorias de la animalidad. Es demasiado pri-
mitivo eso de concretarse a llenar necesidades mate-
riales y a vivir perpetuamente preocupados, en abso-
luto, de dar batallas campales, por el pan de cada
día. El espíritu moderno de sociabilidad busca además
una tregua que mitigue esas crudezas, un campo
neutral donde pueda lograrse el solaz, el reposo
mental y donde puedan, después de las asperezas de
la lucha, estrecharse las manos los adversarios y los
amigos.
En los grandes centros se ha operado ya este admi-
rable fenómeno, de una manera amplia: y nosotros
debemos aspirar a igual bien, ¿por qué han de
reducirse los elementos del trabajo útil y honesto?;
¿por qué ha de excluirse el arte de nuestra acción
social? Eso sería sancionar una tesis que pueda com-
placer a la política colonial, mas no, de ningún modo,
a las ambiciones legítimas de una nación libre y
adelantada. Eso sería desmentir la historia misma de
la civilización que, desde la antigüedad a la fecha,
adopta el arte como un segundo barómetro para medir
la cultura de los pueblos.
Haciendo, naturalmente, excepciones honrosas, vi-
vimos aquí — preciso es confesarlo — poco menos
que a ciegas en materia de arte.
Reina entre nosotros el empirismo artístico. Cree-
mos en mil sortilegios y supercherías; se dicen, se
exhiben y se estampan herejías de todo tamaño; en
C5}
PEDRO F1GARI
estos mismos momentos un pintor relámpago hace
las delicias y la admiración de muchísimas personas;
y la prensa daba cuenta, no ha mucho, de que en
un trabajo crítico del conocido Sarcey se decía que
hay fábricas en París que hacen jarrones churrigue-
rescos y otros adornos detestables, expresamente con-
feccionados para Sud América. Quiero creer que esos
mamarrachos serán destinados para otros países sud-
americanos: pero habría sido muy satisfactorio para
nuestro decoro nacional, que se hiciera esta salvedad:
"No serán, de cierto, para el Uruguay".
El caso es que no hemos hecho nada, nada serio
por lo menos, en materia de bellas artes, para poner
nuestra conciencia a salvo de reproches, si bien es
proverbial la brillantez de la intelectualidad juvenil
uruguaya y habría por lo mismo mucho que esperar.
El Museo Nacional no habla tampoco muy alto en fa-
vor de nuestra pericia en esta materia. No niego que
se haya bregado algo, individual y privadamente, por
señalar un puesto mejor a las artes uruguayas; pero
como es tan débil e ineficaz la iniciativa privada,
en cuanto a pintura y escultura se ha hecho muy
poco; y me parece sensato que el Estado intervenga
abriendo una nueva vía a la intelectualidad nacional
y fomente esa hermosa producción, como lo han
hecho todos los países que van al frente del progreso
general.
Hay error cuando se piensa que una Escuela de
Bellas Artes produce solamente la gran pintura y la
estatuaria. Esto queda para los elegidos, que son
pocos; pero se producen mil derivaciones aparte de
la estatuaria y de las diversidades de la gran pintura:
la escenografía, la decoración con sus infinitas varie-
dades y sus múltiples aplicaciones a la industria, que
£6}
EDUCACION Y ARTE
son incalculables; el reclamo, tan en auge; la litogra-
fía, los cincelados, el grabado, la ebanistería, las
ilustraciones, la escultura en madera, la fototipia, etc.,
etc., y pocos son los artesanos que pueden prescindir
del dibujo. Y no diré que no hay demanda al respecto,
cuando la gran mayoría, sino la totalidad de estos
trabajos, vienen del exterior, como vienen los artistas.
Las pensiones en la forma en que se han otorgado
si bien en algunos años han llegado a importar más
de lo que se requiere para hacer funcionar juiciosa-
mente una escuela, no han producido resultado posi-
tivo y no podrán producirlo mientras no se exijan
previamente a los pensionados los conocimientos téc-
nicos y manuales, capaces de prepararlos al trabajo
de asimilación en el medio ambiente de los grandes
centros del arte.
Para eso hay que estudiar y estudiar mucho y
concienzudamente. Eso de mandar pensionados a per-
feccionar conocimientos que no han podido adquirir
en el país, de mandarlos a hacer palotes, es absurdo.
Y aquí una vez que tratamos de fomentar indus-
trias, dictando leyes proteccionistas, ¿por qué no
hemos de fomentar las bellas artes que son una
riqueza y un bien moral y social tan estimable?
Y precisamente así se fomentarían muchas nuevas
y pequeñas industrias, puesto que son las más, las
que requieren la intervención del artista. Yo no sé,
señor Presidente, qué se diría en los países más avan-
zados si se pusiera en duda la conveniencia de fo-
mentar esta rama del saber; pero de seguro no se
vertería un juicio muy edificante. Aparte del valor
material de las obras de arte, es una escuela educa-
tiva del sentimiento y es una fuerza muy apreciable
{7]
PEDRO FIGARI
de sociabilidad y cultura. Hay países cuya mayor
riqueza material y moral, puede decirse que consiste
en su stock y producción artística, y ya sabemos que
los hombres más prácticos de la tierra, según las
crónicas, los ingleses y los yankees, pagan sumas
fabulosas por lienzos y estatuas.
Es sólo en medio del completo atraso, señor Presi-
dente, que no se cotizan estas obras y las ventajas
de ese género. Los indios cambian una preciosa tela
o una estatua admirable por un puñado de cuentas
de vidrio a condición de que ostenten colorinches;
luego comienzan a gustarse las armonías del color
y de la forma, y entonces el cuadro y la estatua se
aprecian algo más, si bien no se distinguen un facsí-
mil, una oleografía, o un yeso toscamente modelado
de una obra de arte exquisito; y así sucesivamente
se van cotizando más y más los productos artísticos
a medida que se desarrolla la cultura, al extremo de
que se pagan decenas y centenas de millares de fran-
cos, verdaderas fortunas, por un lienzo, como ocurrió
con el "Mercado de Caballos" de Rosa Bonheur,
n V Angelus" de Millet y tantos otros cuadros. Y hay,
como es sabido, obras de arte cuyo precio no podría
fijarse.
Nosotros tenemos un Presupuesto General de Gas-
tos de más de 16 000.000. Se dedica una suma
importante a la Instrucción Pública y a las diversas
Facultades de enseñanza superior; bien puede, pues,
emplearse una pequeña cantidad como la que repre-
senta el proyecto de ley presentado, al fomento de
las bellas artes, sin que tal cosa pueda en buena ley,
tacharse de derroche, de imprevisión o de impruden-
cia. Esto nos ha de honrar mucho más que el hacer
esa pequeña economía de cabo de vela.
[3]
EDUCACION Y ARTE
En ese proyecto, he tratado de planear en la forma
más modesta posible, la instalación de una escuela,
sin preocuparme de otra cosa que cimentar su fun-
cionamiento sobre bases senas, impidiendo que invada
allí el empirismo y la informalidad.
Aun cuando estamos en una época de economías,
me parece que esta ley no habrá de hallar mayores
resistencias porque no produce trastornos al erario
público y en cambio se procurará ventajas materiales
y morales, que pueden ser muy halagüeñas. Por otra
parte, los que se precian de conocer el carácter
nacional no creen que sea hecho de medida para
vivir en perpetua y estricta economía.
Corremos, pues, el albur de que se invierta en
cualquier momento en pensiones, en adquisiciones de
obras de arte para el Museo, o en subvenciones, mayor
capital del requerido para la Escuela, sin obtenerse
los beneficios de una institución permanente que
produce riqueza, que educa y dignifica.
Por mi parte declaro que, cualquiera sea la suerte
de este proyecto, me consideraré honrado por el solo
hecho de haber secundado esta noble iniciativa.
Antes de terminar, debo hacer presente a la Mesa,
que no encontrándose este asunto encuadrado en las
atribuciones de las diversas Comisiones de la H. Cá-
mara, debe nombrarse para que lo informe, si fuese
apoyado, una Comisión especial, y mocíono en ese
sentido.
He dicho.
INFORME SOBRE CREACION DE UNA
ESCUELA DE BELLAS ARTES *
Comisión Especial
Honorable Cámara de Representantes:
Ha sido unánime la opinión de los miembros de
vuestra Comisión Especial, en el sentido de apoyar
y prestigiar el pensamiento que encierra el proyecto
de creación de una Escuela de Bellas Artes, como de
verdadera trascendencia para el completo desarrollo
de la industria y la cultura nacional.
Cree vuestra Comisión que es oportuno agregar
un nuevo centro de instrucción a los ya existentes,
encargado de propagar la enseñanza artística, y muy
especialmente cuando se dedique a ditundir sus for-
mas de aplicación a la industria. Este complemento
a la obra de la instrucción pública, refluirá en bien
de las clases menesterosas, abriéndoles campo para
desarrollar su acción en la multiplicidad infinita de
las manifestaciones de esta rama de conocimientos,
y preparará a la vez el medio para el cultivo del
arte superior. A medida que se eduque el sentimiento
público por la divulgación de las nociones estéticas,
se acentuará el desarrollo industrial y el espíritu de
sociabilidad, ampliando los factores intelectuales y los
• Este informe producido en 1903 ea la Cámara de Representantes,
lo incluyó Figan en el Apéndice Nfl 2 de su opúsculo Plan General d*
oriamzactón de la Enseñanza Industnd, 1917, pags. 82 a 87.
Cío]
EDUCACION Y ARTE
temas de estudio tranquilo, instructivo y ameno. El
arte, en su acepción superior, así como en sus mil
aplicaciones, solaza, y por lo mismo, estimula y faci-
lita el contacto social, puesto que sustituye los asuntos
candentes, las controversias políticas y económicas,
los debates filosóficos, morales y religiosos, por temas
neutrales, capaces de mantener la discusión en un
campo sereno.
- Las proyecciones de tal orden de factores en nues-
tra economía social, son incalculables. Aquí, donde
vivimos privados casi en absoluto de tales beneficios;
donde no hallamos el reposo mental para nuestras
agitaciones diarias en la inmensa variedad de nocio-
nes estéticas, no nos damos clara cuenta de los per-
juicios morales y sociales que esto apareja, mas sí
experimentamos las consecuencias a cada paso. Como
no hay solución de continuidad en la lucha activa,
las pasiones campean más fácilmente en nuestro
escenario. Hay pues, positiva utilidad en promover
— también desde este punto de vista — tal forma de
instrucción, como un poderoso propulsor de socia-
bilidad y de cultura.
En otros países, en los más avanzados, aun cuando
el arte ha tomado un desarrollo extraordinario, se
destinan ingentes sumas para su cultivo, y se le con-
sidera de tan magna importancia para la marcha
nacional, que, con ello solo, se forma una de las
ramas superiores del gobierno. Cierto es que no
vienen a llenarse con el arte necesidades materiales,
mas sí se llenan otras necesidades a veces tan aten-
dibles y tan estimables cuanto aquéllas, en la vida
civilizada, puesto que genera mil recursos a la inte-
lectualidad y abre anchas vías de actividad, en su
íntima aplicación a las industrias.
[11}
PEDRO FIGARI
Si entre nosotros aún no pueden propiciarse las
modalidades más altas de la cultura estética, cree
vuestra comisión oportuno y ventajoso prestigiar su
desarrollo rudimentario general, y con esto se irán
preparando sus altos cultivos a medida que se forme
el ambiente de que han menester: la divulgación del
buen gusto y de la educación artística.
Las derivaciones del funcionamiento de una Es-
cuela, en las condiciones que se proyecta, son múlti-
ples y muy complejas; podría decirse que son indefi-
nibles, sobre todo si se dedica a las aplicaciones del
arte a la industria, que es la forma verdaderamente
práctica y más adecuada para nuestro país como
medio de iniciación. Esta forma, por lo demás, se
halla perfectamente encuadrada en el movimiento
moderno que tiende en todas partes, a unlversalizar
el arte, haciendo que todo producto industrial lleve
su sello.
Son verdaderamente halagadoras las perspectivas
de trabajo y de progreso que se diseñan al pensar en
la variedad infinita que pueden tener sus aplicaciones
a las industrias nacientes del país, y a las que su
propio desarrollo habrá de promover. La escuela no
sólo habrá de procurar la mayor adaptabilidad y
baratura de los productos, embelleciendo a la vez
todos los objetos que nos rodean, sino que impulsará
vigorosamente el desenvolvimiento industrial, dando
trabajo y ocupación a muchos brazos, facilitando las
corrientes inmigratorias y, a la vez, aumentando la
cultura y riqueza del país.
El temperamento nacional nos deja esperar un
desarrollo artístico e industrial considerables, así que
se le ponga en condiciones de adquirir en tal materia
los conocimientos indispensables.
(12)
EDUCACION V ARTE
Sin optimismos, puede presumirse que, en breves
años, el Uruguay habrá formado su propio criterio
y su ambiente al respecto, y esto contribuirá a mode-
lar el tipo nacional, bien delineado y superior, lo cual
significa un progreso efectivo, y muy estimable, como
lo es todo lo que tienda a perfilar netamente la nacio-
nalidad, de una manera elevada y consciente. Con el
concurso que aportan las civilizaciones incorporadas
al país, con la lozanía de nuestro organismo social,
las facilidades de existencia, las riquezas aún inexplo-
radas e inexplotadas del territorio, y con las condi-
ciones psíquicas que todos reconocen al uruguayo,
no es aventurado pensar que esta nueva rama vendría
a completar auspiciosamente la cultura del país,
haciendo que nuestro tipo, en vez de tributario de
otras civilizaciones, por deslumbrantes que fueren,
encuentre dentro de sí los elementos y recursos nece-
sarios para determinar su propia individualidad moral,
una individualidad superior y bien adaptable al medio.
Este debe ser uno de los anhelos de la cultura del país.
Además de las diversas Facultades superiores que
tanto bien han producido en la intelectualidad nacio-
nal, habría una institución complementaria, más acce-
sible a las clases menesterosas, en la que podría obte-
nerse instrucción fácil y práctica, aumentándose consi-
derablemente la variedad de ocupaciones, y, fuera
de la arquitectura, la escultura y la pintura, que en
su faz superior serían acometidas por los elegidos,
por los talentos excepcionales, surgirían vigorosa-
mente las artes aplicadas, las artes decorativas que
comprenden, puede decirse, la mayor parte de las
manifestaciones estéticas, puesto que intervienen ínti-
mamente en la edificación, en parques, jardines, en
cerámica, tejidos, papeles, cristalería, en muebles,
(13]
PEDRO FIGARI
joyería, ebanistería, grabados, tallados, herrería, car-
pintería, albañilería, encuademación, escenografía,
ilustraciones, fototipia, zincografía, litografía, etc., etc.
El florecimiento industrial sería una consecuencia
feliz y obligada de tales enseñanzas, y otra conse-
cuencia no menos halagüeña sería formar la edu-
cación nacional artística, como coronamiento de
nuestra cultura.
* # *
La Escuela de Artes y Oficios podría haber produ-
cido algunos de los beneficios que se esperan de la
escuela proyectada, si se hubiera dedicado a la ense-
ñanza del arte aplicado, puesto que se habrían for-
mado millares de artesanos hábiles capaces de secun-
dar el movimiento industrial, cuando no de promo-
verlo. Dicha Escuela cuesta alrededor de cincuenta
mil pesos anuales y sólo da instrucción a unos dos-
cientos alumnos.
Se ha optado por el pupilaje, que siempre es muy
dispendioso y que no se ajusta a los fines del Estado,
en esta materia sobre todo, cuando éste no tiene los
medios de vulgarizar ampliamente los conocimientos
esenciales; se ha planteado dicho establecimiento sin
una organización adecuada, y de ahí que se hayan
insumido fuertes capitales sin provecho positivo. Como
casa de corrección no llena debidamente sus fines.
Si se aplicara, en cambio, la suma anual invertida
en esta institución, al funcionamiento de una escuela-
externato de artes aplicadas, podría darse preparación
a millares de alumnos poniéndolos en aptitud de
ocuparse en las distintas modalidades industriales.
Fuera de que es muy limitada la acción de la
escuela, por ra2Ón del exiguo número de internos
{14}
EDUCACION Y ARTE
que puede educar, es demasiado cara esa forma de
instrucción, resultando, en el caso feliz de que el
pensionista aproveche la enseñanza — lo cual es más
bien la excepción que la regla — alrededor de mil
a mil doscientos pesos, lo que cuesta cada alumno.
Comprende vuestra Comisión que no es posible
suprimir de un solo golpe aquella Escuela, pero sería
llegado el caso de buscar soluciones en el sentido
de utilizar lo más posible las sumas invertidas para
mantenerla, aplicándolas a necesidades más sentidas.
Conviene tener presente, a la vez, que dicha
Escuela, al adscribirse a los demás cometidos de la
Comisión Nacional de Beneficencia y Caridad, no
puede prosperar, puesto que no cuadra en los fines
de tal institución de una manera franca y fácil y,
por lo tanto, no puede ser administrada como fuera
de desearse. Es notorio que la Comisión referida ha
hecho repetidas gestiones ante el Gobierno para que
se la libere de tal cometido.
Aun cuando Vuestra Comisión está conforme en
general con las prescripciones contenidas en el pro-
yecto materia de este informe, ha creído conveniente
eliminar de la ley todo lo que puede mejor ser
motivo de reglamentación, la que a su juicio debe
tener cierta latitud.
Por todo lo expuesto, os aconseja prestéis sanción
al adjunto proyecto de ley.
Sala de la Comisión, 10 de julio de 1903.
Pedro Figari - B. M. Cuñarro - Francisco
Miláns - O. Solé Rodríguez - Juan Smith
J. Silván Fernández - Francisco J. Ros
[15)
REORGANIZACION DE LA
ESCUELA NACIONAL DE ARTES Y OFICIOS *
PROYECTO DE PROGRAMA Y REGLAMENTO
SUPERIOR GENERAL PARA LA TRANSFOR-
MACION DE LA ESCUELA NACIONAL DE
ARTES Y OFICIOS EN "ESCUELA PUBUCA
DE ARTE INDUSTRIAL"
Programa
Artículo I o El fin de la Escuela es la enseñanza
de las ciencias y del arte, en sus aplicaciones
industriales.
Art. 2 o En el cumplimiento de su misión, la
Escuela ajustará la enseñanza y todos sus actos a las
reglas siguientes:
a) Dar instrucción práctica más bien que teórica
adoptando, en cuanto fuere posible, procedi-
mientos experimentales, de modo que el alumno
consiga por sí mismo la verdad o el resultado
que busca.
* En las pígiaas que siguen se reproduce textualmente el opúsculo
que publicó Figari en 1910 con este título "1910 Reorganización
de la Escuela Nacional de Artes y Oficios. Proyecto de Programa y
Reglamento Superior general para la transformación de la Escuela Nacio-
nal de Arces y Oficios, en Escuela Pública, de Arte Industrial, presentado
al Consejo en la sesión del 23 de julio por el doctor Pedro Figari,
miembro del mismo Montevideo, Tip Escuela N de Artes y Oficios
1910".
[16}
EDUCACION Y ARTE
b) Instruir al mayor número de personas, sin dis-
tinciones de ninguna clase, dándose además
cursos especiales para obreros, en las horas y
días que a éstos más les convengan.
c) Formar el criterio del alumno dentro de las
peculiaridades de su individualidad, estimulando
y respetando sus energías como una fuerza muy
estimable.
d) Despertar y desarrollar el espíritu de iniciativa,
de organización y de empresa, alentando las
facultades ejecutivas del alumno.
e) Despertar y desarrollar en el alumno el espí-
ritu de observación y el sentido estético, prepa-
rándolo para razonar, adecuar, adaptar, ordenar,
proporcionar, equilibrar, armonizar, etc.
f) Despertar y desarrollar las facultades de inven-
tiva del alumno mediante clases de composición
racional y decorativa, 1 así como por los demás
medios que se consideren conducentes.
g) Enaltecer las ventajas de la perseverancia como
medio de realización, que es la finalidad de
todo esfuerzo.
h) Dar la instrucción más adecuada para que el
alumno pueda producir de la ' mejor manera
1 Eq estas clases el profesor propone la solución de una dificultad
cualquiera o que se proyecte uoa construcción más o menos simple, por
ejemplo un candelera, una percha, una silla, etc., los discípulos mode-
lan, dibujan o «ponen su solución, y entonces el profesor examina y
juzga en forma critica las soluciones presentadas, haciendo resaltar sus
cualidades y defectos, comparándolas con lo que ya se haya hecho, anali-
zándolas al través de los diversos criterios admitidos y de toda otra
tendencia conocida, encareciendo el carácter y la originalidad de la obra,
así como su adaptación, entre las mejores cualidades, poniendo de relieve
las demás condiciones que el alumno ha manifestado, tanto las buenas
como las malas, y expresando el profesor lo más claramente posible los
fundamentos del juicio critico emitido
[17]
4
PEDRO FIGARI
posible, teniendo presente que cada cual puede
obtener un máximum de capacidad productiva,
y que la misión de la Escuela es hacerlo alcanzar.
i) Modelar el criterio y el ingenio del alumno más
aún que su manualidad, optando a la vez por
su preparación general, más bien que por espe-
cializaciones debiendo tenerse presente, sin em-
bargo, la conveniencia de preparar el fomento
y desarrollo de las industrias relacionadas con
nuestras riquezas naturales, y con las materias
primas de producción nacional.
j) Fomentar el espíritu de asociación y todos los
demás factores de sociabilidad y de cultura.
k) Reglamentar y reformar los reglamentos de
modo que siempre respondan, lo más posible,
a los fines de la enseñanza.
Art. 3 9 La Escuela dará instrucción elemental y
podrá dar también instrucción compleja y superior,
pero siempre que deba optarse, optará por la mayor
divulgación de sus enseñanzas elementales, más bien
que por la limitación de enseñanzas superiores a un
número menor de alumnos.
Art. 4 o La asistencia a las clases será enteramente
libre y sólo cuando sea perturbada la enseñanza,
podrán imponerse las restricciones indispensables.
Art. 5 o No se aplicarán castigos.
Art. 6 9 La Escuela podrá certificar todo hecho
que resulte de su funcionamiento, y podrá también
dar informes acerca de las condiciones de prepa-
ración que hayan demostrado sus alumnos; pero no
les exigirá exámenes, sin perjuicio de las pruebas que
convengan a la enseñanza ni les otorgará diplomas.
C183
EDUCACION Y ARTE
Reglamentación Superior General
Artículo 7 o Los cursos se irán abriendo a medida
que se reputen necesarios, agregándose en el mismo
orden, si fuere el caso, las instalaciones que se
requieran, toda vez que los recursos de la Escuela
lo permitan.
Art. 8 o Se formarán museos y coleccionamíentos
con todo aquello que pueda servir a los fines de la
enseñanza, comenzándose por uno de reproducciones.
Art. 9 o Se formará una biblioteca con todos los
libros y publicaciones que puedan servir a las ense-
ñanzas de la Escuela.
Art. 10, Toda vez que el Consejo lo estime opor-
tuno y útil para los fines de la institución, se harán
concursos y exposiciones.
Consejo de Patronato
Artículo 11. La superintendencia general superior
de la Escuela, en todas las ramas, corresponde al
Consejo, quien dictará todas las reglamentaciones
internas dentro de los lineamientos generales del pro-
grama y de este reglamento, y designará a los profe-
sores y demás empleados.
Art. 12. El Consejo determinará las atribuciones
y deberes del Director Técnico, del Administrador y
de los demás empleados de la Escuela.
Art. 13. El Consejo elevará anualmente al Poder
Ejecutivo una memoria sobre la marcha de la Escuela,
{19}
PEDRO FIGARI
con los cuadros estadísticos y demás antecedentes que
sirvan para mejor ilustrar respecto del movimiento
de la misma.
Dirección Técnica
Artículo 14. Desempeñará la Dirección Técnica
y disciplinaria de la Escuela el Director Técnico, de
acuerdo con el programa y los reglamentos.
Art. 15. El Director Técnico propondrá al Con-
sejo todas las reformas y medidas que a su juicio
convengan para la buena marcha de la Escuela, así
como los programas de enseñanza, debiendo estarse
siempre a lo que resuelva el Consejo.
Administración
Artículo 16. La Administración del Estableci-
miento estará a cargo del Secretario de la Escuela,
entre tanto puedan ser desempeñados ambos cargos
por una sola persona, a juicio del Consejo.
Art. 17. El Administrador, toda vez que lo crea
conveniente, propondrá al Consejo las medidas que
considere más eficaces para el buen manejo de los
fondos de la Escuela, así como para la mejor organi-
zación de todos los servicios administrativos.
Disposiciones Complementarias
Artículo 18. El Consejo tratará de que los inter-
nos participen, en cuanto sea posible, de los bene-
ficios del nuevo programa de la Escuela, y dispondrá
EDUCACION Y ARTE
lo que juzgue más conducente al cambio de régimen
de la misma, que debe ser de extérnate.
Art. 19- La Escuela Nacional de Artes y Oficios
se denominará Escuela Pública, de Arte Industrial.
Art. 20. Este Programa y Reglamento superior
general será sometido a la aprobación del Poder Eje-
cutivo, y no podrá ser modificado sin la previa
aprobación del mismo.
* • •
EXPOSICION DE FUNDAMENTOS DE UN
PROGRAMA PARA LA TRANSFORMACION
DE LA ESCUELA NACIONAL DE
ARTES Y OFICIOS
Programa y Reglamentos
Sin perjuicio de las diversas reglamentaciones que
deben formularse "dentro del programa", para la
mejor marcha del Establecimiento, conviene estudiar
por separado el programa de la Escuela.
En la Escuela, naturalmente, el fin es la enseñanza
del alumno. Este debe ocupar, pues, el lugar culmi-
nante de toda organización y reglamento desde que,
lo demás, todo, incluso las autoridades escolares,
profesores y empleados, es simplemente una serie de
resortes de que se echa mano para hacer funcionar
a la institución.
Conviene fijar bien la dirección de la Escuela, sus
finalidades y orientaciones, de modo que no hayan
dudas ni vacilaciones sobre puntos tan importantes,
[21]
PEDRO FIGARI
las que quitarían firmeza a los encargados de dirigirla,
y perturbarían su funcionamiento. Por lo demás, es
claro que el punto más digno de estudio, cuando
se proyecta una organización de esta clase, es la
determinación de los rumbos que ha de tomar para
conseguir sus fines, no ya sus fines mismos. Las regla-
mentaciones internas deben evolucionar constante-
mente, dentro de los Estatutos de la Escuela, para
ceñirse lo más posible a las exigencias de la ense-
ñanza, toda vez que se demuestre su conveniencia
en los ensayos y tanteos prácticos; pero los estatutos
deben estar estudiados y resueltos de antemano. La
Escuela dará frutos tanto mayores y mejores cuanto
mejores y más claras, bien meditadas y precisas sean
las bases de su programa.
La Escuela debe planearse de acuerdo con las exi-
gencias locales, es decir, de acuerdo con las conve-
niencias del país y no pretendiendo trasplantar insti-
tuciones que si acaso pueden funcionar en otras partes
con provecho, podría ocurrir que aquí no respondieran
a la satisfacción de una necesidad verdadera puesto
que, para nosotros, no bastará que sea útil la Escuela
o que pueda prestar un servicio cualquiera; es menes-
ter, además, que dé satisfacción a las necesidades más
urgentes y más sentidas, desde que hay muchas necesi-
dades que atender a la vez.
El artículo I o del Proyecto de Reglamento pro-
puesto por el señor Director Técnico establece que
el fin de la escuela "es formar obreros hábiles en el
ejercicio de su profesión así como contramaestres y
jefes de taller, para la industria".
Debe entenderse por un cúmulo de circunstancias
que esta palabra "habilidad" se emplea en la acep-
£22}
EDUCACION Y ARTE
cíón menor, equivalente a la dexteridad profesional,
a la manuahdad ágil, pero sin la inteligencia artís-
tica y sin vuelo, y es en ese concepto que la inter-
preto yo aquí.
En el artículo siguiente se establece que también
se encargará la Escuela de dar preparación manual
a sus alumnos.
SÍ bien peca de vaguedad este punto fundamental .
de .todo programa, se ve suficientemente que la
Escuela se dedicará con arreglo a ese plan, a formar
"obreros manuales hábiles" así como contramaestres
y jefes de taller los que, por otra parte, no se explica
en el Reglamento proyectado a qué distinta prepa-
ración han de ser sometidos.
No basta, a mi juicio, que se dé instrucción
manual para que resulte práctica" la Escuela; es
menester para ello que tienda a llenar necesidades
positivas, y a llenarlas del mejor modo posible, es
decir, teniendo presente el medio y el tiempo en
que se actúa.
Por todo esto, lo fundamental es "encaminar" a la
Escuela, porque eso es lo que determinará si va
a llenar o no necesidades cuya satisfacción el Estado
se halla en el caso de proveer, en la actualidad.
La dirección de la Escuela, " repito, es hoy día,
principalmente hoy día que se han operado .tantos
progresos y que se ha acumulado tanta experiencia,
lo que merece mayor y más detenido estudio; y sobre
este punto que reputo esencial, deseo emitir mi
opinión aunque sea con mayor brevedad, de la que
se requeriría para un asunto tan complejo y
trascendental.
C233
PEDRO FIGARI
Orientaciones de la Escuela
Esta Escuela debe modelar de tal modo la perso-
nalidad del alumno, que lo prepare para producir
de la mejor manera posible.
El fin racional de la institución no puede ser el
de formar simples operarios, más o menos hábiles,
oficiales mecánicos, artesanos en la estrecha acepción
que se da a esta palabra y ni aun contramaestres
y jefes de taller, con algunos conocimientos gene-
rales que sea, "puesto que pronto se satisfaría la
demanda de estos en los establecimientos industriales,
y los demás tendrían que emigrar en busca de tra-
bajo, cuando no se consideraran engañados como
ocurre a menudo, con los que han recibido un
diploma que habilita para servicios especiales y, decep-
cionados, pierden sus bríos en estériles lamentaciones.
El diploma resulta casi siempre, en el hecho, una
limitación a la iniciativa individual, a la libertad
de trabajar
Más racional y más digno del Estado sería formar
artesanos en la verdadera acepción que debe tener
esta palabra, dada su etimología, es decir, obreros-
artistas, en todas las gradaciones posibles, si acaso hay
un punto de separación entre el artista escultor esta-
tuario, por ejemplo, y un artista decorador, vale decir,
obreros competentes, con criterio propio, capaces de
razonar, capaces de intervenir eficazmente en la pro-
ducción industrial, de mejorarla con formas nuevas
y más convenientes o adecuadas, así como de pro-
mover nuevas empresas industriales, de mayor o menor
entidad.
£24}
EDUCACION Y ARTE
En pocas palabras: el fin de la Escuela debe ser
el de formar el criterio de los que se amparan a sus
enseñarlas, dando luz a su espíritu más bien que
una manuaíidad, por hábil que sea.
Esto último, no es llenar una misión social elevada
y hasta puede dudarse de su positiva utilidad, desde
que tiende principalmente a proveer de operarios a los
establecimientos industriales, que los demandan en
escaso número y que siempre pueden obtenerlos
mientras que, formar hombres criteriosos, aptos para
las múltiples formas de la producción industrial, es
contribuir directa y lo más intensamente posible a la
cultura nacional y al mejoramiento de la producción,
preparando a la vez al país para las manifestaciones
superiores de la civilización
Los alumnos de la Escuela, los mismos oyentes y
todos los que concurrieran a cualquier título a ella,
hombres, mujeres y niños llevarían una idea, un nuevo
concepto, una nueva dirección más clara, más posi-
tiva y más consciente a sus actos y a sus aspiraciones.
Formar obreros mecánicos, obreros que tienen el
automatismo de una máquina — ya sea ésta una
maravillosa linotipia — cuando cuesta menos tal vez
formarlos deliberantes, accesibles al razonamiento,
propios a distinguir y a juzgar por sí mismos, sería
un verdadero error.
El enseñamiento artístico no es una asignatura
o una serie de asignaturas, sino un punto de vista,
un criterio aplicado al trabajo y, en materia de arte
decorativo e industrial, puede afirmarse que está
basado muy principalmente en la racionalización, y,
¿por qué no hemos de proponernos formar obreros
idóneos, pudiendo hacerlo, más bien que simples
obreros manuales hábiles? Preparando obreros cons-
[25]
PEDRO FIGAR1
cientes, obreros-artistas, podemos esperar que sus
energías se insinúen útilmente en todas las formas
imaginables de la producción y de la vida, y esto
es lo que constituye la verdadera riqueza, la elevación,
la cultura de un pueblo, y es también la mejor forma
de cimentarla por cuanto ofrece un promedio más
halagador y efectivo, y no aquella engañosa apariencia
en la cual surge un ínfimo porcentaje de grandes
intelectuales y refinados, en medio de una llanura
pampeana de ignorancia y de atraso.
El enseñamiento artístico, con la amplitud que
tiene esta conquista moderna es, puede decirse, la
opción de lo más directo, de lo más útil, de lo más
eficaz, sencillamente. Es un método comprensivo de
todo lo demás.
Las organizaciones académicas, anticuadas, siempre
complicadas, lentas y formalistas en exceso, dan más
importancia a la escuela y a las instalaciones que
al alumno, desconociendo así en su propio funda-
mento, los fines de la institución. Y no llegan a ser
prácticas aun cuando agreguen a su programa los
ejercicios manuales, y grandes talleres.
La faz manual, la destreza en el manejo de las
facultades mecánicas del alumno debe ser un medio,
no un fin de la escuela; un medio de exteriorizar
ideas y conceptos aun en las formas simples y más
rudimentarias de la producción.
La escuela debe tratar de desarrollar las facultades
del alumno, enseñándolo a razonar, a comparar,
a juzgar por sí mismo, a ordenar, a relacionar, a armo-
nizar, a adecuar, a adaptar dentro de su temperamento,
dentro de su personalidad. No tiene el alumno que
abdicar de su propia individualidad para someterse
al uniforme tipo académico, el que debería produ-
[26}
EDUCACION Y ARTE
cirse por fuerza así si no fuera contranatural, desde
que para todos se usa del mismo régimen. En una
escuela moderna ha de tratarse, muy al contrario, de
desarrollar en cada uno los elementos que tiene para
el arte decorativo, consttuctivo, industrial, dentro de
sí mismo, utilizando precisamente las peculiaridades
personales como una base, y haciendo de modo que
cada cual busque su propia individualidad y dentro
de ella sus aptitudes, más bien que llenarlos de conoci-
mientos abstractos, largos y fatigantes, e inútiles
a menudo. La escuela debe darles la idea más clara
posible de la responsabilidad y el medio de valorar
las propias energías, en vez de ofrecerles como pers-
pectiva máxima un premio o un diploma, que acaba
de desorientarlos, desmoronando su personalidad.
Dar un diploma, puede decirse que equivale a esta-
blecer — no siempre con verdad siquiera — : "El por-
tador sirve para tal cosa y sólo sirve para eso", lo
que implica limitar horizontes e iniciativas. El diplo-
mado difícilmente se ingenia para sacar partido de
una situación particular cualquiera, si ella no se ajusta
a las sugestiones, ¿qué?, ¡al mandato imperativo del
diploma! Es a veces como una piedra puesta al cuello.
Mucho mejor es certificar, simplemente, que se han
seguido tales y cuales cursos.
En vez de una escuela fría, formalista y que, por
lo mismo, inspira cierta prevención antipática, debe
crearse un ambiente que interese al alumno. Conviene
que éste sepa que va a encontrar ideas, direcciones
y consejos para su cerebro anheloso de perfilar su
individualidad, y no cursos largos y abstrusos cuya
aplicación se le presenta, con razón, tan dudosa. En
la escuela deben sí, encontrarse todos los elementos
necesarios, los más posibles, para que el alumno pueda
{27]
PEDRO FIGARI
echar mano de ellos a medida que los va necesitando;
mas no es lo mismo ingerirle, que quieras que no
quieras, una serie de años de estudios fatigosos,
a menudo vanos y que quitan, por lo mismo, amor
al trabajo, fuera de que engendran desapego a la
verdad, a la realidad, como todo lo artificioso.
La escuela debe estimular, debe fomentar el deseo
de frecuentarla y de trabajar, lo cual difícilmente se
obtiene por los regímenes anticuados y malsanos de
la rutina, que vierte las mismas enseñanzas, las
mismas asignaturas y los mismos consejos y procedi-
mientos a todos los alumnos, por igual, por más
diversas u opuestas que sean sus aptitudes y demás
condiciones personales.
Es menester que la escuela forme hombres cáte-
nosos y no simples manuales, autómatas.
Desde mediados del siglo pasado, se advirtió en
Inglaterra que no bastaba adiestrar para trabajos
determinados a un número dado de alumnos, com-
prendiéndose que si se quería prepatarlos para trabajar
provechosamente, para incorporar su esfuerzo a la
obra compleja del mejoramiento de la producción,
era menester dar instrucción artística, y no puramente
comercial, industrial (de manualidad hábil), modifi-
cándose desde entonces las enseñanzas, de aquel punto
de vista.
Ruskin, el gran cultor de la belleza, tiene que haber
influido poderosamente en el desarrollo artístico de
aquel país, por su empeñosa actuación, si bien otras
causas y factores habrán contribuido a tal resultado;
pero es Jo cierto que en Inglaterra ha tomado un
amplio desenvolvimiento ese cultivo, en todas sus
formas, y acusa más que nada su complexión moder-
nísima, el hecho de que los más grandes artistas no
C2S]
EDUCACION Y ARTE
desdeñan contribuir a las manifestaciones del arte
aplicado, en el cual se han logrado en toda clase de
construcciones industriales y en telas, principalmente,
verdaderos prodigios. En dicho país, como en Ale-
mania, Suiza, Bélgica, Suecia, Noruega y Dinamarca,
se dan muchísimos y variados cursos de arte indus-
trial. Sólo en Alemania, fuera de cerca de 600
escuelas industriales, se siguen más de 2.000 cursos
de perfeccionamiento industrial y allá, en Europa,
es difícil excluir el arte de cualquier manifestación.
Podrá quizás estar mejor o peor orientado, pero la
prescindencia artística es ya imposible allá, como lo
es en nuestro país.
En Suecia, Noruega y Finlandia también se han
operado grandes e importantes progresos en las mani-
festaciones modernas del arte, y en dichos países es
tal la difusión de la cultura que Guillermo Ferrero,
asombrado, llama a esta región casi ártica "paraíso
terrenal". Es claro que la primera consecuencia de
la mayor cultura diluida es el bienestar social, que
llega hasta conceder al labriego la lectura de revistas
y muchos conforts que, por lo común, son un privi-
legio de las aristocracias. Es allí que se ha realizado
el significativo hecho de que una revista científica
cuente más de sesenta mil suscriptores.
Y si a un pueblo con un estado social admirable
como el que nos describe el eximio escritor, se agre-
gara el concurso del arte intenso, se le convierte,
en verdad, en un paraíso terrenal, más que eso, en
un pueblo homogéneo de inteligentes, de conscientes.
Nada hay tan elevado como el culto del arte, el
culto impersonal de la belleza, el cual denota una
positiva superioridad sobre la vida de simple conse-
{29]
PEDRO FIGARI
cución de las apremiantes necesidades materiales; y
esto debe proclamarse como una solución impuesta
por el mismo buen sentido, cuando se piense que con
sólo el color y la línea, con estos dos elementos que
casi abundan como el aire y la luz^ pueden crearse
formas estéticas infinitas. Parecería un sueño vivir
en un país donde aún los labriegos y los operarios
todos, gozasen de los beneficios de la cultura general
y donde su criterio artístico les permitiera procurarse
un ambiente estético en su vivienda, por modesta,
humildísima que fuese. Se habría consumado entonces
en una forma bastante práctica, lo que pareció siem-
pre una idealidad irrealizable: la igualdad. Acaso la
ecuación de este gran anhelo sea el arte, como com-
plemento de la ciencia.
En Francia hace ya mucho tiempo que se han
impuesto las nuevas tendencias artísticas; y en Italia,
que había quedado atrás en este movimiento, se está
operando una transformación fundamental, cuyos
resultados no tardarán en verse. En estos países que
han acumulado tanta tradición gloriosa, han tenido
que darse verdaderos asaltos heroicos contra el acade-
mismo, contra la rutina y el estancamiento que vivían
a expensas de las glorias tradicionales, con la estrechez
de todo comensalismo, pretendiendo hacer causa
común con las incuestionables manifestaciones ante-
riores, como si fueran de ellas una florescencia o un
fruto, más bien que una repudiable vegetación
parasitaria.
En Norteamérica, pueblo que ha asombrado al
mundo por su vigor productivo y por su espíritu
avanzado y práctico, hace ya muchos años que se
reputa una "necesidad" el arte, y se vienen haciendo
esfuerzos de todo género, para darle el mayor des-
[30}
EDUCACION Y ARTE
arrollo a su cultivo, en espera de los consiguientes
beneficios.
Desde que, en 1870, el estado de Massachussetts
reconoció oficialmente la necesidad de agregar la
enseñanza del arte a la instrucción pública, hasta
el día de hoy en que se crean a cada paso asocia-
ciones de propaganda, para estimular más el des-
arrollo artístico, y se hacen exposiciones, y se instalan
museos y se organizan escuelas municipales de ense-
ñanza artística, se ha echado mano de todos los
recursos imaginables, para mejor satisfacer esa posi-
tiva necesidad de las agrupaciones cultas.
Aprovecharon de inmediato la iniciativa de Luis
Prang, apenas comprendieron sus proyecciones, con
un tacto, una perspicacia y una decisión realmente
admirables. Helem Zimmern en 1898, hace ya doce
años decía: "En estos últimos nueve años se ha des-
" arrollado rápidamente en los Estados Unidos de
"América, un movimiento el cual ha llegado a tal
"punto que no puede quedar ignorado por los edu-
" cadores de Europa.
"La vía adoptada por los promotores de este movi-
" miento logrará cambiar el estudio y criterio de arte
" de las masas, hasta en sus raíces, desde que el curso
" es popular y se manifiesta en su forma más elevada,
"en las escuelas públicas... En los ocho años de
" instrucción obligatoria, se suministra una educación
M gradual artística, que deberá despertar el sentimiento
" del arte en las generaciones venideras. No es impro-
" bable que el sistema Prang, llegue a considerarse
"como uno de los pasos más notables que se hayan
" dado en la ciencia pedagógica . . .
"Cuando se considera que en América en estos
"últimos veinte años, la técnica de la reproducción,
{31}
PEDRO FIGARI
"por lo que respecta a los dibujos, litografías, zinco-
" grafías, incisiones en madera, etc., ha hecho más
"progresos que en cualquier otra parte del mundo,
" es natural que se sienta el deseo de buscar las causas
"que han producido estos resultados".
Ahora, en los años transcurridos desde entonces,
se han comenzado a desplegar ya las proyecciones
sorprendentes de todo proceso progresivo. Sólo los
que ignoran los adelantos realzados, pueden decir
que no hay manifestaciones artísticas en aquel pueblo
admirable.
Este país que acusa en la raza blanca sólo un seis
por ciento de analfabetos (el porcentaje del 13 %
parece debido a la inmigración y étnicos inferiores),
agrega a la instrucción común la enseñanza artística,
elevada y propia para formar hombres tan compe-
tentes, como ejecutivos.
Este es un signo de verdadera sabiduría.
Ese plan, que tiende a hacer de cada hombre un
buen obrero, habrá de dar resultados estupendos.
Baste considerar que, encaradas todas las formas de
producción con un criterio artístico de buena índole,
le dará una riqueza tal esta alianza, un prestigio y
una dignidad, que ha de representar progresivamente
valores imposibles de apreciar, ni de concebir siquiera.
Hasta en el campo de la ética social se percibirán
sus resultados.
Y si en el viejo mundo no se ha ido más resuelta-
mente hacia las formas modernas de enseñanza, es
por las resistencias que opone el resabio, tanto más
arraigado cuanto menos puede cimentarse en el racio-
cinio, como ocurre siempre.
Nosotros que estamos libres de toda rémora tradi-
cional, debemos ir derecha y abiertamente a las formas
[32)
EDUCACION Y ARTE
mejor conceptuadas, más racionales, más científicas,
más prácticas y provechosas. ¡Sería inexcusable que
pudiendo evitar las resistencias del prejuicio, que
tanto ha costado vencerlas al espíritu moderno y que
sólo pudo vencer por su innegable justeza, las
creáramos aquí gratuitamente!
En las escuelas modernas reina un espíritu de
observación, de racionalidad y de liberalismo tal, que
las peculiaridades del alumno quedan protegidas
como un caudal, produciéndose así entre otras conse-
cuencias favorables, la diversificación de aptitudes. El
alumno va a la escuela a equiparse de conocimientos,
como iría a un atsenal a buscar las armas que más
le conviene a su defensa.
En las academias, en cambio, se adoptan dos o tres
arquetipos, como moldes de instrucción, y a todos
los alumnos se Ies da en su clase respectiva el mismo
tratamiento, hasta llegar al punto terminal que es
la diplomación. Ese es el fin de la escuela.
Esto es inconsulto y arbitrario porque arrasa la
espontaneidad que es a la individualidad humana,
lo que el perfume es a la flor.
El plan moderno acusa un mayor conocimiento
de la realidad, y está basado en el respeto a la per-
sonalidad humana como valor que es, muy estimable;
en el régimen académico, al contrario, se condenan
hasta las. más preciosas rebeldías como delitos; se
somete a todo alumno, por igual, a complicados
formalismos, y no descansa la palmeta del preceptor
hasta que aquél se rinde, y entrega su personalidad
abdicando, defeccionando, sometiéndose a la pauta
impuesta por las autoridades escolares, como un
dogal. Esta es la oposición misma al ideal pedagó-
gico moderno.
[33]
5
PEDRO FIGARI
En vez de cursos interminables, sistemáticos y
campanudos debe tratarse, en cuanto fuere posible,
de que el alumno busque en cada materia lo que
necesita para completarse, y es así como conserva
sus energías y entusiasmos que, de otro modo, se
pierden en la realización de un sacrificio estéril, casi
siempre. El profesor debe ser el consejero, el guía,
más no su verdugo mental.
En vez de darse cursos de tres, cuatro o más años
deben darse clases, la mayor variedad posible y clases
prácticas, así como exposiciones, explicaciones, demos-
traciones, a fin de que cada cual pueda recoger
cuanto necesita para modelar su personalidad. Con-
viene que haya más direcciones y consejos perti-
nentes que cursos sistemados, más enseñanzas que
maquinarias, más clases prácticas que talleres, más
alumnos que instalaciones, más conocimientos que
diplomas.
Conviene, es de toda conveniencia y entra en el
sapientísimo plan del gobierno, dar más instrucción
elemental que instrucción superior limitada.
El estado no debe hacer distinciones en la distri-
bución de la enseñanza, por el contrario, debe tratar
de hacerla llegar a todos los que la demandan y
debe hacer propaganda a la vez, para que la deman-
den lo más posible. Exigir un examen de ingreso,
para acordar los beneficios de la enseñanza industrial,
me parece menos que práctico, inconveniente e injusto.
El estado debe conceder estos bienes, principal-
mente a iodos por igual. La suma de conocimientos
que puede suministrar con arreglo a sus recursos, debe
ser dividida por el número de aspirantes, y nunca
constituirse un privilegio como ocurre en la actua-
lidad, que está distribuida y limitada arbitrariamente.
[34}
EDUCACION Y ARTE
£1 orgullo de una nacionalidad si acaso puede
justificarse alguna vez, será cuando no tenga analfa-
betos ni ignorantes, y para reducir su número hay
que hacer al revés de lo que se estila: debe abrírseles
las puertas de toda escuela, de par en par.
Conviene dirigir la instrucción en el sentido de
preparar el mayor número de hombres con algunos
conocimientos, por rudimentarios que fueren, siempre
que los inicien para comprender los resultados sorpren-
dentes de un trabajo inteligente y perseverante.
De este programa, aun cuando no pudiera darse
por algún tiempo mucha amplitud a la enseñanza,
podría asimismo esperarse la formación de obreros
preparados para iniciar la transformación del país;
y es hasta de buena táctica ir de lo simple a lo com-
plejo, para obtener resultados más positivos.
Pero, dar oficios simplemente, formar "manuales",
obreros manuales, por más hábiles que sean: zapa-
teros, hojalateros, herreros, tipógrafos, encuaderna-
dores, litógrafos, carpinteros, torneros, etc., no es de
seguro un fin superior del estado, y en esta oportu-
nidad menos. Tanto es así, que nadie dirá que se
ha sentido la necesidad de esta clase de productores;
pero de seguro no se dirá así respecto de la produc-
ción artística, ni del ambiente.
Si se necesita una escultura de estilo, una puerta,
una verja, una aplicación cualquiera, basta que se
la requiera con alguna condición que no sea lo ruti-
nario, para que haya dificultad en encontrarla.
Se dirá que esto es un lujo y que, por lo mismo,
no es urgente darle satisfacción; pero no es así. El
arte aplicado, por lo menos el arte decorativo indus-
trial no es un lujo, es una necesidad, y dicha nece-
[35]
PEDRO FIGARI
sidad satisfecha constituye una positiva riqueza, dentro
de una civilización más elevada.
En todas partes se ha comprendido esto y se trata
de cultivarlo como algo indispensable en el sentido
que tiene esta palabra, en los centros cultos.
Poner en duda los beneficios de la instrucción
artística no puede excusarse hoy día. Nadie podrá
desconocer, que si agregáramos a nuestros adelantos
los elementos del arte; si su esencia complejísima
se incrustara, más aún, informara toda nuestra eco-
nomía y toda nuestra producción, el país se habría
transformado en una década, de tal modo, que mira-
ríamos con piedad acaso lo mismo que hoy nos
enorgullece.
No basta dar instrucción industrial, es menester
encaminarla de la mejor manera posible y con tanto
más cuidado cuanto que tenemos recursos limitados
y debemos, en consecuencia, utilizarlos de modo que
vengan a satisfacer las necesidades más verdaderas,
más positivas y urgentes.
Nosotros debemos, a mí juicio, encarar la ense-
ñanza industrial del punto de vista de las artes deco-
rativas, más bien que del punto de vista fabril,
manufacturero.
La preparación para las industrias fabriles, como
se ha instituido en la República Argentina no es
adecuada para nuestro país, si acaso lo fuera para
aquél. Aquí pasarán muchos años antes de que sea
un centro fabril — si llega a serlo — con manufac-
turas, talleres y usinas de importancia, en cuanto
a su extensión, digo, para que pueda preocupar esto
seriamente al estado determinando, desde luego, un
sacrificio de previsión. SÍ esa institución puede prestar
[36}
EDUCACION Y ARTE
grandes servicios a la Argentina, no es de seguro
la que más puede convenirnos a nosotros.
Nosotros debemos fomentar primeramente el orden
de industrias o recursos industriales más apropiados
para la explotación de nuestras materias primas :
cueros, hueso, pieles, astas, lana, etc., y de nuestras
riquezas más explotables mármol, granito, ónix,
ágatas, hierro, oro, plata, etc.
Para ello, para utilizar lo más convenientemente
estas riquezas, debemos dirigir la enseñanza a formar
el criterio a la vez que el sentimiento estético, de
modo que puedan promoverse las múltiples formas
del arte decorativo.
Debemos preocuparnos, por ahora, de preparar
convenientemente el alma nacional, el organismo
económico y productor en una forma bien individual
y consciente, para que pueda dirigirse hacia sus ver-
daderas y más racionales orientaciones y no de un
modo irreflexivo e inconsulto, de simple imitación.
Es claro que todo puede ser más o menos utili-
zable, y de ahí la facilidad con que nos confundimos.
Pero si es cierto que todo puede ser utilizado, no
basta esto solo para constituir un plan racional de
enseñamiento. Lo acertado es dirigir la enseñanza
en el sentido de lo que es más aprovechable, más
directo, más eficaz.
En la Argentina, si bien se han hecho instalaciones
suntuosas y amplísimas que honran su espíritu de
cultura y ponen de manifiesto los anhelos de ese
pueblo progresista, no han podido todavía implantar
los cursos necesarios para las diversas manifestaciones
industriales, y el Director declara que para eso se
exigirían mayores recursos, "un capital inmenso", lo
mismo que había manifestado diez años antes, cuando
[37]
PEDRO FIGARI
aún no se habían invertido las sumas considerables
insumidas en el edificio y en las insta] aciones de la
"Escuela Industrial de la Nación".
Nosotros, que no podemos hacer por ahora nada
aproximado, ni debemos hacerlo, a mi juicio, aunque
lo pudiéramos, ¿por qué hemos de seguir ese
mismo plan?
El director de aquella escuela, señor Krause, en
una erudita exposición publicada en 1899, en los
"Anales de la Sociedad Científica Argentina" hace
la apología incondicional de la división del trabajo,
de la producción a todo trance, de la "manualidad
hábil" de las "facultades mecánicas" para la produc-
ción industrial, prescindiendo del arte, en vez de
hacerla presidir por él, como un elemento sustancial-
mente aprecíable e insustituible en toda obra.
De ahí que encare la producción industrial de un
punto de vista extensivo, puramente mecánico, encau-
zando la instrucción en el sentido de producir lo
más posible, en vez de producir lo mejor posible
y asimismo lo que el medio se halle más en aptitud
de producir bien. Es claro que en esa anchísima vía
no hay millones que basten. No hay selección, ni
hay barreras. Los recursos van entrando a un tonel
sin fondo.
Ese plan es erróneo porque siendo tan vasto el
campo industrial y limitados los recursos, ha debido
comenzarse por determinar, previo examen, qué forma
de instrucción convenía iniciar, postergando la ambi-
ción de abarcarlo todo, si acaso, para la debida
oportunidad.
Allá mismo en Norteamérica, cuyo genio produc-
tor asombra tanto como su potencialidad, hace tiempo
C38J
EDUCACION Y ARTE
que han reaccionado contra el régimen de la instruc-
ción encaminada en una vía de extrema división del
trabajo, que tiende forzosamente a formar el hombre-
máquina. En ese país, cuyas enseñanzas aconsejadas
por su proverbial sentido práctico son tan dignas de
respeto, se trata más bien de formar obreros compe-
tentes, no sólo hábiles, sino también capaces de deli-
berar y juzgar con sesudo criterio, y tal propósito
se aviene mejor, sin duda alguna, a la consecución
de nuestro interés nacional bien entendido.
"Según Paul Adam (Vues d'Amerique) en un
mismo lapso de tiempo el obrero norteamericano
produce 9.440 francos de mercaderías, en tanto que
el inglés produce 3.950 francos y el francés y el
alemán producen 2.050 francos". Esta cita la trae
Omer Buyse en su notable obra sobre los métodos
americanos de educación general y técnica, y agrega:
"El norteamericano parece ser, pues, el primer obrero
del mundo. Si bien es el que está mejor pagado, su
salario no representa más que el 18 % sobre el total
del rendimiento, merced a su máximum de esfuerzo;
el francés 32 % t el alemán 28 % y el inglés 26 %.
Todo el trabajo europeo resulta inferior, comparado
con el americano. Esta sola cualidad, si se mantiene,
asegura a este último la supremacía completa e incon-
testable del porvenir".
Nosotros, particularmente, que no podremos ser
nunca un centro productor de gran potencialidad
cuantitativa, debemos encarar nuestro engrandeci-
miento por la calidad, por la intensidad, por el pres-
tigio de nuestros productos.
Todo tiende a aconsejarnos la opción de lo mejor,
y acaso sea esto debido a la pequenez de nuestra
entidad material
t39)
PEDRO FIGARI
Si los argentinos pueden aspirar a la grandeza
extensiva de su producción, nosotros debemos buscar
nuestro engrandecimiento en otro sentido: producir
lo mejor posible; lo más intensamente posible. Todos
los hombres superiores que han visitado estos países
han observado que no se perfila suficientemente el
carácter, la individualidad de nuestros pueblos en los
que hay mucho reflejo, mucho acopio indeliberado,
mucha imitación y hasta la copia servil. A veces
por lo irreflexivo de la elección de modelos caemos
en un verdadero hacinamiento de exotismos, los más
incoherentes e incongruentes.
Nuestra instrucción industrial debe tender, como
todos nuestros esfuerzos a seleccionar, antes de asi-
milar, a buscar lo que más se ajusta a nuestra com-
plexión. Dado este criterio no hay duda de que nos
conviene adoptar un tipo americano superior, lo
mismo para nuestros productos que para lo demás,
todo, y no tanto independiente cuanto bueno, apro-
piado, intenso, mejor, lo mejor posible.
Esto es lo que debemos hacer nosotros.
Lamento que mi distinguido compañero y amigo
don Pedro Cosió proponga para nuestra escuela indus-
trial un plan que, si bien ofrece todos los espejismos
imaginables, no responde a una finalidad práctica
más de acuerdo con la estructura nacional y hasta
con la misma idiosincrasia intelectual de tan esti-
mable y tan preparado hombre de estudio.
Para darse cuenta clara de que no es tan práctica
como parece ser esa instrucción en la forma que la
proyecta, ni son tan eficaces sus finalidades, bastará
hacer esta simple reflexión. Demos por admitido que
la escuela ha funcionado regularmente y que tenemos
ya cien o más técnicos mecánicos, cien o más electro-
do]
EDUCACION Y ARTE
técnicos, y otros tantos técnicos químicos y maestros
de obras: ¿qué hacen?, ¿qué podrán hacer en el país
por muchos años? . . .
El interesante opúsculo del señor Cosió presenta
bajo las sugestiones de un estilo vigoroso y moderno,
un plan por completo académico y por lo tanto anti-
cuado; peor que eso, inconducente. Cierto que es pre-
ciso meditarlo para no dejarse influir por las atrac-
ciones de la exposición; pero si bien se observa, se
verá que se sustentan allí, en sustancia, las mismas
ideas que inspiraron el plan argentino y el mismo plan
del programa proyectado por el Director Técnico,
todo lo cual además de hallarse encarado académica-
mente y, por lo mismo, fuera de las corrientes
modernas, no toma en cuenta las necesidades del país
en la actualidad, por lo menos.
No es un régimen bien concebido el de instruir
profesíonalmente con generalidades de simple carácter
técnico y manual para todos los oficios y para todas
las modalidades industriales, puesto que se hallará,
desde luego, la dificultad de los recursos que hasta
tiende por sí misma a hacer un seleccionamiento,
y se corre el peligro de preparar y diplomar para
servicios que no se demandan, ni se pueden utilizar.
En cambio la instrucción, de otro punto de vísta,
como la establece mi programa, no ofrece ese carác-
ter desalentador, al contrario — ¡ojalá concurrieran
todos a recibirla! — , y en cuanto a las especializa-
dones, pueden también ser atendidas a medida que
se vayan exigiendo por una necesidad.
Lo primordial es prepararnos para utilizar nuestras
riquezas, las que se exportan para ser transformadas
en el extranjero y devueltas a veces a nuestro propio
país, valorizadas por la mano de obra y por el ingenio
[41]
PEDRO FIGARI
de otros pueblos. Es claro que si esa transformación
la hiciéramos aquí, habríamos fomentado tanto nuestra
riqueza, cuanto nuestra cultura. Y, ¿por qué no podre-
mos aspirar a que se transformen aquí mismo esos
productos, y no sólo que se transformen sino que se
transformen de la mejor manera posible, cuando tal
resultado es tan fácil de obtenerse, puede decirse,
cuanto es de auspicioso?
Esta aspiración no sólo es más promisora, sino
también más razonable que la de formar simples
auxiliares mecánicos de las industrias que funcionan
en el país y de otras que sea; es más razonable, digo,
porque es más directo y más eficiente el resultado
y porque viene a llenar una necesidad más honda-
mente sentida, y a satisfacer un anhelo mucho más
positivo, y más grande y elevado.
Y debe advertirse además que, encarada así la
instrucción de la escuela, no dejará por eso de pro-
ducirse también, por un proceso segregativo y con
mayor ecuanimidad el tipo menos apto, de simple
habilidad mecánica, manual, sin vuelo, el que con
menos aptitudes o ambiciones opta por aprovechar,
desde luego, su preparación incompleta.
Estos serían los más, seguramente, y con ellos
podría darse satisfacción con creces a las exigencias
de la demanda.
Como se ve, la clase de instrucción que propongo,
no es excluyeme de la habilidad manual sino más
comprensiva, más intensiva y de mayor alcance.
En cuanto al afán de dar profesiones técnicas en
ramas fabriles, que acaso han de- pasar muchos años
antes de que puedan tomar un desarrollo digno de
fijar desde ya la atención del estado, es una exi-
gencia secundaria, y menos urgente. En cambio, una
[42]
EDUCACION Y ARTE
legión de obreros-artistas muy pronto podría iniciar
el mayor aprovechamiento de las riquezas nacionales,
como un enjambre capaz de promover formas nuevas,
múltiples, inesperadas, de trabajo en el país, despertan-
do complejísimas y saludables actividades productivas.
No es posible predecir los beneficios que de esto
recogería el Estado, tanto morales, como materiales.
El alborear de nuevas y pequeñas industrias que
dan ocupación a millares de personas, pequeñas
industrias que permitirían a muchas familias me-
diante un simple torno, acaso, o un pequeño taller,
procurarse los recursos necesarios para equilibrar sus
presupuestos por medio del arte industrial domés-
tico, el hemslbjd de los suecos, y que darían a la
mujer, cuyas dificultades para vivir son notorias,
elementos para luchar decorosamente, y que aumen-
tarían la riqueza nacional dando mérito a lo que
sirve apenas para exportar como materia prima de
escaso valor; en fin, el arte incorporado a toda cons-
trucción, a todo objeto, a todo utensilio y, más que
nada, a toda persona, dándole a la población un más
alto nivel moral e intelectual, es una aspiración
superior de todo hombre sensato, i Son incalculables
los beneficios que ha de producir una institución de
esta clase!
SÍ ha podido dudarse de las ventajas de la ense-
ñanza artística, cuando era académica, y cuando cada
academia era un almacigo donde a menudo brotaban
los amanerados, vanidosos, holgazanes, pedantes, mal-
humorados que languidecían soñando perpetuamente
con obras fantásticas, enfermizas y casi siempre
superiores a sus fuerzas y aptitudes, lo cual sería una
verdadera calamidad para nuestro país por ahora,
a lo menos, si ha podido dudarse entonces, digo,
{43}
PEDRO FIGARI
no puede ocurrir tal cosa cuando es tan práctico el
fin de la enseñanza,
Pero también es menester que una escuela de arte
aplicado no se implante con los vicios del acade-
mismo, porque en una institución de este género
sería doblemente malo, doblemente inoportuno e im-
perdonable hacerlo. Basta el más simple buen sen-
tido para comprender esto.
Si la Escuela de Artes y Oficios se mantuviera
dentro del plan anterior y asimismo dentro de las
condiciones del proyecto de programa de que me
ocupo, que a su ve^ se ha inspirado en el mismo
orden de ideas, no se habría hecho más que agregar
nuevas organizaciones, nuevos mecanismos, nuevas
complicaciones sin modificar su esencia, y eso que
nadie duda ya de que la Escuela fue siempre un
completo fracaso.
Sería lo mismo, pues, en una forma más apara-
tosa y más cara.
Enseñanza práctica. — Estas clases de carácter
práctico son las que pueden formar el ambiente de
la Escuela.
Así, por ejemplo, el profesor propone la solución
de una dificultad, o que se proyecte una construc-
ción más o menos simple. Los alumnos modelan,
dibujan o exponen su solución, y entonces el pro-
fesor formula la crítica de los trabajos, haciendo ver
sus cualidades y defectos, comparándolos con lo que
ya se ha hecho, analizándolos al través de los cri-
terios diversos conocidos y poniendo de relieve las
condiciones que el alumno ha manifestado, tanto las
buenas como las malas.
[443
EDUCACION Y ARTE
Estas clases, a condición de estar regenteadas con-
venientemente, son las que van a dar un impulso
eficaz a la Escuela, pues van a despertar la inven-
tiva y las demás facultades del alumno — las más
aprovechables — y van a fomentar las nobles emula-
ciones que forman el ambiente de la escuela. Por
medio de estas clases es que puede producirse la
mayor frecuentación del establecimiento, estimulando
el entusiasmo por el estudio, haciendo ver a cada
uno las ventajas que puede obtener de cada asigna-
tura, de cada curso especial y de cada esfuerzo, según
la índole de sus aspiraciones, sus modalidades, etc.
Estas clases mantendrán el buen ánimo que debe
acompañar a todo esfuerzo intelectual saludable, y
en vez del aspecto sombrío y triste de esas aulas que
uno jamás sabe a ciencia cierta para qué sirven, se
verá un núcleo de gente animosa que acude en busca
de un esclarecimiento, aguijoneada por la esperanza de
disipar una duda, por el afán de completarse,
de mejorarse.
Estas clases, poniendo a contribución las facultades
personales del alumno, cumplirán la misión de mode-
larlo convenientemente y de formar su criterio,
haciendo valer sus aptitudes más utilizables y dentro
de un orden práctico, enteramente práctico y sin
perjuicio, naturalmente, de las demás enseñanzas.
Museo de la Escuela. — Fuera de la biblioteca y
de los demás coleccíonamientos apropiados para faci-
litar estos cursos prácticos, es también indispensable
un pequeño museo de reproducciones, por embrio-
nario que sea, el que permitiría ir formando una
idea clara de la historia del arte, además del conoci-
miento de los estilos conocidos.
PEDRO FIGARi
La utilidad y las ventajas de esta institución no se
pueden discutir, tanto más cuanto que no sólo ser-
viría un museo para la escuela, sino también para
la población toda.
Régimen de la Escuela. — Es muy difícil man-
tener en buen pie una organización como la actual,
agregando aun los externos que van a concurrir
a las clases.
Ei internato no es un régimen favorable y mucho
menos cuando todavía está complicado con los invá-
lidos que manda al Establecimiento la Comisión
Nacional de Caridad y con los que se han hecho
dignos de corrección, o simplemente con aquellos
cuyas familias, por desidia o por comodidad a veces,
no se deciden a educarlos e instruirlos a su costa,
como debieran.
Con una población tan heterogénea no es fácil
hacer marchar a la Escuela, convenientemente.
Ya es bastante que el estado dé facilidades para
instruirse para que todavía deba llevar su tutela hasta
esa edad, y con una desigualdad irritante; y si a todos
se Ies pudiera atender asi, ¡todavía! . . . Para ei
estado es preferible, repito, dar instrucción a milla-
res de personas, por elemental que sea, antes que
desuñar la misma suma para instruir a dos o tres
centenares de jóvenes cada tres o cuatro años que
duran los cursos, y aunque sea con conocimientos
más complejos.
Entre tanto no se haya operado la evolución será
menester independizar los diversos núcleos de modo
que no se perturben unos a otros, tanto en los talleres,
como en las clases; y del mismo modo los taHeres
destinados a producir y los talleres dedicados a la
{46]
EDUCACION Y ARTE
enseñanza, deben funcionar por separado, disponién-
dose una rotación de clases y trabajos que permita
a cada grupo el mayor aprovechamiento posible.
Si se quisiera mantener dentro de las mismas
condiciones actuales a la Escuela, no es posible prever
los ensanches de local y las costosas instalaciones
que se demandarían, en orden sucesivo y progresivo,
a medida que se ordenara y se ampliara el estableci-
miento, aumentando así sus alicientes y el pedido
de becas.
Ya el Director, por exigirlo perentoriamente el
proyecto de reglamento de que me ocupo, piensa
en buscar terrenos en la vecindad de la Escuela, para
ampliaciones inmediatas.
Yo creo, sin embargo, que basta por ahora con
lo que hay, siempre que se contraiga principal-
mente la Escuela a dar instrucción y, si acaso con
lo que en el propio terreno de la Escuela pueda apro-
vecharse de espacios libres, y con los locales exis-
tentes que una más racional distribución de oficinas
y depósitos podría proporcionar, esto bastaría por
muchísimos años para los fines de la Escuela.
Es posible que una serie de medidas, dentro de
un régimen apropiado, permitiera costear un día el
establecimiento con sus propios recursos, pero este
punto deberá estudiarse después que se haya visto
que es posible lograrlo sin menoscabo de la ense-
ñanza, que es el fin primordial de la institución,
si acaso tal cosa puede hacerse honestamente.
Por el momento, lo que debe estudiarse en primer
término y con más detención, es la índole del enseña-
miento que conviene dar y los métodos que deben
adoptarse para mejor llenar este fin nacional, y para
[47]
PEDRO FIGARI
servir lo más eficazmente que sea posible los inte-
reses del país.
He dejado ya expuesta mi opinión a este respecto.
Yo creo que lo más -indicado será ir gradual y razo-
nadamente agregando cursos e instalaciones a medida
que sean requeridas por la enseñanza, debiendo
comenzarse antes que nada por los cursos prácticos
que son los que van a propagar las ideas más sanas
y prestigiosas sobre el arte aplicado, decorativo
e industrial, y a propiciar la creación de un ambiente.
Lo más esencial y urgente será dotar al estableci-
miento de dos o más profesores de enseñanza prác-
tica, fuera de la enseñanza que pueda dar el Director,
para que inicien la transformación y a fin de encau-
zarla cada vez más dentro del plan programado. Para
esto bastan por ahora los locales y tal vez los mismos
talleres existentes que deben ser reformados, com-
pletados y ampliados a medida que sea esto requerido,
y cuanto fuere menester.
Por regla general, y en cuanto lo permita el
régimen actual de mternato, mientras no se opere
la evolución, no deberán darse los mismos cursos que
puedan ser aprovechados por los alumnos en otros
establecimientos públicos de enseñanza.
Como lo propuse hace ya muchos años a la Hono-
rable Cámara de Representantes, podría contratarse
en Europa, dos o tres profesores sobre la base de
dar varios cursos cada uno, con lo cual se podría
obtener un personal idóneo, con poco desembolso.
Hago constar que las apreciaciones apuntadas se
han vertido en el concepto de que la Escuela se
ocupe puramente de externos, pues no concibo como
definitiva institución del estado una escuela de arte,
circunscrita a instruir a dos o tres centenares de
£48]
EDUCACION Y ARTE
jóvenes que han de permanecer por varios años
recluidos. Me parece un régimen absurdo.
Desde luego, ¿con qué derecho, con qué equidad
se aceptan a unos y se desechan a otros, acaso a los
más aptos y necesitados?
Esto es atrasado, injusto e inaceptable. Hay que
cambiar de rumbos resueltamente.
Sí se quiere que la escuela preste servicios, es
necesario hacer penetrar de una vez el espíritu
moderno en aquellos lóbregos claustros, y hacer de
modo que su soplo saludable entre a torrentes, para
vivificar las tristísimas aulas escolares. Hace falta
allí como el sol y la luz, el espíritu amplio que
preconiza la actualidad; hay que desinfectar y hay
que oxigenar y galvanizar ese organismo anémico,
lleno de melancolía.
Las ideas nuevas son las que pueden operar ese
resultado, actuando como la higiene en el orden
físico, como la libertad en el dominio de las con-
ciencias y como la justicia en el campo de las ciencias
jurídicas, sociales y políticas.
El espíritu moderno se caracteriza principalmente
por la descentralización, por la democratización y
por la mayor difusión de las ciencias y las artes, como
bienes sociales, los más estimables.
Para que una escuela de esta clase llene su verda-
dera misión y produzca resultados proporcionados al
sacrificio que implican, debe dar enseñanza y direc-
ción no a un ciento o dos de alumnos, sino a muchos
cientos, a millares, a todos los que la demanden, y
debe hacerse propaganda para que la demanden
cada vez más.
[49]
6
PEDRO FIGARI
Esto es lo práctico y es lo razonable.
Para mantener el régimen de internato, sólo se
pueden aducir dos o más argumentaciones que si
tienen algún valor efectista, no lo tienen efectivo.
Se dice, por ejemplo, que no se sabrá qué hacer
con los jóvenes a quienes no puede educar, ni disci-
plinar la propia familia, el día que no los acepte la
Escuela, como pensionados.
Puede contestarse que esto es de fuerza aparente,
más bien que real, pues a nadie escapará que habría
antes que amparar a todas las mujeres, con igual
criterio proteccionista, cuando las familias no supie-
ran qué hacer con ellas, y con mayor espíritu de
justicia cuando se trate de mujeres menores. En el
mejor de los casos se prestaría, pues, un servicio muy
incompleto; peor aún, muy injustamente distribuido.
Ni hay cárcel de menores, por lo demás, con ser tan
necesaria y, ¿será imprescindible una institución como
ésta para cuidar a los rebeldes, a los turbulentos,
ejerciendo la tutela que incumbe a la familia?
Por otra parte, nada es peor que anexar en un
mismo centro dos instituciones tan poco similares,
por no decir incompatibles, como la corrección de
los díscolos y la instrucción de la juventud ordenada
y estudiosa, y particularmente en escuelas que deben
tener un carácter cada vez más universal, más divul-
gador y más prestigioso. Para darse cuenta de los
inconvenientes de estos organismos híbridos, basta
saber que se han alojado allí en la Escuela, qumce
idiotas! . . .
Estas dos consideraciones, sin acudir a otras con-
vergentes, refutan por sí solas aquella razón que se
aduce en favor del internato.
£50}
EDUCACION Y ARTE
Se alega, en segundo lugar, que los habitantes de
la campaña no recibirían iguales beneficios que los
de la ciudad, no existiendo el intérnate
Esta consideración es también más efectista que
real, pues podría aducirse con igual o mayor razón
respecto de todas las facultades, incluso la de Vete-
rinaria y Agronomía que son los que más de cerca
interesan a la campaña. Es la eterna cuestión: no es
posible que tengan iguales beneficios los que viven
en campaña que los que viven en la ciudad, ni econó-
mica ni socialmente; pero ésta es una desigualdad
que emerge de la naturaleza de las cosas, como la
de que no respiren los habitantes de la ciudad aires
tan puros como los de la campaña. No quiero esta-
blecerlo como una compensación, sino como un hecho.
Puede asimismo refutarse esta argumentación,
recordando que el internato presupone una reducción,
una gran reducción de alumnos, de lo que resultaría
que no se atienden ni pueden atenderse las propias
aspiraciones de los habitantes de la campaña, al res-
pecto, sino en escasísimo número, y lo peor es que
todavía la selección se establece en pro de los menos
meritorios, de los menos dignos.
Y hay que convenir en que para el estado, es
preferible dar instrucción a un gran número — lo
repito una vez más de ex profeso — aunque sea
elemental, antes que constituir un privilegio en favor
de unos pocos y aun cuando éstos reciban una ins-
trucción más compleja.
En último término se aduce, también, que este
régimen permite hacer producir a los talleres de la
Escuela. A este respecto no estoy habilitado aún para
dar una contestación dentro del orden económico,
pero puedo sí, decir que si fuera legítimo hacer pro-
{51}
PEDRO FIGARI
ducir a la Escuela, sosteniendo una competencia de
dudoso linaje con los industriales privados, como lo
hacen ya otros establecimientos, no hay duda de que
se desnaturaliza su fin capital, que es el de enseñar.
Para los fines superiores y bien entendidos del
Estado, al Estado le conviene y le compete más
enseñar que producir, si acaso pudiera esto aceptarse
dentro de ciertas líneas y en casos muy limitados
como el de las cárceles, para las que milita una razón
positiva y fuerte: la necesidad. No hay otro medio
de regenerar — en la significación que admite esta
palabra hoy día: formar hábitos de orden y dar los
elementos personales que se requieren para convivir
socialmente, lo cual no puede obtenerse sin el trabajo.
Respecto de la Escuela, por el contrario, ninguna
consideración compensa los perjuicios de la limi-
tación de la enseñanza, no ya los inconvenientes que
acarrea el contacto de elementos recluidos por su
mala conducta, con los más honestos y anhelosos
de estudiar.
Y en un establecimiento de esta clase, el pupilaje
sólo puede convenir para hacer producir a los talleres,
y para dar oficios. Lo primero no es muy legítimo y
lo segundo no es necesario ni siquiera útil para los
fines sociales, ni eficaz desde que jamás podrá instruir
aprendices una institución pública, ni tampoco man-
tener sus instalaciones en un pie de adelanto tal
como lo hacen los privados. El celo de éstos es
mayor y más persistente.
Y si se quiere agregar el hospedaje para los de
campaña, sería mejor instalarlos a costa del estado
fuera de la Escuela o acordar un número de pen-
siones, o bien distribuirlos como aprendices en los
establecimientos industriales que quisieran aceptarlos
152}
EDUCACION Y ARTE
mediante el alojamiento y la comida, o mediante
cualquier otro convenio, a condición de que se les
permitiera concurrir a la escuela durante dos o más
horas, a instruirse en sus respectivos oficios.
Acaso pueda hacerse esto a base de un estableci-
miento industrial que utilice todos esos brazos, du-
rante un numero dado de horas.
Cualquiera de estas soluciones ofrecería la ventaja
de que no se empaña el prestigio de la escuela, ni se
perturba la enseñanza, si llega como llegan así a limi-
tarse los recursos destinados a dar una instrucción
de la que tanto hay que esperar, para bien del país.
Está en tal descrédito la Escuela por su carácter
correccional, principalmente, y hay tales prevenciones
contra ella, que hasta es conveniente con motivo de
su reorganización cambiarle de nombre, para con-
currir así también a disipar aquellas causas de resis-
tencia, las que serían muy inconvenientes más que
nunca en los instantes iniciales.
Podría llamarse por ejemplo: "Escuela Pública de
Arte Industrial" o simplemente "Escuela de Arte
Industrial" o "Escuela de Arte Aplicado".
Instrucción pública artística. — Es conveniente en
sumo grado que las escuelas públicas despierten
en el niño el concepto del arte y de la belleza, como
se ha hecho en otras partes. Esto concurrirá a formar
el carácter del pueblo, dentro de un plan más alto
y más culto.
En Norteamérica se dirige la instrucción en el sen-
tido de hacer de cada hombre un obrero. Es una
nobilísima aspiración, fuera que es de resultados
incuestionables.
C53]
PEDRO FIGARI
Se trata de formar el carácter de modo que nadie
imponga tutelas sino la de cada uno para sí mismo,
"the selí-control", lo cual prepara a los hombres
para darse una conveniente dirección en la lucha,
sin menoscabo de las disciplinas obligadas por la con-
vivencia y, sobre todo, se preparan hombres idóneos
y no entes incompletos, faltos de convicciones y
expuestos a verse mistificados y explotados más
tarde, por otros más expertos y de menos escrúpulos;
y conviene asimismo, corrió allá, hacer converger a
una aspiración integral, todas las enseñanzas. Nacen
de un plan como éste los elementos de la inteli-
gencia práctica, industrial, positiva, conjuntamente
con las energías del esfuerzo inicial, y de las facul-
tades ejecutivas.
Es conveniente preparar a los ciudadanos y a los
hombres que nos sucedan para que no sólo sean
capaces de comprender y realizar los ideales que es-
boza el porvenir, sino también dignos de sustentarlos.
Y para llenar bien este fin, convendrá aprovechar
la experiencia de los demás, por la que se ha com-
probado que no basta la enseñanza de un arte inferior,
mercantil, sino que se deben abarcar los más amplios
horizontes, para que el educando pueda moldear su
personalidad con los elementos de una cultura supe-
rior. Dar tales enseñanzas a un niño, es dotarlo de
facultades y de recursos tan estimables que difícil-
mente se podrían valorar.
Consejo y Dirección. — Con arreglo al proyecto
de reglamento del señor Director Técnico resultaría
demasiado recargada de tarea y responsabilidad la
Dirección y demasiado circunscrita la acción del Con-
sejo. No se concibe que se reúnan varios ciudadanos
C54}
EDUCACION Y ARTE
para desempeñar funciones tan pequeñas y de tan
escasa importancia; y en cambio, la Dirección tiene
un recargo que haría imposible su marcha,
convenientemente.
La dirección técnica y la dirección superior general
y administrativa deberían independizarse, para que
puedan ser ejercidas con eficacia y para que no se
perturbe la enseñanza que es lo principal, lo primor-
dial, en un establecimiento de este género.
Ocupar a un director técnico con conocimientos
especiales y de vasta erudición en administrar, vigilar
y cuidar de la economía toda del establecimiento,
es anularlo.
El Director Técnico, a mi juicio, no debe tener más
cuidado y preocupación que la de la enseñanza.
Mi programa. — Al redactar mi proyecto de pro-
grama y reglamento he tenido en vista los inmensos
beneficios, cada vez mayores, que deben esperarse
de la divulgación de enseñanzas encaminadas a formar
el criterio, la conciencia del obrero, dentro de un
plan amplio y moderno, desarrollando el espíritu de
observación, de organización, de iniciativa, de aso-
ciación, de inventiva, de ejecución, y formando el
sentido estético, dentro de un orden práctico de ade-
cuación, de adaptación, de ordenamiento, de equilibrio
y de armonía, todo lo cual debe preparar por un
lado, hombres capaces de intervenir provechosamente
en las modalidades más complejas de la producción,
y con sentido práctico, y por el -otro, múltiples fac-
tores de cultura, determinando rumbos más positivos
y razonados a la actividad, como a la producción
general. Este beneficio se anticipará y se acentuará
eficientemente con el régimen de externato, que con-
[55]
PEDRO FIGARI
vierte a cada alumno en portavoz de las ideas y ense-
ñanzas que se vierten en la escuela, hacia todos los
extremos, irradiándose así las luces de la instrucción,
que es uno de los más proficuos bienes que puedan
esperarse.
La acción de esta escuela, en la que podrán abrirse
también cursos de confecciones y otros más apropiados
para la mujer, y sobre todo cuando haya adquirido
un desarrollo proporcionado a la población y cuando
la instrucción pública, y las escuelas de menaje y
del hogar, así como las demás formas de instrucción,
hayan concurrido a integrar con sus elementos el
alma nacional, dándole todas las complejidades que
requiere la vida moderna, puede ser de una trascen-
dencia fundamental en los destinos del país.
Azuzado siempre por el deseo de comprobar más
y más el fundamento de mis opiniones, aproveché
la oportunidad de la visita del eminente maestro don
Santiago Rusiñol, para exponerle mi pian de trans-
formación de la Escuela de Artes y Oficios, y me
es muy satisfactorio manifestar que lo aprobó entera-
mente, afirmando que ese programa estaba de com-
pleto acuerdo con las ideas más prestigiadas, hoy día,
en todos los centros adelantados, y que él anhelaba
verlas implantadas en su país, cuanto antes. Que hace
tiempo que se está luchando allá para llevar ese
anhelo a la práctica, y que en ese sentido él no
había omitido, ni omitirá esfuerzos.
Tengo la satisfacción también de expresar aquí que
el propio Director Técnico señor Thomas Cadilhat
no está de acuerdo y, por el contrario, me manifestó
hallarse en completa disconformidad con el regla-
mento sometido a la aprobación del Consejo.
156}
EDUCACION Y ARTE
Debo suponer, pues, que si lo ha proyectado así
fue por creer que debía mantenerse el viejo régimen,
en el inexacto concepto de que el país no estaba
preparado aún para implantar una institución mo-
derna y avanzada, con ser esto más práctico, más
provechoso y más fácil tal vez.
Como quiera que sea, yo he debido hacer la crí-
tica del proyecto sometido al Consejo a que tengo
el honor de pertenecer, debiendo hacer notar que
no he creído necesario detenerme en los detalles
secundarios y sí sólo en lo fundamental, en la inteli-
gencia de que establecidas las principales líneas
directrices de la Escuela, lo demás puede deducirse
fácilmente.
Montevideo, 20 de julio de 1910.
Pedro Figañ
[57}
CULTURA PRACTICA INDUSTRIAL*
Memorándum provisional - Lo que
DEBE HACERSE
I o ) Transformar la Escuela Nacional de Artes y
Oficios en centro de preparación e información gene-
ral, de amplio externato, agregando a esos cometidos
la propaganda, destinada a prestigiar las mejores
formas de producción nacional en todo el país. Dicho
centro, abierto por igual a todos los que deseen
aprender o informarse, hombres y mujeres, prepa-
raría además al personal de la Instrucción Pública
Primaria para que éste a su vez, pueda formar el
carácter industrioso del alumno, al propio tiempo que
lo instruye teóricamente.
2 o ) Los maestros y maestras deben adquirir cono-
cimientos prácticos de producción, según sus aptitudes,
a fin de que, al rotar, puedan difundir en todo el
país formas múltiples de producción razonada. La
reglamentación dispondrá lo necesario para que la
distribución de esta enseñanza se haga del mejor
modo posible en todo el territorio de la República.
3 9 ) Al mismo tiempo que se tienda a mejorar
las grandes industrias nacionales, debe promoverse la
* Con este título, Figari presentó un plan provisional de enseñanza
industrial al Poder Ejecutivo, en el comienzo de la presidencia de Viera,
marzo de 1915 Lo incluyo en el Apéndice N n 2 de su opúsculo Plan
zenerjl de organización de la Enseñanza Industrial, 1 9 1 7, págs 1 00
a 310
[58}
EDUCACION Y ARTE
mayor variedad posible de pequeñas industrias com-
plementarias, comenzando por las más fáciles y
apropiadas, a fin de que se adviertan inequívoca-
mente las ventajas del estudio y del ttabajo. De este
modo, empezando por lo que es más simple y útil,
fuera de obtener en el país un ambiente más opti-
mista y práctico, podrá hacerse una selección jui-
ciosa tanto en la dirección de las iniciativas indus-
triales aptas para prospetar, cuanto en las aptitudes
personales aplicadas a servirlas.
4 o ) Para empezar, podrían iniciarse los cursos
que cuentan desde ya en el país con profesionales
o industriales capaces de enseñar, teniendo siempre
muy presente que, para no malograr el propósito
primordial de esta institución, deben impulsarse en
primer término las industrias más fáciles y más redi-
tivas, así como que conviene dar preferente atención
a las formas industriales que aprovechan nuestras
materias primas. También deben merecer atención
especial las industrias femeninas, tanto en la capital
como en campaña.
5 9 ) Para impulsar el espíritu de industriosidad
nacional, podría intentarse desde luego el ensayo de
las ramas siguientes de producción, en sus formas
rudimentarias:
Cuero: Curtido, teñido, repujado, trenzado, para
aperos, monturas, arreos, látigos, cojines, estuches,
carteras, valijas, zuecos y demás formas de calzado,
carpetas, encuademación, etc.
Crin, paja, esterilla, caña, mimbre, bejuco, bambú,
junco, cáñamo, esparto, alambre, etc.: Corte, armado,
trenzado y tejido, para cepillos, escobas, esteras, pan-
tallas, parasoles, canastos, cestas, sombreros, muebles,
[59}
PEDRO FIGARI
fiambreras, pajareras, cedazos, jardineras, cuerdas,
envases, cache-pots, etc.
Lana, lino, algodón: Limpiar, preparar, teñir, tejer,
para jergas, fajas, gorros, redes, macramé, cinchas,
colchones, frazadas, cojines, medias, toallas, toldos,
carpas, colchas, carpetas, vestidos, ropa blanca, pasa-
manería, puntillas, bordados, encajes, etc. Corte, zur-
cido, cosido, planchado, lavado, engomado, etc.
Astas y huesos: Cabos de cuchillo, navajas, herra-
mientas, bastones y paraguas; botones, peines, corta-
papeles, boquillas, abanicos, adornos; tallado, tor-
neado, cincelado, etc.
Plumas: Limpieza, preparación, teñido; Duvet para
almohadones, plumeros, etc.
Pieles: Su preparación para industrias de abrigo.
Aves, liebres, conejos, pescado, etc.: Conservas,
salazón, ahumados, escabeches, etc.
Comes y visceras en general: Formas diversas de
aprovechamiento y conservación; jamones, embutidos,
grasas, jabones, velas, etc.
Avicultura, apicultura, piscicultura, sericicultura,
fruticultura, floricultura: Nociones prácticas, elemen-
tales; podas, injertos, etc.
Frutas, legumbres, etc.: Conservas en general, turro-
nes, compotas, jaleas, confites, etc.
Leche, miel, huevos, etc.: Quesos, cremas, cuajadas,
manteca, caseína, dulces, caramelos, yemas, bom-
bones, etc.
Aceites, vinagres, perfumes, refrescos, licores, etc.:
Su fabricación.
Arboles forestales: Su plantación y cuidado; abonos
naturales y químicos, etc.
160}
EDUCACION Y ARTE
Maderas: Corte, preparación, tallado, torneado,
calado, esculpido, ensambladuras, empalmes, machi-
hembres, encolados, encerados, lustrado, barnizado,
etc., para estanterías, camas, catres, baúles, cajas, arma-
rios, sillas y demás muebles; escaleras, bancos, cercos,
verjas, balaustradas, tranqueras, portones; carretillas
de mano, carros, toneles, puertas y ventanas; colme-
nas, gallineros, cobertizos, cigüeñas, instrumentos de
labranza, pisos, marquetería, etc.
Juguetes: De plomo, madeta, trapo, hojalata, car-
tón, etc. (Adviértase la importancia de esta rama
extraordinariamente apropiada a la industriosidad
femenina).
Pintura y escultura: Formas simples de decoración.
Tipografía, zincografía, litografía, grabado, aguas
fuertes, galvanoplastia, etc.: Nociones.
Alfarería: Ollas, vasijas, ánforas, cántaros, envases,
baldosas, macetas, hornallas, ladrillos, tejas, ménsulas
y demás objetos y adornos.
Cerámica, esmaltes, vidriería, orfebrería, etc.:
Vajillas, azulejos, cabujones y demás objetos y ador-
nos (entre otros "vitraux"), cuando no requieran más
que rudimentos de modelado y dibujo.
Metales: Corte, soldaduras, remaches, fundición,
temples, repujados, torneados, forjados, para herrajes
y cerrajes simples, goznes, visagras, etc. Construcción
de utensilios y herramientas, sierras, tijeras, podadoras,
injertadoras, etc.; aprovechamiento de los envases
para pequeñas construcciones (bebederos de aves y
animales domésticos, hornos, braseros, trampas, ralla-
dores, etc.), candeleros, candelabros y arañas, jardi-
neras, verjas, repisas, ceniceros, alhajeros, "vide-
poches", etc., etc.
[61]
PEDRO FIGARI
Granito, mármol, areniscas, ágatas, amatistas, pór-
fido, etc.: Tallado, mosaicos rudimentarios para
diversas aplicaciones, etc.
Construcción: Formas elementales con barro, ma-
dera, ladrillo, cemento armado para tanques, bateas,
piletas, chimeneas, aleros, etc.
Aunque se trate de simples rudimentos de arte
industrial y decorativo, debe tenerse presente la con-
veniencia de encaminar su enseñanza dentro de las
sendas más positivamente científicas, en la inteli-
gencia de que estas prácticas elementales servirán
asimismo de base angular a las formas ulteriores
de producción nacional, que seguirán enseñando
progresivamente, y que el mayor o menor vuelo
de su evolución dependerá, precisamente, de la efec-
tividad de la cultura cimental en que repose. La
orientación que se adopte en los comienzos, es pues,
de importancia fundamental.
6 9 ) Fuera de la enseñanza confiada a las escuelas
rurales, debería mandarse maestros a los vecindarios
donde no hay escuela, a fin de darles, por lo menos,
algunas nociones teórico-prácticas y algunos recursos
de producción. A tal efecto podría constituirse un
cuerpo de maestros ambulantes encargado de recorrer
dichos vecindarios.
Estos maestros tendrían como principal misión la
de constituir centros productores congruentes con las
modalidades y calidad de las materias primas regio-
nales y, como cometido complementario, el dar
nociones prácticas de "higiene" (modo de prevenir
y combatir las infecciones, de destruir los insectos
dañosos, demostrándoles las ventajas del aseo perso-
nal, de la habitación, de los animales domésticos y
{62}
EDUCACION Y ARTE
de corral); de "economía" (ventaja y posibilidad de
agregar al cuidado que demandan la ganadería y la
agricultura, otras formas complementarias de produc-
ción que hasta pueden contrarrestar los efectos de un
"mal año"; la conveniencia que hay en producir "más
y mejor", para mejorar de condición; solidaridad
entre el poblador, el vecindario y el estado; conve-
niencia de cuidar de las sendas, caminos, puentes,
calzadas, desagües, etc., de uso común); y de "estética
racional" (demostrar prácticamente cómo el orden,
la previsión, el aseo y cuidado de la vivienda son
más eficaces y más fundamentales para el esteticismo
doméstico, que el boato y la ostentación; demostrar
en igual forma cómo puede obtenerse por medio del
árbol, la planta y las flores un resultado muy supe-
rior al de los nimios arbitrios de afectación así como
demostrándoles también las consecuencias beneficiosas
que emergen de un ambiente grato, tanto para los
moradores cuanto para el vecindario, y para cimentar
la vida en sociedad).
7 o ) Siendo esta forma de instrucción de efectos
tan proficuos como inmediatos y evidentes, es de
esperar que todos presten un decidido apoyo desde
que van a participar, directa o indirectamente, todos
igual de sus beneficios y, para dar un impulso más
general y vigoroso en todo el país, podrían organi-
zarse Comisiones Departamentales, Seccionales y Veci-
nales, destinadas a facilitar y secundar esta obra de
transformación de la actividad productora nacional.
Dichas comisiones tenderían a propiciar la enseñanza
práctica en sus respectivas regiones y a estimular a los
vecindarios desprovistos de escuelas para que se acojan
a los beneficios dé la enseñanza de modo que en
[63]
PEDRO FIGARI
el caso de no poderse costear por los fondos de la
institución central todos los gastos que ella demande,
propongan las condiciones en que se hallarían dis-
puestas a coadyuvar a dicho propósito.
Esta dobie acción, al llevar a todos los extremos
del territorio una instrucción práctica, y fácil de apro-
vechar y, al dar coparticipación en la dirección y
vigilancia a todos los centros poblados ofrecerá un
estímulo saludable a los habitantes de campaña, por
lo común privados de toda acción directriz, rele-
gados a sus propios recursos, y no por eso menos
compelidos a contribuir a todas las cargas públicas.
8 o ) Sí se quiete crear un espíritu realmente
activo y productor en la campaña, es preciso esta-
blecer estímulos "sociales", como alicientes indispen-
sables para despertar al estudio y al trabajo. A ese
efecto, podrían celebrarse periódicamente ferias, expo-
siciones, concursos con premio, entre otras cosas, por
ejemplo, a la mejor vivienda rústica, al mejor jardín,
a la mejor huerta, a la mujer más laboriosa y hábil,
la más virtuosa, la más bella, etc. Con estos motivos
se asociarían los vecinos y celebrarían festejos locales,
todo lo cual serviría de propulsor sociable, y con-
curriría a conmover el quietismo infecundo del
ambiente campero, debido, precisamente, a la caren-
cia de aquel orden de estímulos.
9 o ) Para mejorar la vivienda de campaña podrían
realizarse concursos de arquitectura rural, que dotasen
de tipos de construcción apropiada, racional y prác-
tica, con los elementos constructivos del país — sin
excluir el terrón y la paja — ya sean de un solo
material o mixtos, tratando de conciliar su practí-
cabilidad con su esteticismo, y tomando nota de
{64}
EDUCACION Y ARTE
todo lo que pueda servir a dicho fin: la manera de
orientar, de decorar, y de ordenar la huerta, el jar-
dín, el cerco, etc
10) Con igual propósito, podrían realizarse su-
cesivamente muchos otros concursos, por ejemplo,
para proveer a los campesinos de un modelo de
botiquín, y de una caja de herramientas, con las res-
pectivas instrucciones para el empleo; un modelo de
telares, de torno, de tonel para agua, de programas
de recreo y fiestas camperas, etc., etc., todo lo cual
serviría a la vez para ejercitar la mentalidad nacional
con un criterio propio, y para examinar y satisfacer
de igual modo nuestras verdaderas necesidades y
conveniencias regionales, en vez de proceder por
imitación, etc., etc.
Montevideo, marzo de 1915.
Pedro Figari.
• # •
Fundamentos del Plan
Hace ya muchos años que se siente la necesidad
de despertar de su indolencia habitual a nuestro po-
blador de campaña, sin que las tentativas hechas en
tal sentido hayan obtenido éxito.
Para lograr que nuestro productor alcance un
grado de diligencia y de competencia que le permita
intensificar sus formas de acción, es preciso no sólo
instruirlo sino también estimularlo. La instrucción
misma requiere ser práctica, aunque razonada, más
[65]
7
PEDRO FIGARI
bien que teórico-abstracta, cuya aplicación resulta
punto menos que imposible. Hay que enseñarlo "a
producir riquezas" y hay que datle "alicientes" para
inducirlo al trabajo, puesto que, de otro modo, no
podrá esperarse una evolución sensible en sus formas
ordinarias de acción. Bien vale la pena, por lo demás,
de que el estado se preocupe seriamente de este
factor tan importante en la economía integral de la
nación, el propio que nos sirve para atender necesi-
dades y aspiraciones cada vez mayores. No sólo es
hábil el exudar de este sustentáculo fundamental e
insustituible del organismo nacional, sino hasta hu-
manitario hacerlo.
Ante todo, es menester formar el "ambiente produc-
tor nacional". Para ello no basta que haya un alto por-
centaje de "hombres instruidos"; es preciso que haya
un gran promedio de hombres que "sepan" trabajar y
que "quieran" trabajar, a fin de que el espíritu de
empresa y de asociación pueda determinar las formas
cooperativas del "esfuerzo productor progresivo",
puesto que, de no ser así, se embotan las mejores
iniciativas en el pasivismo y la indiferencia del
ambiente campero, y los más animosos, ellos mismos
no encuentran más camino que el de la ciudad, para
desarrollar más fácilmente sus actividades. En la
ciudad, aunque se haga una vida más activa, general-
mente se vive no como productores, sino como inter-
mediarios "auxiliares" del productor, cuando no para-
sitariamente a su espalda.
Se ha pensado que las culturas intelectivas supe-
riores, especulativas o industriales, podrían determi-
nar un gran cambio en la acción productora; pero
no ha resultado así. Es que el pueblo sólo puede
transformarse por evolución, y toda forma evolutiva,
[66}
EDUCACION Y ARTE
como que se opera necesariamente pasando de lo sim-
ple a lo complejo, exige que el esfuerzo proceda en
forma gradual, porque si es posible acelerar este pro-
ceso, no se le puede invertir provechosamente.
Para iniciar, pues; de un modo racional la cultura
artístico-industrial del país, hay que fundamentar lo
más y lo mejor posible "la base", comenzando por
las formas rudimentarias de arte utilitario, múltiples
y muy difundidas, a fin de ir desde allí por selección
de direcciones y de aptitudes, hasta lo complejo,
intenso. A medida que el ingenio se esgrime en las
formas simples de producción, va revelando poco a
poco, "críteriosamente", nuevas perspectivas viables,
y mayores aptitudes, si las hay, para intentar, en
terreno conocido, otros ensayos de expansión y mejo-
ramiento: así es que se opera la evolución. Tal pro-
ceso, genuinamente natural y racional, tiene además
la irremplazable ventaja de realizarse en forma
"constructiva", esto es, de una manera firme y pro-
gresiva, en tanto que, por medios inadecuados, se
marcha al azar, expuestos a cualquier fracaso.
Dentro de la forma evolutiva, cada uno va aquila-
tando sus vocaciones y aptitudes, inequívocamente.
Los ensayos juiciosos, como una serie de tamices, van
colocando a cada cual en su plano, "al demostrarle
lo que puede hacer mejor"; van ordenando, a la vez,
las direcciones industriales por sus vías más seguras y
prolíferas, y, todavía, lo más halagador, es que al
propio tiempo que se van seleccionando así aptitudes
y direcciones productoras, "se plasma el ambiente
regional consciente", en el que las diversas culturas y
las propias modalidades sociales no son ya exotismos
y afectación, sino frutos espontáneos del medio.
Bien, pues: este resultado es el más promisor, tanto
[67}
PEDRO FIGARI
moral como materialmente, por cuanto el carácter
superior de un pueblo y su mismo bienestar emergen,
precisamente, de dicho ordenamiento.
Muchas otras ventajas derivan de este modo de
encarar la cultura general del país : la mayor difusión
de sus beneficios; un mayor optimismo para consi-
derar el resultado probable de un esfuerzo productor;
el abaratamiento de la vida, incompatible con las
culturas suntuosas, o simplemente prematuras, etc.
En las mismas naciones más aristocráticas, de larga
tradición, se lamenta el culto del lujo, y se palpan,
cruelmente a veces, los efectos perniciosos del pro-
letariado intelectual — consecuencia ineludible de
este desvío — donde se esterilizan verdaderas legio-
nes de elegidos. Pero, allá, si estas formas culturales
tienen una explicación, siquiera sea, aquí ni eso tie-
nen, porque no responden a ninguna necesidad ni
a ninguna tradición propia; y, por lo demás, ni se las
concibe lógicamente incorporadas a la vida nacional
donde los productores estacionados, requieren todavía
grandes extensiones de tierra para vivir una vida
semiprimitiva.
Se ha ensayado el profesionalismo y la esperializa-
ción sin obtener un resultado eficaz, ni proporcio-
nado a las erogaciones que esas iniciativas deman-
dan. La antigua Escuela Nacional de Artes y Oficios
ha fracasado por un triple vicio constitucional: "falsa
orientación de la enseñanza", que tiende a formar
profesionales más bien que obreros conscientes; "el
internato", que reduce a una cifra exigua de alumnos
la acción del enseñamiento, y le quita a éste la salu-
dable influencia de la propaganda que va ejerciendo
el alumno, en forma latente, cuando está en contacto
con la sociedad y, por último, "forma errónea de
[68}
EDUCACION Y ARTE
selección" en el reclutamiento de los alumnos, por
la que no se busca a los más aptos, más disciplinados
y más deseosos de aprender, como debiera hacerse
dentro de un régimen de internato limitado. Las
especializaciones han resultado, quizá, prematuras. No
hay ambiente preparado aún, para que ellas puedan
producir los efectos vigorosos que se esperaban. Para
ello habría sido necesario que se hallaran precons-
tituidas formas empeñosas de producción, ávidas de
consejo técnico para intensificar y mejorar la acción,
no ya obreros expertos, capaces de secundarla. Es por
esto que entre nosotros tales instituciones no se han
podido identificar con la conciencia pública ni con
la vida nacional, como ocurre en Norte América,
por ejemplo, donde constituyen una fuerza moral
eficaz, que el pueblo apoya resueltamente.
El plan general de la instrucción pública, si bien
es avanzado y ha prestado importantes servicios, no
basta para llenar los fines integrales de la nación, ni
lo pretende, porque es de naturaleza y de efectos
principalmente teóricos. Es indispensable, pues, llenar
la necesidad "primordial' 1 de producir riqueza, que
es angular en la sociedad. ¿Qué puede hacer el
"teórico", que no sea enrolarse en las filas de los
burócratas, o en la de los "intermediarios" que viven
sirviendo de algún modo, es verdad, pero siempre
a expensas del productor? ¿Qué puede producir el
que jamás ejercitó su ingenio en el sentido de trans-
formar y utilizar las riquezas naturales? De esta
laguna deriva la empleomanía, con sus tentáculos
insaciables, y las diversas formas del proletariado
intelectual, el que resulta ser un elemento de desequi-
librio en la economía pública, precisamente porque
es un evolucionado mental, "subjetivo", simplemente,
(693
PEDRO FIGARI
el que exige formas superiores de convivencia y la
incorporación de refinamientos, sin aportar más nada
que su "aspiración". Es de este modo que se conges-
tiona la capital y que se demandan grandes comodi-
dades, y hasta lujos urbanos, al mismo tiempo que
los rurales permanecen casi inertes, acentuándose así
la dificultad financiera, de día en día; es de este modo
que América ha dejado tan pronto de ser "América",
y que en vez de explotar y usufructuar sus super-
abundantes, inmensurables riquezas, se aplica, inquie-
ta, a estudiar "el expediente" financiero.
Sólo cuando enseñemos también a producir, podre-
mos realizar fácilmente nuestros sueños y aspiracio-
nes legítimas de engrandecimiento.
Montevideo, marzo de 1915.
Pedro Figari.
170]
LO QUE ERA Y LO QUE ES LA
ESCUELA DE ARTES *
La ex Escuela Nacional de Artes y Oficios, que
funcionó por unas cuatro décadas y que tuvo algunos
momentos de auge, si bien muy onerosos según se
me ha informado, fue decayendo y acentuando su
hibrídismo a un extremo tal que habría sido difícil
definir la verdadera naturaleza de dicho estableci-
miento. Tenía, sin embargo, más carácter de prisión,
o de reformatorio, que de escuela. Era "la pesadilla"
de la Administración Pública. No se sabía qué hacer
con ella; y hoy es ya una institución abierta, liberal,
esencialmente liberal, que hace honor al país.
No sólo su aprovechamiento, y el propio aspecto
del edificio tanto exterior como interiormente, no
respondía a sus necesidades, sino que el funciona-
miento de la Escuela era de una manifiesta ilogici-
dad. Los talleres y las instalaciones estaban dispuestos
de tal modo, que, si a primera vista podían parecer
aceptables, o aun buenos, no resistían al menor aná-
lisis. La fuerza motriz se distribuía y se malgastaba
de un modo verdaderamente lamentable. En algunos
talleres, bastaba que un alumno afilase una simple
herramienta para que todas las maquinarias se mo-
viesen a la vez. Los materiales, valiosos a veces, se
abandonaban hacinados. Los locales de los talleres,
* Este informe lo publicó Figari en el Apéndice N"? 1 de su
opúsculo Plan general de organización de la Enseñanza Industrial, 1917,
págs 69 a SI.
C7U
PEDRO FIGARI
fuera de hallarse mal distribuidos, no tenían a menudo
ni aire ni luz, bien que era fácil atender esta elemen-
tal necesidad, y es así que se ofrecían lóbregos y poco
apropiados para inspirar el deseo de trabajar, así como
para dar nociones de ordenamiento, lo cual es tam-
bién uno de los deberes de la escuela. Todo denun-
ciaba allí la falta de un criterio regulador, y todo,
pues, estaba dispuesto para deseducar más bien que
para llenar su misión esencial.
En los talleres había una gran profusión de carte-
les, con estas leyendas: Silencio; Silencio y respeto;
Máquinas sucias convienen a gentes sucias; Un lugar
para cada cosa y cada cosa en su lugar; El que roma
la sierra quedará arrestado; El que eche a perder la
madera por tercera vez al hacer los ejercicios, será
arrestado; etc.
El régimen disciplinario era de un rigor tan incon-
sulto, que rayaba en lo arbitrario. Se usaba despóti-
camente de la autoridad, altanera y aun brutal, y se
abusaba de los castigos para inducir al orden a una
raza como la nuestra, cuya característica es la altivez.
Cualquier miembro del personal, hasta el más ínfimo,
podía a menudo aplicar el arresto dominical por sí
mismo. De aquí que se manifestase dicho régimen
tan poco fructuoso, de un modo tan pertinaz.
El aprendizaje se hacía por "ejercicios", que co-
menzaban por dar una falsa y pobrísima idea de la
materia prima. Esos ejercicios, todos fragmentarios,
abstractos, ejecutados con madera, con metales u
otro material, constituían en vez de un enseñamiento
provechoso, como lo es el enseñar a sacar el mejor
partido práctico de todo elemento natural, un modo
sistemático de inutilizar la materia prima. Una vez
hechos los ejercicios, a veces muy penosamente, como
[72]
EDUCACION Y ARTE
que no tenían empleo alguno, se atrojaban o que-
maban, cuando no alcanzasen el honor del tablero
o de la propia exposición. El alumno no podía ver,
así, una aplicación juiciosa e integral de los materiales
de su oficio.
Dichos ejercicios se enunciaban por su número
ordinal, no por su nombre siquiera, y la finalidad de
los mismos, en algunos talleres por lo menos, no se
mencionaba jamás. Las iniciativas del alumno que-
daban así por completo ahogadas. Sus facultades
superiores, por inútiles, quedaban entumecidas a poco
andar, y su propio aspecto tomaba el aire macilento
de un reflejo de las paredes grises, enmohecidas, del
taller. Los alumnos no pensaban, según me decía
un antiguo empleado de la Escuela.
Apenas suprimí el régimen de los ejercicios, radi-
calmente y de un solo golpe, parecía que la insti-
tución se venía abajo. Todos pensaban, en el esta-
blecimiento, que era insustituible aquel régimen, tan
cómodo para la Ditección y para los maestros, cuanto
estéril para el enseñamiento. No obstante, pasados
los primeros momentos de estupor, hizo eclosión el
propósito de proyectar entre los alumnos, y desde
entonces se apoderó de ellos una pasión ardiente por
idear, por crear. Este efecto, tan saludable, es el que
cambió de inmediato la fisonomía de los muchachos,
la de los talleres y la de la propia Escuela, cambio
que apreciaron muchos de los que la habían conocido
antes, con verdadera sorpresa y con honda satisfacción.
Para ver mejor el estancamiento a que sometía el
anterior régimen, conviene decir que aquellos ejer-
cicios, mil veces repetidos, así como un juego de
comedor cutsi, y otro de escritorio, de estilo maca-
rrónico exquisito, estos dos amueblados, con los ejer-
[73]
PEDRO FIGARI
cicios, fueron enviados por tres veces consecutivas a
las exposiciones del Viejo y Nuevo Mundo. Parecía
que todo esto era insuperable, la última palabra en
el arte de enseñar y construir. Verdad que ya era
excepcional el hecho de que en la Escuela se cons-
truyesen objetos integrales alguna vez.
Pero, no es esto lo peor. Ni es lo peor que dichos
objetos hayan sido devueltos por la Oficina de Expo-
siciones después de tanto viaje, en un estado lamen-
table; hechos añicos. Lo peor es que fueron premiados.
Esto, que sólo ilusiona a los crédulos y que nunca
debe sorprender al expedente, era lo que mantenía
la seguridad de que todo marchaba en la Escuela por
el mejor de los ríeles.
Por otro lado, en tanto que una multitud de ado-
lescentes de ambos sexos, de la capital y de campaña,
en tanto que esa multitud, que cuenta por decenas
de millares, reclamaba instrucción productora prác-
tica, no la recibía y, en cambio, se le daba instrucción
a los díscolos preferentemente, 2 a unos doscientos
más o menos, que permanecían recluidos por varios
años en esa Escuela; y a éstos mismos, en vez de
dársela práctica, se la daban teórica en los propios
talleres llenos de máquinas y herramientas, talle-
res costosos que, para colmo de ironía, demandaban
aumentos de instalación constantemente. El promedio
3 Según se ve, esta Escuela, en la que se comenzaba por hacer
una selección al revés, confiaba enteramente en los beneficios de la reclu-
sión completa del pupilo, cuando, en vez, el exrernato cieñe entre otras
ventajas la de permitir una propagación continua de las enseñanzas en
el medjo social, lo cual es más que en otra parce alguna aquí, de
efectos favorables, así como mantieae más vivos los vínculos de afecto
y de responsabilidad de la familia, y los propios sociales, todo lo cual
es provechoso Pocas veces se ofrecerá un caso más típico de absurdos
y enrevesam lentos en una institución, ni tampoco que el simple prestigio
de la imitación incite tanto a su mantenimiento.
EDUCACION Y ARTE
anual de egresados, por lo demás, era demasiado
ínfimo, aunque hubiera sido pasablemente preparado.
Calculado en tres y cuatro años el curso escolar,
resultaba un promedio de unos cincuenta o sesenta
anuales.
Así funcionó dicho establecimiento por tantos
años, a pesar de haber desfilado por el Consejo
muchísimos conciudadanos de todas las profesiones y
gremios, de reconocida ilustración, por otra parte,
así como de indubitable patriotismo.
Esto, deseo hacerlo constar no como un vano des-
ahogo a los fracasos reiterados que sufrí, en mi pro-
longado empeño de dar otro carácter a esa escuela, 3
a la que, a mi ver, era indispensable ajustar, por lo
menos a ella, en el sentido de satisfacer la vital
necesidad de enseñar las formas prácticas de produc-
ción industrial en nuestro país; esto lo hago notar
simplemente como una prueba irrefragable respecto
de lo fácil que es equivocarse, aun dentro de una
vasta ilustración general, en este orden de asuntos
tan arduos.
Hoy, en esa escuela, antes tan sombría como estéril,
en un solo año y medio de aplicación del nuevo
régimen, orientado en el sentido que expresa el
informe, se ha operado un cambio tan saludable y
tan promisor — fuera de la obra realizada — que ha
merecido plácemes generales de la prensa así como
de cuantas personas competentes la han visitado. 4
8 Véase el apeo dice Nútn 2 Antecedentes de la reforma
* Casi toda la prensa de la capital ha aplaudido la reforma, en
vista de los efectos alcanzados, y entre otras publicaciones autorizadas
e interesantes, quieto mencionar The Montevideo Times, que, en un
editorial encabezado con el título "Modelo Uruguayo de Escuela Indus-
trial", decía entre otros juicios lisonjeros. "En el presente, una exhibi-
ción de los trabajos de los alumnos, es justamente una prueba del alto
[75]
PEDRO FIGARI
Ahora, por de pronto, se trata de enseñar a sacar
algún parado de todo material, por ínfimo que sea,
en la inteligencia de que esta enseñanza es más razo-
nable y de mayor provecho moral, social y económico.
Suprimido el internato, ha podido aumentarse al
doble, desde los primeros meses, la población esco-
lar, mixta hoy día- Antes funcionaban ocho talleres;
hoy funcionan doce más, fuera de otras nuevas sec-
ciones y clases, y fuera de diversos trabajos prepara-
torios realizados en el sentido de ir aumentando las
enseñanzas productoras. No sólo se han debido ins-
talar éstos, y alimentarlos todos dentro de una actua-
lidad de gran carestía, como es ésta, sino que debieron
grado y de la excelente educación implantada en. esta República» que
Insta hace de este país el más industrial en el conrinence de Sud América"
< Enero 9 de 1 ! )17) Por otra parte, el señor Ministro de Inglaterra
don Alfredo Mitchell Iones, ilustrado cultor de asuntos escolares, mani-
festó al señor Ministro de Industrias, don Hilario Helguera ( hijol , en
el acto de inaugurarse la exposición, que, Ken que hubiese recorrida
medio mundo, no había enLOntrado una exposición escolar de esta
significación e importancia, en la que todos los objetos confeccionados,
en todas las secciones, han sido mateiu de estudio particular, y tienen
un seJlo propio, que era tal su importancia, que convendría invitar a
una comisión de personas competentes de la República Argentina, para
que la visiten
De igual modo, recordamos también juicios muy favorables del
señor J W Bland, corresponsal de The Ttmes de Londres, del doctor
Goldsmith, ««Metano de la Institución Carnegie, de Norteamérica, del
arquitecto Gactauo Moietti eu^araaili pnr el Gobieroa Italiano de
la Conservación de los monumentos públicos de Italia, del profesor
arquitecto José P Catre, del ingeniero Ernesto Matipas, del arquitecto
Annoni, de los senadores doctores Antonio M Rodríguez v Juan Agutrre
y González, del doctor Baltasar Brum, Ministro de Relaciones Extenores,
del doctor Juan J de Amézaga, «c-Ministro de Industrias, del doctor
Benito M Cuñarro, Presidente de la Alta Corte, del Intendente de la
Capital, doctor Francisco Accinelli, del señor Santiago Rivas, Ministro
de Obras Publicas, del señoi Joaquín C Sánchez, Ministro de la Guerra,
del doctor Rodolfo Mezzera, Ministro de Instrucción Pública, del señor
Marcial Martínez de ierran, e-t-Mmistro de Chile, del señor James M
Wordie, profesor de Geología de Glasgow y de Cambridge, (miembro
científico de la Expedición Schakleton) , del doctor Daniel García
Acevedo, Presidente del Vivero Municipal y de la Granja de Agricultura;
del doctor Justo Cubiló, Secretario de la Alta Corte de Justicia, del
doctor Carlos Rodríguez Etchart, Decano de la Facultad de Ciencias
Económicas y profesor de las Universidades de Buenos Aires y La Piara,
del doctor Julio Muró, ex-Mimsrro del Interior, del doctor Emilio
£7é]
EDUCACION Y ARTE
reinstalarse y ordenarse también los viejos talleres,
algunos enteramente, y se ha provisto a las máquinas
de gran cantidad de aparatos protectores contra acci-
Se han abierto, sólo en el patio, diez y seis grandes
lucernarias sobre las bóvedas de la planta baja, para
dar luz a los talleres de Carpintería y Ajustes, que
eran tenebrosos, y se han reformado las de los corre-
dores; se han abierto veinte ventanas uniformando
y reformando todas las aberturas exteriores e inte-
riores, disponiendo todas las^ banderolas de los cuatro
frentes, o sea más de cien, de modo que puedan
abrirse a voluntad, con un aparato ideado y ejecu-
Barbaroux, ex-Msnistro de Relaciones Exteriores y actual Rector de la
Universidad; del señor Luis J Supera lelle, Presidente del Banco de
Seguros, del doctor Ser apio del Castdlo, Director del Banco de la
República, del señor Gerard Teague, Gerente del Ferrocarril Noroeste,
del ingeniero Enrique Echeverry, Director de la Escuela de Agronomía,
del ingeniero Eduatdo García de Zuñiga, Director del Puerto de Mon-
tevideo, del doctor Alfonso Pacheco, Fiscal de Gobierno, del doctor
Rafael Muñoz Ximénei, Inspector Geneial de Policía Sanitaria Animal,
del señor Emilio Fournié, Inspector Técnico de Instrucción Pública, del
señor José H Figueira, ex-Inspcctor Técnico de Instrucción Pública, del
señor Señen Rodrigue*, Jeíe de la Administración de los Bienes del Estado,
del ingeniero Alfredo Ramos Montero, Inspector Nacional de Ganadería
y Agricultura, del señor Jocelyn Spek, Secretario de la Legación Britá-
nica, del doctor Francisco Gigliani, ex-Presidente de la Junta Económico-
Administrativa, del señor Santiago Fabini, Presidente de la Cámara de
Industrias, de los señores Diputados, doctor Domingo Arena, doctor José
F. Anas, doctor César Miranda, doctor Félix Ec heves t, señor Carlos
Ameglio, del doctor José Scosena, ex-Director de la Asistencia Pública
Nacional, del señor Pablo Fontaina, Director de la Escuela Superior de
Comercio, del Profesor Mauricio A Lamme, Director del Instituto de
Geología y Perforaciones, del señor César Dupont, ei-Director de la
Escuela de Artes y Oficios, y de los señores ex-Consejeros de la misma,
doctor Ricardo Vecino, Diputado, ingeniero Luls Guillot, Director de
Paseos y Jardines, ingeniero Eonque Danree, señor Juan Domingo Lanza;
doctor Eduardo Jiménez de Aréchaga, doctor Ildefonso García Acevedo;
doctor Juan Vicente Algorra, señores delegados del Congreso Pan Ameri-
cano de Washington, ingeniero Juan Monteverde y doctor Adolfo Berro
García, de los señores delegados del Brasil al Congreso del Niño, de
Buenos Aires, de los señores delegados de la Comisión Nacional de
Fomento Rural, de los doctores José P Várela y Callos Sienz de
Zumarán, de la Direaión General de Instrucción Pública; del señor
Jorge West, Gerente del Banco de la República, del señor Carlos W.
Drever, Gerente del Banco Británico, del señor Eduardo B. Anuya,
[77}
PEDRO FIGARI
tado en la Escuela, de mínimo costo, y eficaz. Fuera
de muchas otras refacciones del edificio, e instalacio-
nes, se han cambiado los balcones del frente y la
balaustrada del patio, hoy de mármol blanco, así como
el revestimiento del zócalo, a una altura de un metro
56 centímetros, para lo cual se aprovechó el mármol
de las mesas del refectorio, innecesarias ya dentro del
régimen actual; se han decorado casi todos los talleres,
con intervención de los alumnos; los talleres han
contribuido todos, de una u otra manera, a todos los
trabajos (debiendo mencionarse especialmente en este
punto, los de Mecánica, Carpintería y Herrería), así
Director de la Oficina Nacional del Trabajo, de los señores ingenieros
Juan P. Fabmi, Axel Sundberg, José Chiappara, de los señores arqui-
tectos Eugenio P Baroffio, Camilo Gardelle, Alfredo R Campos.
Humberto J. Pittaraiglio, Candido Lerena Joanicó, Fernando Capuiro,
Carlos Terra Urioste, Carlos Herrera Mac Lean, Gonzalo Vázquez Barriere,
Raúl Bauza, José Mazzaia, etc , de los señores artistas, Pedro Blanes
Víale, Pablo Mané ( hijo) , Cesáreo B de Quirós, Alfonso Brocqui,
Carlos A Castellanos, etc , de los señorea doctores Pablo de María,
José María Castellanos, Alberto Nm, Emilio Fnigont, Alfredo Furrio!",
Alberto CibiJs Larravide, Jaime F de Nevares, Alfredo Arocena, Carlos
Prando. Rodolfo Sayagues Lasso, Matías Alonso Criado, Daniel Castellanos.
Vicente Barcia, Alfredo Echevarría, etc , de los doctores Carlos Nery,
Jaime H Ohver, Luis Morquio, José Maingmou, Sebastián Rodríguez^
Francisco Vidal y Cuervo, Santiago Puppo, Rodolfo Fonseca, Eugenio P
Lasnier, Luis M Surraco, Alberto Galeano, Atdio Bngnoli, Agustín
Sanguinetti, Damián Aicardi Bossio, Tomás E Gallaugher, J López
Lindner, Presidente de la Sociedad de Medicina Veterinaria, etc , de los
periodistas Adolfo Agono, Perfecto López Campala, Vicente Basso
Maglto, Vicente A. Salaverry, Carlos Sabat Ercascy, César Alvarez
Aguiar, etc.; de los señores David Hooper, George Anderson, Enrique
Legrand, Alfredo Behrens, Juan Carlos Muñoz, Jefe Político de Sonaao,
señor Roberto Zubia, Director de los talleres del Puerto, señores Juan P.
Maupás, Julio Mousqués, Raúl Terra, Francisco Canale Stvon, Charles
Clárenos Horton, Alejo Rossell v Rius. Cesar Batüe Pacheco, Rafael N
Tabarez, Alberto Cibils, Fermín C Yeregui, Carlos Mandiüo, Pedro
Velleda, Horacio Asehen. Agr Orosman Acosta Viera, Oscar Fischer,
Raúl Sienra, Arturo Ricart, Ignacio Oliveras, Juan J Dornaleche, Alberto
Urtubey, Luciano Lasserre, Frantz Ruerre. Comandante del "Uruguay".
Setembnno E Pereda, Eduardo Vázquez (hijo), etc, etc Resultaría
interminable hacer una nómina completa, en la que sería también
preciso incluir muchos otros nombres, así como gran número de dis-
tinguidas damas, nacionales y extranjeras, que han honrado a la Escuela
con su visita y a la Dtrección con sus estimables testimonios de
aprobación.
[78]
EDUCACION Y ARTE
como se han asociado y se asocian los talleres y los
alumnos, a cada paso, para realizar obras. Se han
decorado el vestíbulo y la puerta cancel de entrada,
de modo que den la idea, desde el primer instante,
al que visita el establecimiento, de que allí se cultivan
las artes productoras, con algún criterio por lo menos.
Hoy, el edificio, interiormente, es ameno; atrae,
como debe hacerlo todo local escolar, y mantiene
cinco grandes salas de exposición de los trabajos reali-
zados en la Escuela durante el antedicho período,
de un año y medio, que cuenta este provisoriato.
He aquí un resumen de los trabajos realizados:
Taller de Dibujo del natural, Composición Deco-
rativa (fundados en 28 de agosto de 1915 ) y Pintura:
Más de dos mil quinientos estudios y composiciones
del natural, y algunas de éstas sobre la base de docu-
mentaciones arqueológicas americanas. Casi todos estos
estudios han sido utilizados, de una u otra manera,
en las obras de la Escuela.
Debo hacer constar que la Intendencia Municipal
y la Dirección de Paseos y Jardines, así como el
Jardín Zoológico del señor Alejo Rossell y Rius, han
contribuido a los estudios de esta Escuela, donando
modelos naturales o permitiendo que se puedan apro-
vechar por los colaboradores, maestros y alumnos de
la misma, generosamente. Algunos particulares tam-
bién han contribuido, de igual modo, a este propósito
( señora Isabel C. de Castro, señora Olga C. de Várela
Acevedo, don Luis Bereta, señora Rosa F. de Platero,
doctor Damián Aicardi Bossio, y otros), así como
a los demás que interesan a la enseñanza. No debo
dejar de mencionar, muy particularmente al distin-
£79]
PEDRO FIGARI
guído compatriota ingeniero don Luis Pastoriza, que
ha donado un valioso lote de maderas americanas.
Para aprovechar de los preciosos coleccionamientos
americanos que guardan el Museo de La Plata y el
Museo Etnográfico de Buenos Aires, han ido la Direc-
ción, sus colaboradores, maestros y alumnos de la
Escuela a estudiarlos y a tomar nota de los mismos.
Debo expresar aquí, que dichas instituciones han dado
todas las facilidades posibles, con una cortesía
insuperable.
Taller de Modelado y Moldeado: Ciento ochenta
trabajos y estudios hechos en el mismo orden de
ideas a que acabo de referirme, y también en gran
pane utilizados prácticamente.
Clase de Modelo Vivo (fundado en agosto de 1915):
Se han realizado grandes progresos en esta clase,
instituida dentro del régimen más liberal que pueda
darse. Concurren artistas, aficionados, obreros, estu-
diantes y alumnos. Si bien sólo se exhibe una pequeña
parte de los trabajos y estudios hechos en clase, puede
verse el resultado de la misma.
Mecánica, Ajustes y Soldadura Autógena (este
último fundado en setiembre de 1915): Se han
construido varias máquinas, algunas complejas, un
horno para fundir metales, diversos tipos de aparatos
protectores, entre ellos uno de invento del compa-
triota don Horacio Ascheri, y se está trabajando en
un cimógrafo, invento de otro compatriota, el agri-
mensor don Orosmán Acosta Viera. Se están termi-
nando un guinche y una caja de hierro ideada en
la Escuela. Se han construido múltiples herrajes y
cerrajes, herramientas, un mechero de gas para el
horno de ensayos de esmaltes, de cerámica, y hay
[80}
EDUCACION Y ARTE
multitud de máquinas y aparatos en vías de ejecución.
Fuera de todos estos trabajos — todos prácticos — son
innumerables las obras diversas realizadas por estos
talleres.
Fundición en hierro y bronce y Sección de fun-
dición de bronce a cera perdida (fundados en abril
de 1916) : Se han fundido más de setecientas piezas,
algunas de verdadera importancia y algunas, también,
de valor artístico.
Herrería: Se han hecho más de cuatrocientos tra-
bajos diversos, todos prácticos también, entre otros,
fraguas, cocinas económicas, jardineras, porta-mace-
tas, chimeneas, faroles de hierro forjado, así como
los calados de hierro de la puerta de entrada, y cancel
de la misma.
Fraguado y Repujado fuerte en metales (fundado
en octubre de 1916): Además de sus fraguas y otros
montajes y herramientas, ha construido una gran
bandeja de bronce repujado y cobre (motivos regio-
nales), varios sopones para gongs, candelabros,
faroles, etc., etc.
Carpintería y Sección rodados y muebles rústicos
(fundada esta última en marzo de 1916): Ha hecho
fuera de las puertas, ventanas, instalaciones de los
diversos talleres y otros varios trabajos de obra
blanca, algunos rodados, once juegos completos de
comedor, dormitorio, hall, modelos originales, que
pueden servir tanto a los alumnos egresados cuanto
a los rurales; a los primeros, como una ocupación
y a los últimos, para amueblar sus viviendas por
medios económicos y de un modo confortable.
Además, ha construido escritorios, bibliotecas, boti-
[81]
8
PEDRO FIGARI
quines, repisas, sillones, sillas, etc., etc., dentto de un
tipo rustico.
Mueblería y Taracea (fundada esta sección en
marzo de 1916) : Se han hecho ocho amueblados
completos de dormitorio y de comedor, de estilo
moderno, origínales, algunos de lujo, fuera de otros
muebles e innumerables trabajos, algunos regionales;
un juego de oficina, casilleros, bibliotecas, etc.
Escultura en madera (fundado en agosto de 1915 ) :
Se han realizado ciento siete trabajos diversos, escul-
pidos y tallados sobre motivos americanos, principal-
mente, todos de índole práctica, y por lo mismo,
aprovechables.
Rodados (fundado en agosto de 1916) : Se han
hecho dos rodados completos, dignos de mencionarse,
y hay dos más en ejecución, fuera de las instalaciones
del taller y de sus herramientas.
Alfarería (fundado en mayo de 1916): Este taller
ha ensayado unas treinta arcillas nacionales, fuera
de otras tierras americanas y caolín, y se prepara
a hacer esmaltes. En este taller se han hecho más
de doscientas piezas originales, o inspiradas, principal-
mente, en las viejas cerámicas americanas.
Mimbres, juncos, etc. (fundado en setiembre
de 1915): Este taller ha realizado doscientos veinte
trabajos diversos, algunos de importancia y todos de
carácter práctico.
Vitraux (fundado en setiembre de 1916): Este
taller ha realizado más de trescientas piezas, de tipo
original, algunas regionales de verdadero mérito
artístico.
r 82}
EDUCACION Y ARTE
Labores femeninas (fundado en setiembre de 1916):
Este taller, como el anterior, ha sido de una gran
fecundidad. Se han hecho setenta y ocho almoha-
dones y otros setenta y nueve trabajos, panneaux
decorativos, cortinados, cortinas, camineros, cubretete-
ras, costureros, lámparas, faroles, etc., todos origi-
nales, muchos de tipo autóctono, de positivo mérito
artístico.
Solfeo y Canto coral (fundado en octubre de 1916):
Esta clase ha sido muy concurrida, no sólo por los
alumnos y alumnas de la Escuela que, después de
haber trabajado en los diversos talleres, iban a buscar
a esta clase su solaz, sino también por muchos jóvenes,
de ambos sexos, no pertenecientes al cuerpo escolar.
Sobre esta base, pueden formarse coros, bandas y cha-
rangas, por los mismos obreros y aprendices, lo que
les permitirá, después del trabajo, un esparcimiento
grato y saludable. Esto, al integrar cada vez más, y
en planos cada vez más cultivados su mentalidad,
ha de formar el alma del pueblo de un modo apto
y superior para todas las modalidades de la vida de
asociación.
Pintura de obras: Este taller ha ejecutado todos
los trabajos de pintura del establecimiento, y ha
secundado el de los alumnos en la obra de decorar
y embellecer la Escuela.
Debo mencionar la corrección de los viejos y nuevos
alumnos al cambiarse de régimen, que permite la vida
promiscua de los talleres, en la que han dado prueba
de corrección y urbanidad. Es una verdadera satis-
facción para mí que me habían hablado reiterada-
mente de los antiguos alumnos de la Escuela de Artes
y Oficios, como de unos "bandidos incorregibles", el
[83]
PEDRO FIGARI
comprobar que el régimen de la libertad en el orden,
el de la tolerancia y la dulzura, hayan puesto en
evidencia, desde luego, que aquellos supuestos salva-
jismos que se creían congénítos, no eran otra cosa,
como lo pensé siempre, que una reacción altiva contra
un régimen despótico y absutdo, que tendía a depri-
mir la individualidad del escolar en vez de cultivarla.
Hago constar a la vez con satisfacción, que, durante
las vacaciones, la Escuela ha sido visitada por muchas
maestras de la capital y de campaña, las que en parte
también han concurrido a algunos talleres pata apren-
der algunas formas simples de producción, las que
serán, - seguramente, trasmitidas a los discípulos de
sus respectivas escuelas. Esto, así como muchos otros
antecedentes, demuestra que es ya un anhelo muy
sentido el de romper -con las rutinas mentales que
tienden a la pasividad, para entrar al campo libre
de la acción. 5
Esta Escuela es hoy la de la libertad. Si hay que
cifrar esperanzas en algo, es en el culto de ese prin-
8 Por iniciativa del señor Emilio Fourmé, Inspector Técnico de
la Dirección General de Instrucción Pública, tan idóneo cuanto empe-
ñoso en el cumplimiento de sus deberes, todo el personal de las Escuelas
de Práctica ha visitado el establecimiento, lo que era] o como conse-
cuencia un aumento de ingresos Tambiéa se ha resuelto facilitar la
enerada a la escuela de un cuerpo de pensionados del Instituto de Sordo-
Kíudos, como consecuencia de las mismas gestiones, así como por la
intervención del ilustrado señor Ministro de Instrucción Pública doctor
Rodolfo Mezzera De igual modo, se está gestionando de tiempo atrás
por la distinguida Directora del Instituto de Ciegos, señora Carmen
Cuestas de Nery, la forma en que pueda darse una mas amplia y
variada instrucción práctica a los pensionados de tan humanitario y
digno instituto, gestiones que mira con todo ínteres y simpatía esta
Dirección También debo mencionar que el señor Director del Hospital
"Fermín Ferreira", doctor Atiho Brignoli, ha gestionado ante esta Escuela
el medio de cultivar en aquella repartición las artes industriales, que
sean no solo compatibles con la condición de sus pensionados, sino
también las que puedan favorecer su salud. Excusado es decir que se
ha atendido con el más decidido interés dieba iniciativa, y que se tratará
de hacer cuanto sea posible para llevarla a una conveniente realidad.
(84)
EDUCACION Y ARTE
ripio disciplinario, el único que permite el floreci-
miento de las energías sanas y fuertes. La imposición
sólo se requiere para atentar a la naturaleza, y nada
está más destinado al fracaso que esa vía.
" Lo que se ha conseguido es mucho, frente a la
exigüidad estíptica del régimen anterior, y es dema-
siado poco, frente a los desenvolvimientos que espera
alcanzar la Escuela, al dilatar de día en día más sus
horizontes y sus aspiraciones infinitas.
Pedro Figari
[85}
PLAN GENERAL DE ORGANIZACION DE LA
ENSEÑANZA INDUSTRIAL*
Plan de Enseñanza Industrial
Excmo. señor:
Cumpliendo el encargo con que fui honrado por
el Poder Ejecutivo, vengo a presentar a V.E. el plan
de organización de la enseñanza industrial, el que,
a mi ver, consulta mejor las peculiaridades de nuestro
ambiente*
Comenzaré por exponer algunas ideas generales
acerca de la orientación a que debe ceñirse la ins-
trucción industrial, o, dicho mejor, la obra de la
industrialización nacional, puesto que es 4, el fin" lo
que se busca, y éste no puede ser racionalmente otro
que el de conseguir, de un modo efectivo, y del
mejor modo posible, que la inteligencia y las energías
populares se apliquen a producir en el sentido mas
fructuoso.
• En lu páginas que siguen se reproduce el opúsculo que publicó
Figari en 1917, coq el siguiente rltulo. "Plan general de organización de la
Enseñanza Industrial, encomendado por el Gobierno de la República Orien
tal del Uruguay «1 doctor Pedro Figan Montevideo, 8 de marzo de
1917. Imprenta Nacional 1917". Fueron excluidas aquellas piezas de sus
apéndices que figuran en otros sitios de este volumen conforme a su orden
cronológico, en los lugares respectivos se hace la correspondiente
indicación.
{86]
EDUCACION Y ARTE
Parte Primera
I
Mediante una educación apro-
piada, este pueblo puede producir
como cualquier otro de la tierra.
Debemos tener gran confianza en las aptitudes de
nuestra raza para trabajar. Su propia incuria, que
parece ser una característica de estos pueblos sud-
americanos, en lo que respecta al aprovechamiento
de sus riquezas — incuria que se manifiesta en medio
de una multirud de rasgos inequívocos de inteligencia
vivaz — no es un signo de inferioridad étnica, ni es
siquiera una modalidad congénita sino simplemente
una consecuencia del hecho de no saber trabajar y
de no saber vivir. Si a estos pueblos se les educa,
pueden producir con igual intensidad que cual-
quier otro.
Ante todo, pues, hay que enseñar a trabajar. Todos
los alumnos de todas las escuelas deben aprender
a trabajar, a trabajar prácticamente. Hay que acos-
tumbrar a la mentalidad, desde la infancia, a asociar
el ingenio a la acción, y principalmente al fin pro-
ductor, para evitar el riesgo de forjar simples elucu-
bradores en un país que, como éste, demanda más
que nada hombres capaces de utilizar sus riquezas.
La instrucción a base de abstracciones es insufi-
ciente, como toda unilateralización orgánica. Deforma,
C87}
PEDRO FIGARI
en vez de modelar al hombre integral, capaz de triun-
far por su propio esfuerzo. No puede esperarse que
sean útiles, positivamente, los elementos populares
sometidos a un régimen escolar de puras gimnasias
mentales, basado en generalidades cuya aplicabilidad
a la vida real es difícil, cuando no de efectos perni-
ciosos. Desde luego, para que estos espíritus acos-
tumbrados a elucubrar puedan convertirse en produc-
tores eficaces, tienen que eliminar previamente la
mayor parte de las sugestiones ideológicas embara-
zosas que recogieron en los claustros escolares, de
puro lujo eruditivo. Por eso es que los más se
aplican a vivir de empleos, de intervenciones o de
expedientes, viviendo así a expensas del productor,
a cambio de servicios muchas veces nominales simple-
mente, con detrimento de la prosperidad social.
Es cierto que en las escuelas, liceos y universi-
dades se enseña matemáticas, física, química, minera-
logía, botánica y otras ciencias naturales, pero no
es menos cierto que se enseñan estas ramas con un
propósito de diletantismo más bien, para llenar una
curiosidad especulativa, que, si forma un barniz cul-
tural, no prepara una cultura efectiva como lo sería
un enseñamiento práctico, integral. Ese barniz, sin
embargo, produce el espejismo del conocimiento, y
los que poseen tal preparación, tan incompleta que
sólo habilita para perorar, no pueden discurrir acerca
de los problemas que plantea diariamente la rea-
lidad, la que se estructura de un modo mucho más
concreto. Con aquel arsenal de ciencia, literaria diríase,
no se enciende una lamparilla, ní se talla una piedra,
ni se repara un motor. Se cultivan así los elementos
"auxiliares" sociales en grandes almacigos, excluyendo
al productor, ¡al productor nada menos!, y se forma
[88]
EDUCACION Y ARTE
una clase proletaria infeliz, y estéril a pesar de su
brillo: el proletariado intelectual que pesa como una
calamidad en ciertos países.
La regla natural de asociación es el trabajo; el
trabajo efectivo, el trabajo productor. Todos los com-
ponentes sociales deben cooperar al mantenimiento
del organismo global para que éste pueda prosperar,
así como para que cada unidad individual se sienta
con legítimo derecho a disfrutar de los bienes sociales,
como coasociado efectivo, puesto que esto implica una
carga correlativa. Todo lo demás es ficción.
Esa misma carga 6 no es pesada; al contrario, es
una fuerza, un estímulo y hasta un solaz, cuando
se desempeña con probidad en el sentido vocacional.
Si es una carga torturante el trabajo del esclavo,
esto es, el que se realiza automáticamente, no lo es
el que esgrime el ingenio, y es por esta senda que
se prepara un ambiente social fecundo, y grato a la
vez, puesto que florece entonces el sentimiento de
solidaridad que eleva y vigoriza a las asociaciones.
La escuela ideal es la que puede resumir, de un modo
más amplio y eficaz la vida real.
Sólo los elegidos, los que inequívocamente mani-
fiestan aptitudes especiales para las altas culturas de
la especulación mental, tan estimables dentro de los
planos seriamente fundamentados cuanto lamentables
en otros planos, podrían si acaso quedar eximidos de
esta gimnasia manual, tan saludable sin embargo,
y ellos mismos, quizá, tendrían que sentir esa defi-
ciencia de su educación. Por lo demás, los más selectos
* Dicha carga representa "la cuota" de asociación luego, es mis
bien la retribución de un servicio
[89]
PEDRO FIGAHI
intelectuales, precisamente, son los primeros en procu-
rarse un trabajo físico como una necesidad y un solaz.
Al hablar de trabajo manual, no entiendo referir-
me a un trabajo mecánico de las manos, sino a un
trabajo guiado por el ingenio, en forma discreta y
variada, constantemente variada, que pueda determi-
nar poco a poco un criterio productor artístico, vale
decir, estético y práctico, cada vez más consciente, y,
por lo propio, más hábil y más apto para evolucionar.
Sin perjuicio de las escuelas de especíalización
productora, todas las escuelas deben aplicarse a fo-
mentar la producción en la forma más efectiva posi-
ble, de modo que acostumbre al alumno a trabajar
pensando y a pensar trabajando. Esto conducirá a una
constante experimentación, la que ha de ser de efec-
tos preciosos para el país; y, por otra parte, este
plan será también eficaz para hacer la selección voca-
cional, tan importante como es, al propio tiempo
que prepara las facultades ejecutivas del alumno,
entre ellas algunas que se supone no pueden ser
convenientemente adiestradas fuera de los primeros
años de la infancia.
Pero esta tarea, tan delicada cuanto trascendente,
demanda grandes cuidados y, sobre todo, que se
atiendan principalmente las normas cardinales del
enseñamiento industrial. Del mayor o menor acierto
con que las fijemos, dependerá el que pueda prepa-
rarse una evolución lozana y ascendente en la acti-
vidad productora, conquista que no puede esperarse
del simple cultivo de fórmulas de producción impor-
tadas, extrañas a nuestro ambiente y por lo mismo
siempre vegetativas como son los exotismos, anémicas
y deslucidas, las que fatalmente nos llevarían al fra-
caso. Al contrario, debemos empeñarnos resueltamente
[90J
EDUCACION Y ARTE
en el sentido de atender de la manera más consciente
posible nuestras necesidades primordiales, mediante
un Juicioso aprovechamiento de las materias primas
nacionales, en primer término, porque, de otro modo,
las aptitudes latentes y las riquezas natutales pueden
quedar indefinidamente relegadas como valores vir-
tuales, sin efectividad ni provecho, desde que una
aptitud que no se ejercita convenientemente es tan
estéril como una riqueza que no se utiliza.
Al considerar este asunto no hay que olvidar que,
a la vez, demanda un cuidado particular la instrucción
industrial de la mujer, no sólo como medio de garan-
tir sus recursos de defensa en la lucha ordinaria, sino
también para facilitar su emancipación económica:
aspiración que no puede ser más legítima. Y se
reclama esta medida sabia de previsión social porque
es ella, en definitiva, la mujer, la que va a preparar
más medularmente el alma productora nacional al
encaminar a la prole por la senda del trabajo, tarea
que desempeñará tanto mejor cuanto más instruida
se halle en esa vía, y cuanto mayores puedan ser
sus optimismos.
II
El esfuerzo lo determinan las
necesidades y las aspiraciones.
También hay que enseñar a vivir, a bien vivir
mejor dicho. Sin este factor social, no hay aliciente
para realizar un esfuerzo serio y perseverante, ni
puede generarse una aspiración razonada de mejora-
(91)
PEDRO FIGARI
miento gradual: palanca que ha permitido hacer pro-
digios en la evolución de algunos pueblos. 7
El amor a la vivienda no existe entre nosotros,
a menudo ni en los propios centros urbanos. En la
campaña no hay vivienda, puede decirse. Los pobla-
dores, en gran parte viven todavía en chozas inhabi-
tables, cuando no errantes a veces, como "agregados",
ociosos, jugadores, ebrios, vagabundos, que confían
su suerte al recurso circunstancial y a la aventura,
antes que a un trabajo metódico y remunerador.
Este género de vida los hace insociables, quitándoles
las aptitudes requeridas para convivir honorable y
proficuamente, y libra la suerte de la mujer a todos
los sinsabores y perjuicios del abandono y de la
vida anormal.
Se comprende que a necesidades y aspiraciones tan
reducidas deba corresponder un esfuerzo mínimo.
Entretanto, frente a esta realidad tan significativa,
seguimos vertiendo puros teoricismos cuando no
conocimientos de lujo y afectación en universidades,
liceos y escuelas, y no hemos hecho por lo común
más que lamentar platónicamente tal contratiempo,
dejándolo librado a su suerte.
Los medios empleados para incitar a la actividad
1 Como lo indujimos nosotros, al observar nuestro ambienre pora
explicarnos su pasividad productora, la condición soctal del obrero es
un elemento que debe atenderse para mejorar la producción Bien, pues'
esto que resulta ser una de las "enseñanzas de la guerra" según lo
afirma el discurso del ilustre estadista inglés Lloyd George, de 5 de
febrero de 1916 lo propusimos en núes ero memorándum de 1915
Dice Lloyd George- "Me imagino que ninguno de nosotros com-
prende todavía los cambios que la guerra ha de introducir en la vida
industrial de nuestro país. Ahora sólo ptetendo indicaros uno de ellos,
muy importante por cierto Me refiero a esa gran verdad, a esa profunda
verdad que la guerra nos ha demostrado la de que el bienestar soctal
del obrero es la condición esencial para que el trabajo sea realmente
productor"
{92]
EDUCACION Y ARTE
rural, casi todos trasplantados de cuajo, han sido de
una inanidad casi completa. No se ha acudido
todavía a un examen atento del ambiente, para deci-
dir un tratamiento científico, el único que puede pro-
ducir a los efectos que se anhelan.
Es erróneo considerar posible la prosperidad de
las propias industrias pastoriles, en un medio donde
no se sabe vivir ni se sabe trabajar. Esto es des-
conocer los efectos de la presión continua y domi-
nante del ambiente sobre cualquier orden de activi-
dades, tanto más dominante cuanto menor sea el
grado consciente de la actividad productora. Es como
considerar posible el desarrollo fabril de una región
cualquiera, sólo porque hay en ella materia prima
a elaborar, aunque no haya brazos hábiles ni apti-
tudes y hábitos de trabajo ordenado.
Hasta para preparar el florecimiento de estas
grandes industrias matrices, pues, es preciso procurar
hábitos de trabajo metódico, y elevar las condiciones
sociales del productor. Es preciso, ante todo, cultivar
lo más científica y sesudamente que sea posible el
alma productora nacional, desde la base, si se la quiere
encaminar directa y eficazmente a los mayores pro-
vechos y a los más altos honores.
Felizmente, hay ahora el propósito gubernamental
de industrializar al país, y si esto se realiza de un
modo criterioso y decidido, puede operarse un cambio
no sólo apreciable sino rápido, que eleve año tras
año el promedio de elementos aptos para producir
riqueza, promedio que, hoy por hoy, en el pasivismo
productor general, principalmente debido al desam-
paro en que viven los pobladores rurales, resulta
bajísimo.
[93}
PEDRO FIGARI
III
Al ensayar las vías productoras
en su multiplicidad, se descubrirán
los cauces más seguros de la prospe-
ridad industrial.
Hay que comenzar por la iniciación de una multi-
plicidad de prácticas productoras, a fin de que puedan
utilizarse muchas riquezas naturales, abandonadas.
Para ir mas pronto y más seguros a la consecución
de esta finalidad, hay que empezar por las formas
simples, encaminándolas, no obstante, de modo que
permita esperar todo progreso posible. Esto tendrá
el doble efecto de cimentar racional y sólidamente
las formas industriales del país, y de facilitar la
expansión de todos los optimismos que caben en esta
vía amplísima y promisora como es, siempre que
el ensayo y la preparación precedan a los altos cul-
tivos, los que pueden resultar puros mirajes si se
realizan sin tanteos previos, tanto desde el punto de
vista de los recursos de la producción cuanto del
de las exigencias del consumo.
Si entre nosotros reina en este orden de actividades,
un espíritu tan poco optimista, cuando no pesimista,
es porque se ha procedido empíricamente, por imi-
tación, esto es, en un sentido contrario por com-
pleto al que más conviene a estos países.
Organizando en vez, al articular y ordenar cientí-
ficamente los diversos elementos de la cultura social
y económica, llegaríamos a ajustar todos los servicios
£94]
EDUCACION Y ARTE
a una finalidad razonada, y marcharíamos sin tro-
piezos hacia el bienestar que nos brindan estas tierras
vírgenes tan ricas, donde no debiera haber un
solo pobre.
Es verdad que la campaña, a pesar de todo, ha
sido y es el órgano esencialmente productor, y, como
tal, el que sustenta la economía nacional; pero no
es menos cierto que, por ser así, por eso mismo,
requiere que se la cuide con máxima atención. No
es hábil, ni equitativo siquiera, pretender de la cam-
paña todo lo que demanda la onerosa sustentación
del organismo nacional, fuera de lo que insume el
desenvolvimiento impaciente de la metrópoli, y fuera
de todo lo demás, sin darle, por lo menos, los
recursos requeridos para que pueda ampliar e inten-
sificar y mejorar sus formas productoras. Es lo
menos que puede darse. Es lo menos que debe dár-
sele con inteligencia, puesto que, de otro modo, se
tendrán que palpar, cada vez más, los inconvenientes
y contratiempos que genera todo desequilibrio entre
la producción y el consumo. Hasta para que se
ofrezca como un "organismo" la entidad nacional,
es preciso que se manifieste una mayor solidaridad
entre aquel factor fundamental, insustituible, dedi-
cado a producir, y el que dirige y administra, puesto
que toda organización presupone orden y equilibrio.
El propio aumento de población, por sí solo, demanda
necesariamente la intensificación y la diversificación
de las formas productoras.
Regatear recursos e iniciativas en este sentido, es
no sólo inhábil sino injusto, por no decir estólido
e inicuo.
Pero lo dicho no presupone que debamos reac-
cionar por medios aparatosos. No es apurando que
C951
PEDRO FIGARI
hemos de llegar antes ni mejor a un resultado serio.
Las formas simples y extensivas, son las que han
de preparar un más vigoroso espíritu productor multi-
forme. De este modo, no es temible el fracaso; al
contrario, no puede dudarse de que surgiría robusto
y avizor el esfuerzo industrial en todo el país. Difun-
diendo lo más posible los métodos más fáciles y
más prácticos de producción, sobre lo cual se ha de
preparar una experimentación siempre prudente y
provechosa, el propio productor, alentado por los
resultados, tenderá a intensificar y a mejorar sus
formas de acción y así se ofrecerán todas las amplia-
ciones y mejoramientos deseables. Es precisamente
esa experimentación, la que ha de ampararnos contra
los resultados inesperados y desconcertantes que se
han palpado más de una vez, en otras vías.
El esfuerzo que patrióticamente ha decidido rea-
lizar el Poder Ejecutivo en este orden de ideas,
demanda un gran acierto y una gran decisión en los
medios, para que puedan palparse resultados halaga-
dores, dentro de un tiempo más bteve quizá del que
es dado suponer.
IV
Ahorrar sobre los gastos repro-
ductivos es empobrecerse.
Es cierto que este propósito, tan sabio y previsor,
parece peligrar, por lo menos en cuanto a la ampli-
tud de su desarrollo, a causa de la crisis actual; pero
en los tiempos que corren, no es ya ser prácticos
196}
EDUCACION Y ARTE
el ser simplemente ahorrativos. No se trata en este
caso, como ocurre a menudo, de invertir recursos en
obras improductivas, sino, al contrario, de emplearlos
en una obra esencialmente reproductiva, de inme-
diato reproductiva y de efectos económicos, sociales
y morales todos estimables y progresivos. Se trata de
aumentar la riqueza pública, de elevar la cultura
nacional y de crear una serie de perspectivas felices,
justamente en un momento en que, por causa de la
guerra europea, hemos podido valorar mejor que
nunca el precio de la capacidad industrial de un país,
y sería superficial suponer que pueda abandonarse
o simplemente menguarse una obra tan fecunda y
bienhechora, a nombre de economías, las que siempre
serían a deplorarse por mal entendidas.
Ningún momento es más oportuno que éste para
acometer una empresa tan eminentemente nacional,
empresa que el ilustrado estadista argentino, doctor
Osvaldo Magnasco, consideraba como la obra política
más grande que pueda llevarse a cabo en favor
de un país. 8
Si hay no sólo ahora sino siempre que escatimar
gastos en el orden fastuoso, o simplemente impro-
ductivo, sería torpe y contraproducente hacerlo
cuando se trata de crear riqueza y de elevar el nivel
de nuestra propia civilización. El propósito antedicho
de industrializar al país significa valorizar, de un
modo directo y ascendente, nuestras materias primas,
y aprovechar de nuestros recursos y aptitudes natu-
rales lo más y lo mejor posible, y esto es algo que
para los más prácticos, y hasta para los más tímo-
* Carta que me dirigió el doctor Osraldo Magnasco en ocasión
de la lectura de mi plan de reforma, publicada en la preasa de esta
capital (1915).
(97}
9
PEDRO FIGARI
ratos, debe resultarles siempre auspicioso, y de gran
previsión, a poco que se detengan a considerarlo.
El estado presente de nuestra . cultura industrial,
no puede ser más lamentable. Se diría que vivimos
en pleno derroche, en derroche multimillonario cual
es el que presupone el abandono de tanta riqueza
natural como es la que se abandona, por incuria
o impericia, naturalmente, y esto sin contar lo que
se emplea en obras de simple comodidad urbana,
cuando no de puro boato, que serían de difícil justi-
ficación aquí donde hay tantas necesidades premiosas,
si a la vez no se decidiera, por lo menos, una acción
enérgica para darles satisfacción.
Las mismas materias primas que se aprovechan
lanas, cueros, astas, huesos, pieles, ágatas, amatistas,
etc., por lo común se exportan, simplemente (a veces
en condiciones lamentables 9 ) y a menudo vuelven
manufacturadas para satisfacer nuestras propias nece-
sidades, después de haber pagado fletes de ida y de
retorno, derechos de importación en los mercados
donde van a elaborarse, y aquí, de regreso, cuando
ya vienen elaboradas, dejando los salarios de manu-
facturación en el extranjero y gastos de intervención
múltiples. Todo esto supone sumas enormes, diríase
una verdadera dilapidación de riqueza, y, a la vez,
representa para el país la ausencia de un factor de
educación y de progreso. Por otra parte, es una forma
típica de encarecimiento y de empobrecimiento, fuera
de que, considerado esto desde otro punto de vista,
resulta hasta desdoroso para el concepto de nuestra
* Sólo por el hecho de exportarse no lavadas las lanas, por esta
sota omisión, segúa me lo afirmaba un alto funcionario muy competente
en «ras materias, pierde el país mas de un millón de pesos, anualmente
Imagínese la importancia que tiene eí propósito de enseñar s trabajar
y a producir prácticamente.
[98]
EDUCACION Y ARTE
cultura. Más valdría aplicarnos a utilizar juiciosa-
mente nuestras riquezas naturales para llenar nuestras
necesidades, por lo menos, esperando a que un día
pudiésemos ser exportadores de los sobrantes elabo-
rados, a cambio de otros artículos de que carecemos.
Estamos muy lejos, pues, de realizar economías al.
retacear recursos relativamente pequeños, como son
los que demandaría una educación industrial razonada,
por difundida que sea, cuando vivimos, de hecho,
dentro de un régimen tan inconsulto que desdeña
riquezas cuantiosas que están al alcance de la mano,
y mantiene los brazos en una inacción desalentadora.
V
Sin una conciencia productora
propia, no es dable esperar el éxito.
Entre nosotros no hay criterio artístico ni estético
propios. Atraída por otras orientaciones del espíritu,
la mentalidad nacional no ha podido plasmar, ni
entre los elegidos, un criterio fundado a ese respecto.
Esto se ve más fácilmente en lo que se refiere a las
artes plásticas. Es así que todavía pueden prosperar,
en tales dominios tan interesantes y más fundamen-
tales de lo que parece, opiniones abigarradas hasta
en los planos donde se cultivan los frutos más pre-
ciados de la erudición sorprendente. En estos dominios
que si bien son complejos, y por lo mismo difíciles
de abarcar, no son por eso los de la arbitrariedad,
cada cual piensa estar guiado suficientemente por su
gusto personal, aunque no lo haya cultivado de
[991
PEDRO FIGARI
ningún modo, sin advertir que siempre hay algo más
científico y juicioso que ese resorte individual, tanto
menos seguro cuanto más esté librado, dentro de una
órbita virgen como es la nuestra, a las culturas de
importación. En las universidades y escuelas se teo-
riza, lo cual no basta para formar un juicio serio
productor, ni un espíritu crítico razonado sobre estas
materias. Lo propio que importamos es a menudo
para los centros productores, un recurso que Ies per-
mite liquidar su "camelote", de un modo envidiable.
En Europa fabrican especialmente objetos de relum-
brón, cuando no churriguerescos, para mejor mantener
su intercambio con estos países de Sudamérica, según
lo denunciaba Francisco Sarcey públicamente, y
también nos envían "sus clavos", sonriendo poco
menos alegre o despectivamente que cuando traían
cuentas de vidrio para los indios.
Las cosas han cambiado algo; pero tienen que
cambiar todavía más. Mucho más. Y es ya mucho
que nos percatemos de todo esto, para poner remedio.
Se siente ya cada día más la carencia de una
cultura estética entre nosotros, y para conseguir este
bien se quisiera aplicar, como se dice, "el arte para
todo", en vez de aplicarnos todos a cultivar estos
dominios para formar una conciencia, la más cabal
que nos sea dado formar, y siempre propia, puesto
que de otro modo no hacemos otra cosa que subrayar
la carencia de un criterio autónomo, y resultamos
compasibles tributarios como lo son siempre los
imitadores.
Los gremios profesionales, fascinados por los resul-
tados culturales de otros pueblos, todos lamentan que
no acumulemos a destajo en el país las mismas
(100}
EDUCACION Y ARTE
formas y los mismos recursos, montajes y elementos
de trabajo y de estudio que se estilan en Alemania,
Inglaterra, Francia, Italia, etc., sin advertir que falta
aquí, por completo, la serie de fundamentaciones que
allá explican la prosperidad de las instituciones, así
como falta aquí el hábito del trabajo más aún que
el deseo de trabajar, y que aptitudes para trabajar
bien, mediante un esfuerzo ordenado, adecuado. En
la resistencia del espíritu público a adoptar esas
aparatosidades, hay, puede decirse, la propia inteli-
gencia que anima a los niños cuando no quieren ir
a la escuela a aprender cosas cuya utilidad no ven,
o es tan remota que no la pueden percibir.
Es que, cada vez más claramente, se va compren-
diendo entre nosotros, que no es por estos arbitrios
tan complicados y dispendiosos que se aumenta la
cultura nacional, sino, al contrario, tratando de formar
un criterio que nos permita seleccionar mejor nuestros
recursos efectivos de acción. Nada sería más fácil
en este país, donde las condiciones naturales son
extraordinariamente favorables, que formar un am-
biente razonado, autónomo, y por lo mismo respe-
table. Si, biológicamente, todo organismo tiene que
producir para vivir, se comprende que un organismo
vivirá tanto mejor cuanto mayor sea su aptitud para
producir en calidad; pero esta aptitud no se alcanza
por la imitación, esto es, sin tomar cuenta de un
factor tan importante como es el de las peculiaridades
de la entidad propia, sino, al contrario, aguzando el
conocimiento de la antedicha entidad, para alcanzar
dentro de ella misma, sin deformarla, los mayores
desenvolvimientos, los más altos progresos. Es en ese
sendero donde puede hallarse el máximum posible
de honor y de provecho.
[101]
PEDRO FIGARI
VI
Sin el ingenio no puede prosperar
la industria.
Aquí nos hallamos frente a un problema de sumo
interés práctico, el que seda de fácil solución si no
fuera por las confusiones que nos han trasmitido las
añejas especulaciones filosóficas la relación en que se
hallan lo que se denomina "El Arte" y "La Industria".
Se entiende a menudo que la industria y el arte
son dominios distintos, los que pueden por lo mismo
separarse más o menos completamente. No obstante,
para advertir el absurdo que implica este juicio, basta
observar, que, si pudiese quedar desprovisto el esfuerzo
industrial de aquel elemento generador, desde ese
instante quedaría exánime, confinado en la repetición,
cuando en realidad lo vemos avanzar, inequívoca-
mente. Nada es más evidente que la evolutividad
industrial, así como la incorporación de los concursos
llamados "artísticos" a la obra industrial- Lo propio
sería privarlo del aporte científico.
El arte, como que no es una entidad objetiva ni
concreta, según creen en general los teorizadores, sino
que es simplemente "el ingenio en acción", según creo
haberlo demostrado en un ensayo de filosofía bioló-
gica™ tiene que presidir todos los órdenes de la acti-
vidad productora, y es así que ésta se muestra tanto
10 Arte Estítica, Ideal Ensaya filosófico encarada de un nu*to
punto de vista Impreso por J J Dormleche Montevideo, 1912.
£102]
EDUCACION Y ARTE
más apreciable cuanto más consciente y hábil se haya
revelado el productor, el artista. Es un proceso de
selección. El error de que sólo lo fastuoso (o sea
las "Bellas Artes") es arte, así como que "ese arte"
es la exclusiva expresión estética, esta ilusión se va
disipando poco a poco, a medida que se informa la
conciencia, y las artes denominadas "menores" van
integrando el campo artístico que se reputa superior,
como lo admite Roger Marx en su "Arte Social",
al pretender que también se incluyan en tan privile-
giados dominios las llamadas "artes decorativas". 11
Si la industria implica, como todo arte, una mani-
festación de ingenio, lo juicioso es aplicarnos a cul-
tivar el ingenio, a fin de que la producción indus-
trial sea de la mejor calidad posible. Pero esto, como
quiera que se examine, presupone una mentalidad
autónoma, puesto que de otra manera se trataría
simplemente de cultivar el ingenio dentro de la
imitación, lo que es, como toda afectación, una prueba
de inferioridad.
Hecha esa conciencia — lo que significa la com-
prensión de las propias conveniencias y de las apti-
tudes y recursos propios — no debemos dudar de
nuestra capacidad productora, porque tal cosa, fuera
de ser antojadiza, hasta importaría una ofensa infe-
rida a nuestra raza, la que quedaría definitivamente
condenada al triste papel de vestirse con plumas
ajenas.
~ Es un colmo que aquí, donde la característica de
la raza es la imaginación,- en vez de educar y ejer-
citar esta preciosa facultad, criteríosamente, para com-
u L'Aft soctal. Editado ra 1913 Biblioteca Charpentier, París
(103]
PEDRO FIGARI
pulsarla y encaminarla como una fuerza apreciable,
se la haya sometido casi siempre a las viejas disci-
plinas rutinarias de los pueblos del viejo mundo
— para nosotros tan inconducentes — prácticas que
allá mismo se las condena, si bien nunca pueden
causar tanto daño como aquí, por cuanto aquellos
pueblos tienen elementos complementarios educativos
de que nosotros carecemos.
Así, por ejemplo, la Escuela Nacional de Artes y
Oficios era un modelo de aparatosidad estéril. 13 Se
buscaba la educación productora por medio de ejer-
cicios ordinales y por copias, también ordinales, sin
comprender que en vez de fomentar así la actividad
superior de la mentalidad escolar, sólo se ejercitaban
las facultades inferiores del alumno, demoliendo y
anulando su individualidad, y disolviendo por com-
pleto su espíritu de iniciativa, congénito y estimable
como es. Se mecanizaba al escolar en un país como
el nuestro, donde no hay grandes manufacturas ni
usinas, y que por lo propio que no se ha podido
llegar a una extrema división del trabajo, tanto
requiere, por eso mismo, la preparación integral y
ágil del espíritu para intentar las infinitas formas de
aprovechamiento de nuestras riquezas abandonadas. Se
tendía así al automatismo profesional, doblemente
condenable en un medio como el nuestro, donde todo
está por hacerse. No obstante, este régimen, tan
infructuoso, se mantuvo por muchos lustros y hubo
de combatirse tenazmente para desarraigarlo.
Se comprende que jamás podrá florecer el ingenio
allí donde se le esgrima en el estrecho circuito de la
» V¿ase el ipéodice: Lo que era y lo que es le Escuela de Artes.
[104]
EDUCACION Y ARTE
repetición mecanizada de ejercicios, por más robusto
que el ingenio sea. Es al contrario en ei campo
abierto de la libertad para idear, para proyectar, para
arbitrar, donde éste puede manifestarse en todo su
vigor, y esto último presupone gimnasias "conscientes"
que son justamente las que van modelando el ingenio
superior. Es éste, pues, el camino mejor a seguirse.
VII
Debe aprovecharse de la virgi-
nidad americana como de un tesoro.
Nuestra condición en materia industrial nos indica
algo más que la necesidad de evolucionar; puede
decirse, más bien, la necesidad de iniciar múltiples
formas productoras por completo inexistentes, a fin
de preparar nuestra evolución de modo que contenga
el mayor cúmulo de factores diversos, así como la
mejor calidad de los mismos. Es de este modo que
un día, no lejano siquiera, dicha evolución puede
alcanzar un gran auge.
Nosotros, como pueblo de corta formación y, por
lo mismo, exento de factores y de intereses tradicio-
nales cristalizados, tenemos el tesoro de la libertad
para determinar nuestra acción con toda la amplitud
que seamos capaces de concebir. Si acaso fuera mejor
vivir de la admiración de las tradiciones ajenas, que
no lo es, por admirables que sean, más bien que
vivir cultivando nuestra individualidad regional en
el vasto campo de acción que nos depara nuestra
[105]
PEDRO FIGARI
propia estructura, la que hasta nos hace imposible
imponer tradiciones unilaterales en un país cosmo-
polita como es el nuestro, siempre tendríamos
a nuestro favor el beneficio de la virginidad mental:
bien enorme que nos permite seleccionar libremente
los recursos de acción. Frente a la cuantía y variedad
de las conquistas alcanzadas, este bien duplica su
entidad para nosotros, si, al hacer dicha selección,
tomamos nota de nuestra idiosincrasia y de nuestro
positivo interés, para no incorporar al organismo
nacional más de lo que le conviene por estricta
adecuación, lo que supone naturalmente dejar de
lado las rémoras, por sugestivas que fueren, y esto
nos permitirá perfilar con carácter franco y propio
nuestra individualidad, al mismo tiempo que nuestra
producción.
No hay que encarar tampoco el esfuerzo industrial
desde el punto de vista exclusivamente lucrativo, sino
también como socíalizador, divulgador, cultural. Hay
que encararlo ampliamente, de modo que entren
también hasta las culturas industriales del solaz, y
todo lo que integre las manifestaciones poliformes
de la vida. No sólo aquello sería reducir demasiado
el fin humano, que es algo más que acumular pata-
cones, sino que se comprometería el propio lucro,
puesto que siempre es más codiciado y codiciable un
producto más individualizado, no ya más complejo
y mejor, así como que es de esta manera que aquél
llena más eficazmente su finalidad natural.
Nosotros podemos escoger, pues, entre las infinitas
experiencias acumuladas por todo el mundo, lo que
resulte más apropiado para cada caso particular
nuestro; pero si esto es lo que debemos hacer para
{106}
EDUCACION Y ARTE
aprovechar de los recursos técnicos alcanzados en
otras partes, y en todas partes, el concepto de la
obra, esto, debe ser muy nuestro, porque tal cosa
tendrá la doble ventaja de obligarnos a formar una
conciencia individual más clara, esto es, a definir
nuestro propio carácter, y la de permitirnos entonces
ajustar más el esfuerzo a nuestras verdaderas necesi-
dades y a nuestras más juiciosas aspiraciones. Siempre
será un elemento precioso en la obra, el que se la
vea adaptada a servir directamente una positiva nece-
sidad, o una aspiración razonable, y poco a poco se
la verá también dispuesta a prestar ese servicio de
una manera grata.
A fuerza de confundir la técnica ampulosa, fas-
tuosa, con el arte y con lo bello, los países del Viejo
Mundo han llegado a desvirtuar a menudo el esfuerzo
productor, al olvidar su finalidad natural, y sienten
allá mismo, en medio de sus maravillas y rebusca-
mientos, la necesidad de saciar su sed de sinceridad
y sencillez, nostálgicos de primitivismo, y hasta
ávidos de exotismos. Se diría que el arte, en su
evolución, siente la necesidad de recobrar su equi-
librio por medio de las formas simples, como Anteo
tenía que tocar tierra, según la leyenda, para recobrar
fuerzas. Es que, por más que se intente substraer la
acción a sus fines biológicos, tiene en definitiva que
someterse a la ley natural, y ceñirse a ellos.
Se comprende cuán deplorable sería nuestro desvío,
si en vez de dirigirnos en el sabio sentido de la
evolución y la selección natural, siempre juicioso
puesto que es orgánico, optáramos por incorporar
a nuestro país, virgen, aquello mismo que hasta
abruma a las viejas civilizaciones.
{107}
PEDRO FIGARI
VIII
Por el solo hecho de producir en
un sentido autóctono, se duplica el
valor y la entidad de nuestra
producción.
Hasta para imitar, hasta para esto sería menester
que nos detuviésemos a determinar cuál es el arque-
tipo a que hemos de ajustamos, porque resultaría
inexcusable el imitar sin plan, es decir, sin saber
por qué ni para qué lo hacemos. Bien, pues- aquel
trabajo previo, por sí solo, presupone la necesidad
de formar una conciencia, y entonces, ¿por qué no
aplicarla en toda su latitud para definir nuestra
propia entidad, percatándonos de sus verdaderos inte-
reses a fin de no tomar de lo conocido más que
aquello que convenga para satisfacerlos?
Con esto solo, ya regionalizaríamos nuestra
mentalidad.
Cuando se habla de arte autóctono, se comprende
que tal cosa no quiere ni puede significar, tanto
menos en nuestros días, una cultura exclusivamente
nacional o regional, sino el estudio del medio, el
producto de la observación y de la experimentación
hechas en el mismo, y la asimilación de todo lo
conocido, previa selección hecha en conciencia, vale
decir, tomando nota del ambiente propio con un
criterio autónomo. Y esto, conviene repetirlo, es lo
único que podemos hacer sensatamente, puesto que
lo demás es pura afectación que raya en lo simiesco.
Perdemos nuestro carácter.
[108]
EDUCACION Y ARTE
Entre otras cosas que se aducen para no acudir
a un criterio autónomo, a fin de determinar nuestra
acción, se dice que ya es demasiado brillante el arte
de otros países, y que "está consagrado", para que
nos detengamos a plasmar un arte propio, nuestro.
Esto, que parece juicioso a primera vista, resulta
absurdo apenas nos detengamos a examinarlo.
El arte, en todas sus direcciones, ya sea industrial
o no, tiende a servir las necesidades orgánicas,
incluidas naturalmente las evocatorias, de puro solaz,
y las propias que marginan el campo evocatorio,
como ocurre con las llamadas "artes menores",
"aplicadas", "decorativas", etc. Ahora bien, desde que
tanto las unas y las otras necesidades orgánicas son
personales, individuales, ¿cómo podría satisfacerlas
convenientemente un arte ajeno? Si esto se com-
prende por vía accidental, por excepción, no se
comprende que pueda ofrecerse como forma ordi-
naria, definitiva, de darles satisfacción.
Sólo porque la mentalidad de estos pueblos nuevos
y cosmopolitas se alimenta principalmente con la
lectura de los libros y revistas de los países del
Viejo Mundo, antes que con la observación del
medio, por la que se compenetra y se identifica el
individuo a su ambiente, sólo por eso es que aún
nos desvía tanto el espejismo de que, como somos
individualmente descendientes de europeos, io más,
podemos vivir perennemente por reflejo, prescin-
diendo del ambiente natural que nos sustenta y nos
rodea. Si esto fuera posible, como plan definitivo,
podríamos mantener nuestros brazos cruzados y
nuestras mentes ofuscadas por todo el centelleo de
aquellos centros tan evolucionados; pero como es
[109]
PEDRO FIGARI
imposible que esto se perpetúe, felizmente, debemos
de preocuparnos muy en serio de ordenar y de guiar
nuestra mentalidad de modo que se identifique con
su ambiente natural, y de manera que esto se opere
en las mejores condiciones posibles..
Ese mismo desvío, que conviene evidenciar, hace
que nosotros vivamos en nuestro terruño sin arraigo,
como si estuviésemos de paso, quitándonos esto el
sentimiento de estabilidad, tan provechoso para los
destinos americanos, y tan saludable para nosotros,
puesto que nos incita al mejoramiento del medio
constantemente.
A nadie que discurra con despejo sobre los des-
tinos de América, se le ocurrirá que los americanos
han de quedar perpetuamente satisfechos, ai expan-
dirse evocando la obra del Renacimiento, verbigracia,
o la de los Luises. Y entonces, ¿por qué no ir prepa-
rando nuestro "bagaje" evocatorio, dentro de los
elementos de nuestro espléndido ambiente natural ?
En vez de pretender incorporar a estos países los
usos y las cosas europeos por trasplantación, sin con-
tralor, doblemente impuesto por el hecho de saber
que allá mismo se lamentan mil errores, debemos
preparar la mentalidad nacional sobre estos asuntos,
formando una conciencia productora regional. Hay
que fomentar el espíritu de investigación, y la
experimentación, consiguientemente. Hay que ense-
ñar a trabajar, y a trabajar bien, con ingenio
y con probidad, de modo que el trabajo sea lo más
reditivo posible, tanto en lucros cuanto en beneficios
sociales y morales. No es por medio de la imitación,
vale decir, por afectación, que ha de alcanzarse dicho
grado de cultura, sino informando la conciencia del
(110]
EDUCACION Y ARTE
productor lo más científica y prácticamente que nos
sea dado hacerla.
Por -encontrarse demasiado ardua dicha tarea, se
la supone irrealizable, y es por eso que se tilda de
lírico todo intento en tal sentido, prefiriéndose man-
tener en pie los arbitrios usuales, por más que hayan
demostrado palmariamente su ineficacia, por lo menos
en lo que a producción se refiere.
Como todo es perfectible, se comprende que nuestro
afán debe ser el de buscar incesantemente los mejo-
res medios de instrucción y de acción, para alcanzar
los mayores y mejores resultados. Esto, al fin, es lo
que hacen los propios pueblos modernos más adelan-
tados, y es lo mismo que han hecho siempre los
pueblos inteligentes de todos los tiempos.
Nosotros debemos producir dentro de un criterio
americano, esto es, de un criterio que tome nota de
las peculiaridades del ambiente propio; nosotros
debemos construir y decorar con un criterio autó-
nomo, capaz no sólo de emanciparse de las suges-
tiones del extranjero en todo aquello que no nos
convenga, sino también de comprender y de magni-
ficar su ambiente natural, así como las tradiciones
y reliquias americanas.
De igual modo que sirvió a otros pueblos el más
primitivo arte egipcio, el asirio, el egeo, el etrusco,
etc., puede servirnos nuestro arte autóctono, así como
la fauna y la flora americanas para plasmar nuevas
formas decorativas, doblemente gratas para nosotros,
desde que son más nuestras, y esto mismo por el
solo hecho de denotar una conciencia más positiva,
hará estimable nuestra producción para los demás,
[111}
PEDRO FIGARI
hasta para los espíritus más refinados de los centros
más cultos.
Es útil considerar que el progreso realizado en
otras partes, también se fundó sobre documentaciones
incompletas como las americanas, y será bueno no
olvidar que sobre esa base, que parece pequeña y
aun deleznable, partiendo de esas formas, todas con-
géneres puede decirse, por cuanto siempre se comenzó
por medios directos y sobrios a servir las necesidades
simples de los pueblos primitivos, es que, al dife-
renciarse por evolución, han llegado a los propios
esplendores que nos deslumhran.
Si nos fuese dado creer que podemos superar todo
aquello, todavía se explicaría que lo intentásemos;
pero como esto, fuera de ser imposible lograrlo por
la vía inocua de la imitación, no es un programa
a cumplirse porque no consulta los intereses ameri-
canos, ni sus necesidades más hondas, debemos actuar
en un sentido autóctono, regional.
Por de pronto, en los centros más progresados del
Viejo Mundo, pueden verse todavía mil pruritos fas-
tuosos, anacrónicos, en abierta pugna con los ideales
modernos que allá mismo aletean, llenos de pujanza,
así como en pugna también con las convicciones más
arraigadas en la mentalidad de estos tiempos. ¿Para
qué incorporar todo aquello, en block, como paso
inicial, a este ambiente virgen tan anheloso?
¿Para qué colocar esas rémoras en nuestro camino,
con todo su séquito de contrasentidos, snobismos y
rastacuerismos, vacuos, que florecen a su paso, con
todos los pujos de ostentación que desequilibran y
desnaturalizan la existencia?
Y, ¡cuidado que cuesta desarraigar una costumbre!
{112}
EDUCACION Y ARTE
Considerando estos asuntos con superficialidad,
como tanto nos encandilan las manifestaciones de
los países altamente evolucionados, es fácil perder
de vista la ventaja que nos depara nuestra libertad
para sólo introducir al país lo que pueda convenirnos.
Ya, ante el apremio industrializador que invade
a estos países, debido a la conflagración europea, se
cree que saldremos de apuros instituyendo escuelas
de ingenieros, y los famosos tecbnicums, para pre-
parar una legión de jefes industriales diplomados y
mecanÍ2ados, que formarían estados mayores de téc-
nicos superiores, en medio de las legiones de técnicos
mínimos, todos desorbitados, que, por mucho tiempo,
pasarían como una enorme carga nacional, vale decir,
por todo el tiempo que fuese menester para formar
una conciencia razonada industrial.
Aun cuando por causas incidentales conviniese
apresurar algún cultivo industrial en gran escala, para
reparar los efectos momentáneos de la guerra, y aun
para conseguir alguna ventaja circunstancial, siempre
deberíamos tener muy presente la conveniencia funda-
mental, permanente y aun progresiva, de cimentar
racionalmente, lo más racionalmente que nos sea dado
hacerlo, nuestra cultura productora general.
Pretender que se inicie un arte propio entre
nosotros, esto que parece utópico, es simplemente
hacer lo mismo que hacen e hicieron todos los
pueblos de la tierra, desde los más evolucionados
hasta los más primitivos: satisfacer las necesidades
y las aspiraciones propias por los medios que, según
la conciencia individual y social, se consideran más
adecuados y, por lo mismo, mejores.
SÍ algo útil hay que hacer entre nosotros, es "esca-
lonar" las necesidades y las aspiraciones según su
UBI
10
PEDRO FIGARI
grado de premiosidad, para ordenar su precedencia.
En cuanto a lo demás, debemos tratar de enseñar
a producir de la mejor manera, y ésta será siempre
la que más se encuadre en el marco de nuestras
modalidades propias, razonadas, seleccionadas, esto es,
la más consciente.
# * *
Parte Segunda
IX
'Principios generales a que debe
ayustarse la enseñanza.
Lo que debe preocuparnos fundamentalmente, es
de acertar en cuanto al criterio de orientación de este
paso inicial, por cuanto depende de esto mismo el
que se recojan beneficios o desengaños.
De otra parte, esa línea directriz tiene que ser
unitaria, por cuanto si es "un criterio" el que ha de
regir en todas las formas productoras: la adecuación,
lo propio que ha de engendrar todas las diferencia-
ciones posibles, no es dado dividir esa hegemonía
desde que tal cosa significaría una contradicción, una
oposición pues, y no un concurso a la obra de la
cimentación de la actividad productora.
Los principios sobre que debe asenrar la obra de
la industrialización nacional, tienen que ser, pues, de
[H4]
EDUCACION Y ARTE
orden racional y tendientes, por eso mismo, a modelar
una entidad productora nacional lo más consciente
y hábil que fuere posible. En lo fundamental, con-
sidero siempre oportunas las mismas reglas que pro-
puse hace algunos años (23 de julio de 1910) 13 al
Consejo de la ex Escuela N. de Artes y Oficios, por
cuanto tienden a formar en cada individualidad un
"summum" productor en calidad y en cantidad, y no
hay ningún artificio que pueda realizar el milagro
de hacer que una individualidad dé más, en cualquier
sentido, de lo que puede dar en el sentido estruc-
tural. Es ésta, pues, la misión capital de la enseñanza.
Los preceptos pedagógicos a que debe ceñirse la
enseñanza, deben ser:
I o ) Dar instrucción práctica más bien que teórica,
adoptando procedimientos experimentales, de modo
que el educando consiga por sí mismo el resultado
que busca.
2 o ) Educar el criterio dentro de las peculiaridades
de la individualidad del alumno, respetando y aun
estimulando sus energías modales como una fuerza
estimable — sin perjuicio, naturalmente, de las recti-
ficaciones que convengan — en la inteligencia de que
es en dicha vía que podrá alcanzar su máximum de
capacidad productora.
3 o ) Despertar y desarrollar la inventiva del alum-
no por medio del proyecto y de la crítica, basados
fundamentalmente en un propósito de adecuación
productora.
M 1910. Reorganización de la Escuela Nactonal de Artes y Oftaos.
Tipografía de la Escuela Nacional de Artes j Oficios.
C H5 )
PEDRO FIGARI
4 ? ) Despertar y desarrollar su espíritu de obser-
vación y de análisis, enseñándole a razonar y a
sintetizar.
5 o ) Cultivar el criterio del alumno más aún que
su manualidad, así como optar por una preparación
general más bieri que por unüateralizaciones, sin
perjuicio de cualquiera especializacíón que en cada
caso convenga.
6 o ) Cultivar su espíritu de iniciativa, de organi-
zación y de empresa, alentando las facultades ejecu-
tivas y haciendo ver las ventajas de la perseverancia
como medio de realización, que es "la finalidad de
todo esfuerzo.
7 9 ) Fomentar el espíritu de asociación y de coope-
ración, así como los demás factores de sociabilidad
y de cultura.
He ahí las reglas que considero esenciales para
encaminar el enseñamiento en nuestro país.
Es preciso, por una parte, inducir a nuestra menta-
lidad hacia el campo feraz de la experimentación,
del modo más decidido que nos sea posible hacerlo.
El ilustrado ministro de Inglaterra, señor Mitchell
Innes, me expresaba la" sorpresa que le causa el ver
cuán poca actividad experimental se advierte en este
país, que debería estar ensayando a cada paso, en
esa vía tan próspera, sus recursos y sus aptitudes. Es
en este palenque donde pueden alcanzarse los éxitos
más provechosos y más honorables. No en el de las
simples generalidades. Si, por otra parte, a la vea:
que se intenta este esfuerzo, siempte fecundo, se
abriera el mayor número de sendas a la divulgación,
a la democratización, a la universalización de los
resultados, a fin de informar el espíritu público e
C 1163
EDUCACION Y ARTE
inclinarlo a la iniciativa, se palparían muy pronto
resultados que escapan a toda apreciación, por opti-
mista que fuere.
En esta vía, por lo demás, es imposible el fracaso.
En cuanto a las reglamentaciones, sería inopor-
tuno ocuparse de ellas desde ya, por cuanto éstas
deben ir adaptándose a cada circunstancia, de modo
que siempre respondan lo más posible a los fines
de la enseñanza. Pueden, sin embargo, anticiparse
algunos lincamientos de carácter más general y
permanente:
I o ) Debe regir en la enseñanza, la mayor libertad
compatible con el orden.
2 o ) La asistencia a las clases debe ser enteramente
libre, de modo que cada cual pueda recoger los
recursos de acción que necesita; sin perjuicio, natu-
ralmente, de llenarse las formalidades reglamenta-
rias destinadas a garantir el más eficaz funcionamiento
de los cursos y demás servicios.
3 o ) Debe tenderse a instruir al mayor número
de personas, sin distinciones de ninguna clase, dic-
tándose además cursos especiales para obreros en los
días y horas que a éstos más les convengan.
4 o ) Los cursos deben abrirse a medida que sean
requeridos; de igual modo, las instalaciones se harán
cuando corresponda.
5 o ) Siempre que deba optarse entre dos o más
cursos, se optará por aquel que sirva mejor a la
divulgación de las enseñanzas elementales producto-
ras, antes que por enseñanzas superiores.
6 o ) Entre un cultivo de carácter general, y otro
particular que más directamente pueda convenir a la
CH7}
PEDRO FIGARI
explotación de nuestras riquezas naturales, se optará
por este último dándose siempre prelación a los que
atañen a nuestras materias primas de mayor impor-
tancia; y
7 o ) Se formarán bibliotecas, museos y colecciona-
mientos, principalmente documentales, destinados a
instruir sobre todo lo que atañe a la producción
industrial.
X
No es la escuda, sino el maestro,
quien enseña.
Si hemos de proceder con método, debemos comen-
zar por difundir, como antes lo dije, las más variadas
forman simples de producción, bien orientadas natu-
ralmente. Por el momento, debe emprenderse la obra
en el sentido de la extensificación, a fin de que la
intensificación consiguiente se muestre con la mayor
lozanía.
Estatuido un centro director, es en dicho centro
donde deben prepararse los maestros que van a dise-
minar enseñanzas productoras en el país, y, pot ende,
los propios maestros y maestras rurales de instrucción
primaria, que deben llevar a campaña las primeras
nociones industrializadoras. A ese efecto, habría que
disponer que éstos vengan a la capital, ya sea por
turnos o de otro modo, y por el tiempo requerido
para informarse de los primeros rudimentos, sin per-
juicio de ir complementando y perfeccionando esos
conocimientos cuanto fuere posible, en el orden de
(118}
EDUCACION Y ARTE
ideas ya expuesto. Por este medio, el que por encima
de la economía ofrece la posibilidad de ejercer una
acción general, conjunta y ordenada, en todo el terri-
torio de la República, puede esperarse una acción
educadora, eficaz y pronta.
La ley dictada sobre enseñanza industrial puede ser
el paso quizá más fundamentalmente proficuo de los
que se encaminan al engrandecimiento nacional. Pero,
como siempre, esto dependerá de la forma en que
se la cumpla.
De entre los arbitrios legales, la obligatoriedad,
de las formas cooperativas y continuativas, etc., lo que
a mi ver ha de producir resultados más inmediatos, y
más estimables, es aquel por el cual se establece, de
acuerdo con lo que propuse al Gobierno en mi memo-
rándum de marzo de 1915, que "En las escuelas
primarias del Estado se dará instrucción práctica con
fines industriales, anotando y estimulando las voca-
ciones de los alumnos" (art. 27), así como el régi-
men del externato, también estatuido según lo venía
aconsejando desde 1903. u Estas son las bases angu-
lares de la reforma.
No es fundando instituciones, teóricas o prácticas,
de puro formulismo y aparatosidad, o espetando
disertaciones y pronunciando arengas sobre simples
generalidades, ni tampoco levantando escuelas, que
puede esperarse el éxito de una obra de esta magni-
tud. No faltan escuelas; faltan maestros. Como que
la enseñanza la desempeña el maestro, y no la escuela,
su eficacia depende de la dirección y calidad de las
ideas que se propongan, y no del mecanismo de las
reglamentaciones ni de la minuciosidad de las insta-
14 Véase el apéndice. Antecedentes de la reformo
[119]
PEDRO FIGARI
laciones. En el sentido de ilustrar la conciencia
nacional, hará siempre más una noción concreta,
un consejo oportuno, un experimento feliz, que las
divagaciones más brillantes sobre generalidades. Otro
programa puede, entre nosotros, mantener el presti-
gio falaz de la elucubración especulativa como arma
suficiente para la lucha, y puede también desviar más
aún la propia conciencia popular que querríamos
instruir. Por otra parte, enseñar mal es quizá peor
que no enseñar, porque las nociones falsamente enca-
minadas conducen al fracaso, que desalienta, y esto
podría ser de efectos funestos en nuestro medio actual.
Entonces, lo primero que debe hacerse es preparar
maestros, y preparar un ambiente que sirva de guía
y contralor a todas las manifestaciones de la actividad
productora. Hay que formar una legión de personas
instruidas en las diversas formas de producción, y
armadas de un criterio propio, por elemental que
fuere, capaz de disponetse, por lo menos, a adecuar
cada concepción y cada manipulación a cada circuns-
tancia. Es preciso proceder de modo que, al disemi-
narse las ideas y las prácticas productoras por todos
los ámbitos de la República, pueda engendrarse el
espíritu productor nacional sobre bases racionales dis-
puestas a evolucionar constructiva, progresivamente.
Hasta será una ventaja el iniciar este proceso educa-
tivo por las formas elementales.
El cuerpo docente, ya organizado, extenso, cos-
teado y en función, una vez dispuesto a incitar la
industríosidad del niño, puede fácilmente iniciar la
cultura productora nacional dentro de un espíritu
sabio y práctico, al propio tiempo que cumple sus
otros deberes, y podrá así encaminar la mentalidad
escolar, desde los primeros pasos, hacia campos más
£.120]
EDUCACION Y ARTE
positivos, por más integrales, y más fértiles por lo
mismo. La iniciación de la actividad ptoductora en
el alumno, al conectar el aguzamiento de su ingenio
práctico y el trabajo manual a la teoría, puede tener
efectos sorprendentes, y se ofrecerá además, como un
soplo de diligencia entre los pobladores del campo,
sumidos en un quietismo aplastador, producto del
desamparo en que viven.
SÍ tuviese que espetarse un resurgimiento sólo de
las escuelas industtiales a creaise, y de la propia
obligatoriedad, la que presupone un servicio completo
para el aprendizaje, tardaríase demasiado para obte-
ner algún resultado sensible, si es dado espetar que
en un tiempo, no muy largo, fuese posible ptocurarse
maestros y desembolsar las sumas ingentes que debe-
rían invertirse en todas las zonas del país, por igual,
para ser ecuánimes. En cambio, con el arbitrio que
propongo, el que, por un lado, tiene la ventaja de
equilibrar por la integración práctica la mentalidad
escolar, desde el comienzo, substrayéndola a la exclu-
sividad de la especulación, de la abstracción y de los
abstrusos teoricismos cuya efectividad, si acaso la
tienen, no puede alcanzar el niño y, que por el otro,
se dirige a estimular también su acción, su manuali-
dad, su espíritu ejecutivo y su ingenio productor, de
efectos positivos y tangibles, con este arbitrio, digo,
se puede esperar el impulso que ha de transformar
provechosamente nuestra economía nacional, deján-
dole ver las perspectivas de la emancipación pro-
ductora.
Si, todavía, al promover la iniciación de la cultura
infantil, se trata de adecuarla a su misión local, espe-
cializándola en el sentido de manipular las riquezas
de la zona respectiva, tal enseñanza tiene que produ-
[121}
PEDRO FIGARI
cir resultados más ventajosos aún, abreviando la tatea
educacional, la que conviene encaminar lo más direc-
tamente en el sentido de formar hombres útiles, para
bien de ellos, y, consiguientemente, del país.
En estos países, por lo mismo que no han guiado
sus pasos dentro del criterio científico a que me he
referido, puede verse muy a menudo que la tarea
consiste en hacer y lamentar, cuando no en demoler
para volver a hacer, bien que las obras criteriosa-
mente dirigidas tiendan siempre a la constructividad,
al desarrollo progresivo y fructuoso, invariablemente.
Tienden a la expansión, como los organismos vigo-
rosos.
La tarea inicial es, pues, preparar maestros, sin
impaciencias, y tratar de ajustar todas las instituciones
que dependen de la Dirección General de Enseñanza
Industrial, de modo que concurran a la consecución
de los resultados que se buscan." Las escuelas espe-
ciales de industrias deben subseguir, por cuanto sería
desacertado fundar escuelas sin maestros. No debemos
olvidar, un solo momento, que la enseñanza es el
maestro quien la vierte, y no la escuela. Después
vendrá lo demás, y será hasta preciso traer del
extranjero algunos maestros, por lo menos, por
el tiempo más o menos breve que sea menester
para preparar a los que, a su vez, han de enseñar
M Eo general, estas ins time jones deben ser reformadas segán ha
de proponerlo en oportunidad la Dirección General de la Enseñanza
Industrial, a fio de que se ajusten convenientemente al plan adoptado,
para coutribuir a la obra de h industrialización nacional, de la manera
mj.s eficaz que sea posible No debe, por lo denlas, a ningún titulo
entraño a la misión educadora, ser mantenida ninguna institución ni
ningún resorte que no preste ni pueda prestar servicios efectivos en este
sentido, porque sería inexcusable distraer recursos y energías en instantes
en que tanto se demandan para llevar a buen término la obra más pro-
vechosa que pueda realizarse cu favor del país, la obra patriótica más
reclamada
{122}
EDUCACION Y ARTE
aquí, y esto, bien entendido, al solo efecto de per-
feccionar los medios técnicos, que, en cuanto a lo
demás, somos nosotros mismos los que debemos tra-
tar de formar una conciencia propia y un ambiente
razonado regional, para dirigir nuestra propia acción
en el sendero de nuestras positivas conveniencias.
Los liceos de campaña, y los propios de la capital,
deberían aplicarse también a cultivar los mismos
métodos antedichos de instrucción industrial, pues
cada día hay menos campo para los simples genera-
Hzadores, para los auxiliares profesionales en el país.
Estas instituciones, a pesar de lo que se diga en con-
trario, se hallan encaminadas más bien a aumentar
las llamadas profesiones liberales — que tan poco
liberan a menudo — en vez de encaminar a la acción
productora, tan fecunda. El Estado, al aumentar el
ya crecido número de los profesionales que cuenta la
actualidad, preparando, onerosamente todavía, hom-
bres que cada vez tendrán menos fácil acomodo en
la economía social, y que, por la propia condición
que se les crea, tienen que ser de aspiraciones poco
prácticas, se aboca a un problema, cuando no a una
carga que lo embaraza y que, por contragolpe, per-
judica a la comunidad social. 19
11 En 1» Universidad, sección de Enseñanza Secundaria, acaba de
introducirse una nueva asignatura, denominada "Industrias" Esto denota
que se va reconociendo de día en día más claramente, la necesidad de
encaminar a la juventud hacia la producción, en todas partes, hasta en
los centros genuinimente cultores de la simple teoría Es verdad que
no se hará un curso práctico industrial, mas no es menos cierto que
se trata de inclinar a la mentalidad de los mismos universitarios hacia
el plano efectivo, fecundante de la elaboración de riqueza Nada_mas
lógico que la iniciativa a que me refiero, en un centro de enseñanza
en que se mira, y debe mirarse, como una adversidad, el que aumenten
los ingresos ¿Puede haber una demostración mas clara de que, si,
por excepción, conviene este enseñamiento, no conviene como una
normal? Si. la hay. Es la siguiente la sociedad se alarma toda vez
que hay aumento de egresos umversiurios, 7 lo peor es que se alarma
coa toda iazóa
£123}
PEDRO FIGAHI
Esta evolución de los liceos, si se verificara, con-
juntamente con una distribución juiciosa de becas,
puede contribuir a la obra emprendida con aportes
valiosos.
Las propias Escuelas de Veterinaria y Agronomía,
deberían coadyuvar a igual propósito, dando las indi-
caciones necesarias para que puedan abrirse cursos
prácticos elementales, y a la vez difundirse nociones
de este género por otros medios divulgatorios, acerca
de sus respectivas enseñanzas; todo lo cual contribui-
ría, también provechosamente, a la. obra de la indus-
trialización del país. Por otra parte, los alumnos de
la Escuela de Artes, a medida que vayan formando
su conciencia productora y adquieran una preparación
apropiada, pueden, a su vez, concurrir a dicha obra
en las actuales escuelas, y en las que se vayan ins-
talando a medida que sea oportuno, así como en los
centros de colonización educacional de que me ocu-
paré más adelante.
Entretanto, aunque no se hiciera más por el mo-
mento, con todo esto no más, el productor y el anhelo
productor, tan recomendables como son, se sentirían
cada vez más apoyados.
Hay que cultivar mucho la física, la mecánica, la
química, como ciencias madres que pueden permitir
el desarrollo de las formas angulares de aprovecha-
miento industrial, mas no hay que cultivar esas cien-
cias en el sentido de preparar laureados, simplemente,
sino en el de formar hombres de acción, de ini-
ciativa, emprendedores, capaces de "arremangarse",
según lo expresa tan pintorescamente la gráfica locu-
ción vulgar.
C 1243
EDUCACION Y ARTE
El dibujo y el modelado, y la composición deco-
rativa, como elementos también medulares 17 desde
el punto de vista plástico, contribuirán, por otra
parte, al mayor florecimiento industrial, permitiendo
aprovechar muchas riquezas abandonadas, y otras que
se emplean mal.
Hay que cultivar el criterio productor integral,
para que las industrias todas puedan ir a las cumbres
del apogeo: la metalurgia, las industrias textiles, las
alimenticias, las que se dirigen al aprovechamiento de
las materias colorantes, de las esencias, de las made-
ras, leche, cueros, huesos, astas, areniscas, mármoles,
granitos, pórfidos, ágatas, tierras y arcillas, amatis-
tas, pieles, plumas, etc., etc., que, a su vez, se dirigen
por infinitos senderos, todos prósperos a condición de
que la forma de aprovechamiento se halle adecuada
a su fin, en cada caso.
Para todo esto, no es "la escuela" la que ha de
guiarnos; ni es tampoco, en resumidas cuentas, el
propio funcionario que se invista del título de maes-
tro. Lo que ha de conducirnos eficazmente en este
proceso, tan complejo, es el criterio que nos guíe.
En un orden de actividades multiformes como éste,
sólo una orientación racional, de adecuación, vale
decir, científica, puede conducirnos a todos los flore-
cimientos anhelados. Fuera de allí, nos llenamos de
cargas y nos exponemos a recoger decepciones.
11 Estas artes, cuyo cultivo se supone de menor provecho, quizá
por ser menos aptas para determinar la evolución, son asimismo muy
importantes por cuanto vivir no es sólo evolucionar, sino "vívii" también.
£125}
PEDRO FIGARI
XI
ha obra educacional acentuará sus
efectos por el informe así como por
la experimentación y- la divulgación
de sus resultados.
Transformada hoy la ex Escuela Nacional de Artes
y Oficios en centro de cultura general productora,
para hombres y mujeres, dispuesto dicho centro a
abarcar todas las modalidades de la producción con
criterio científico, y dentro de un concepto estético
regional, es él quien, al propio tiempo que prepara
a los maestros encargados de propagar por todo el
país las enseñanzas recibidas, dentro de la orientación
oficialmente admitida como mejor, debe también dise-
minar por los demás medios posibles la cultura
productora. Así empezaría, de inmediato, a plasmarse
la obra industrializadora en todo el país, a la vez,
de la manera más amplia y más segura.
Mediante un acopio, el mayor posible, de antece-
dentes, este centro debe desempeñar un servicio gene-
ral de informaciones, acerca de los asuntos que atañen
a la industria. Para ello es preciso, ante todo, ponerse
en relación con los institutos análogos de los países
que mantienen o puedan mantener intercambio con
el nuestro, fuera de organizar un archivo, el más
completo que sea posible, que le permita ordenar
todo dato que sea de algún interés, más o menos
inmediato. Este órgano, que habilitaría cada vez más
para evacuar cualquier consulta que se le dirigiera,
puede prestar servicios invalorables a los trabajado-
[126}
EDUCACION Y ARTE
res en general, y a los rurales especialmente. Como
complemento, una revista de la Escuela, que serviría
a la vez como medio de aprendizaje de las artes
gráficas en la misma, puede servir de vehículo a la
propagación de los procedimientos de producción más
recomendados, así como para contestar las consultas
y pedidos de informes que puedan revestir un interés
general.
Fuera de los cometidos esenciales, la Escuela trata-
ría de ir ampliando su radio de experimentación, de
investigación y de enseñanza, y dando la mayor publi-
cidad posible a los resultados de interés.
Los cometidos legales que, naturalmente, han de
cumplirse de la manera mejor, las formas coopera-
tivas y continuativas, la enseñanza de obreros, todo
esto debe hacerse sin herir los intereses legítimos de
la industria, los que, por lo demás, no pueden ser
lesionados dentro de este plan, sino que, al contrario,
deben sentirse considerablemente favorecidos en sus
aspiraciones superiores.
Si bien el fin esencial de estas instituciones es la
enseñanza, se comprende que, para enseñar a produ-
cir, es preciso producir. Enseñar sin talleres, o sólo
por medio de ejercicios abstractos, es enteramente
ocioso entre nosotros, por ahora a lo menos. La ante-
dicha producción, si bien exigua, puede, asimismo
procurar recursos que, al servir a los fines de la ense-
ñanza, refluyan en bien de la comunidad social.
No deben tampoco considerarse tan limitadas las
prerrogativas del Estado sobre este punto, porque
sería estrecharlo precisamente en la obra más proficua
y mejor encaminada a 'desarrollar la cultura y el
engrandecimiento nacional. En un plan racional de
instrucción, no puede ser mantenido el régimen de
U27]
PEDRO FIGARI
ejercicios infructuosos, como el anterior, que inutili-
zaba desatentadamente preciosos materiales, sino al
contrario, debe enseñarse a utilizarlos prácticamente,
y de la mejor manera. Lo único que debe rechazarse
radicalmente es la competencia desleal. Este régimen,
tan moral como útil, en campaña ha de ser de efectos
más provechosos todavía, puesto que realiza quizá
el ideal de que las escuelas-talleres, al enseñar, se
costeen por sí mismas.
Reanudando lo que decíamos acerca de los servi-
cios complementarios del enseñamiento, una institu-
ción amplia como ésta, que no se halla guiada por
el espíritu de lucro, puesto que su misión es imper-
sonal, en un medio incipiente de producción como
es el nuestro viene a llenar una laguna lamentable
el informe.
En efecto, ¿a quién puede dirigirse el industrial
para disipar sus dudas, para conocer el resultado de
los tanteos y ensayos, o la mejor manera de resolver
cualquiera dificultad? ¿Acaso al émulo, al competidor?
Y ¿cómo esperar que se manifieste dispuesta y ani-
mosa la iniciativa industrial, allí donde no hay
elementos de instrucción, ni quién se aplique a veri-
ficar experimentos y a hacerlos conocer?
Este servicio puede ser de efectos muy provecho-
sos si se realiza convenientemente.
La Escuela Superior debe, además, mantenerse en
constante comunicación con las comisiones y demás
entidades departamentales, seccionales y vecinales de
campaña, ya organizadas, y también con las especiales
que se organicen, tanto para estimularlas a cooperar
en la obra de la enseñanza industrial, cuanto para
conocer las necesidades y aspiraciones de los depar-
[128]
EDUCACION Y ARTE
tamentos, de las secciones y vecindarios, a fin de
satisfacerlos en cuanto le sea dado hacerlo.
Las antedichas incitaciones al trabajo productor,
por medio de la enseñanza práctica, por el informe,
por la experimentación y la divulgación de sus resul-
tados, por la propaganda, etc., podrán secundar efi-
cazmente el propósito industrializados y, tanto más,
cuanto mejor nos sea dado formar un ambiente-guía,
que vaya encarrilando, lo más posible, en un sentido
racional, regional, autóctono, nuestra producción; pero
hay otros arbitrios convergentes de que echar mano
y, para alcanzar los máximos frutos de esta empresa
redentora, nada hay que desdeñar de lo que pueda
ser aprovechable.
XII
Todos, de una u otra manera
efectiva, deben concurrir al sosteni-
miento del Estado y a facilitar la
evolución nacional.
Será de efectos benéficos y congruentes al propó-
sito de desarrollar lo más y lo mejor posible la
cultura industrial, el iniciar una serie de ensayos y
ajustes en el sentido colonizador-educador.
Hay que comenzar por hacer una compulsa acerca
de la disposición en que se hallan los vecindarios de
campaña, para facilitar la instalación de pequeños
centros de colonización educacional y productora. No
hay un solo vecindario que no carezca de elementos
educacionales y productores, hasta para satisfacer
[129}
11
PEDRO FIGARI
a veces, las necesidades y aspiraciones más premiosas,
y podrían éstos así, en provecho propio, aprestarse
a concurrir de una u otra manera, que fuese bas-
tante, por lo menos, para facilitar la prestación de
los servicios que se demandan. Es seguro, que, por
ínfimos que pudieran ser estos aportes en el comienzo,
pronto llegaría a prosperar tal institución, siempre
que se la atendiese con espíritu práctico y hábil.
De esta manera, no sólo los obreros y profesionales,
dispuestos a trabajar, podrían hallar formas halaga-
doras para aplicar su capacidad y sus energías, sino
que los mismos alumnos que egresen de la Escuela
de Artes, podrían iniciarse en la vida libre del tra-
bajo, llevando a los centros rurales las nociones de
producción que han adquirido, todo lo cual redun-
daría en bien de la cultura del país.
Los brazos útiles, en una sociedad sabiamente
organizada, no deberían quedar en la esterilidad
abrumadora del ocio.
Desde luego, si la organización de la enseñanza
industrial se cimenta sobre esta doble base: I o ) "Tra-
bajo en el sentido vocacional"; 2 o ) "Remuneración
equitativa de todo servicio útil", sobre esta base,
pocos son los que van a manifestarse inclinados al
pasivismo infecundo. La normal será de acatamiento,
de aprovechamiento.
Según me lo sugería un espíritu organizador, sagaz,
las propias fuerzas militares destacadas en campaña
podrían constituirse en núcleos colonizadores. Esto,
lejos de menguar la misión militar, la completaría
y la elevaría más. Dicho arbitrio, por otra parte,
como que se organizaría también en el sentido de
consultar las vocaciones, lo cual al propio tiempo
[130}
EDUCACION Y ARTE
que rinde más proficuo el trabajo, lo hace saludable
y hasta solazante, tendría además la ventaja de hacer
menos tediosa la vida del soldado en los tiempos
normales. Con el empleo regular de sus energías y
de su ingenio, se acentuaría su cultura, así como se
consolidarían sus aspiraciones de mejoramiento.
Fuera de mejorar su condición, pues, por la ocupación
y el provecho consiguiente, se sentiría a la vez más
identificado con el alma del pueblo, a cuyos inte-
reses atendería de este modo, aun por fuera del
cumplimiento de sus deberes militares, y habría
ganado de todas maneras.
De otro lado, los recluidos, en general, todos
deberían concurrir a la obra de la industrialización
nacional, en cuanto sea factible, naturalmente, porque
es equitativo que indemnicen en lo posible el ser-
vicio de manutención y demás cuidados que les presta
la sociedad; y los mismos asilados, también deben
cooperar en esa obra que ha de aprovechar a todos,
ellos incluidos, y hasta debe exigírseles esto, no tanto
siquiera como compensación del amparo que les
presta la Asistencia Pública, cuanto porque es ésta
la forma en que más eficazmente puede prestarse
dicho servicio social.
Se comprenderá que me refiero a todos los reclui-
dos y asilados, por igual; pero merece una atención
particular la condición de los huérfanos, recogidos
por la Asistencia Pública Nacional.
Es realmente un grave problema el que presenta
la cifra creciente de expósitos y asilados, ya sean
varones o mujeres, en los establecimientos de caridad,
que no dejan de ser substancialmente así, aun cuando
se los denomine de otra manera. Y no debe preocu-
[131]
PEDRO FIGARI
parnos tanto el costo de su manutención, si bien
siempre creciente, como los efectos sociales que ha
de producir la preparación de elementos articulados
tan artificiosamente para la vida libre.
Desde luego, la herencia, por lo común, no es auspi-
ciosa. Abundan las taras. Al lado de aptitudes intelec-
tivas que sorprenden, a veces, pueden observarse defi-
ciencias muy frecuentes, fuera de un puerilísmo, que,
por sí solo, denota por lo menos una conciencia escasa
para la convivencia libre Ni su salud ni su psiquis,
pues, se adaptan fácilmente a las exigencias normales
de la lucha natural. Puede asegurarse que ellos están,
por lo común, individualmente, en condiciones de
inferioridad.
La propia protección que les presta la Asistencia
Pública como que es una forma de excepción, los
coloca en una situación particular, cuyas consecuen-
cias, juntamente con la falta de vinculaciones defi-
nidas con los miembros de la sociedad, se hacen
sentir inconvenientemente.
El sentimentalismo de la caridad tiene eso de malo,
el que, por un lado, es menos eficaz de lo que qui-
siera ser y, por el otro, que no concluye jamás por
complacer las exigencias del beneficiado, tanto más
cuanto que éste se acostumbra a la idea de la pro-
tección excepcional, antinatural, antes que preocu-
parse como en la vida libre, de ir formando su con-
ciencia en el sentido de la propia responsabilidad
y de la preparación individual para la lucha.
Sería más científico, y más eficaz, encarar este
servicio de asistencia como un acto de previsión social,
sin anfibologías de ninguna clase. Preparar a estos
desheredados en el sentido de que tienen que bastarse
[132]
EDUCACION Y ARTE
a sí mismos apenas tengan uso de tazón, sería darles
una conciencia más moral y más provechosa. La
caridad comienza por humillarlos, o bien, por hacerles
creer que la sociedad les es deudora a un título, que,
por lo mismo que no les es dado definir, lleva
a todas las arbitrariedades de su imaginación infantil.
No es difícil encontrar entre los asilados, antes que
el rubor de la humildad, cierta soberbia, y a veces
hasta la propia altanería. En otras palabras, no son
normales por lo general.
Actualmente, se van admitiendo expósitos de
ambos sexos, así como niños y niñas, que, por una
u otra razón, solicitan ser amparados por la Asis-
tencia Pública. Este servicio, que congrega niños de
todas edades, entre la del párvulo y la del adoles-
cente, y que, según se me ha informado, hasta per-
mite al adulto hospedarse también en el asilo, trae
consigo, todos los inconvenientes antedichos, más los
que derivan de la heterogeneidad de ideas, de edades
y de procedencias. El problema se agrava, a la vez,
por la progresividad del cuantum que implica este
servicio y, también, porque no se prepara a los asi-
lados para que puedan reincorporarse conveniente-
mente a la sociedad. Se diría que no se piensa en esto.
Una solución que reduciría los inconvenientes apun-
tados, es la de preparar resueltamente para la pro-
ducción a todos estos asilados. Desde un principio,
la instrucción tendría que dirigirse resueltamente en
ese sentido, y una vez que los asilados hubieran
llegado a la edad de doce años, cuando más, deberían
ser considerados como elementos aptos para enca-
minarse a la producción,, optándose fundamentalmente
por destinarlos a la vida rural.
{1331
PEDRO FIGARI
SÍ se fundaran colonias, aunque fuera pequeños
núcleos colonizadores para recibir a estos asilados,
se obtendría el triple resultado siguiente:
I o ) Colocar a los asilados en un ambiente más
favorable a sus condiciones físicas;
2 o ) Prepararlos en un medio más fácilmente
accesible, y más conforme a su condición social;
3 o ) Descongestionar los centros urbanos.
Si, en primer término, esto consulta el interés de
los propios asilados, produciría a la vez resultados so-
ciales y económicos muy dignos de tomarse en cuenta.
Es prudente encarar este servicio de asistencia de
modo que los beneficiados, mediante una preparación
adecuada, puedan costearse su manutención y bas-
tarse a sí mismos, no sólo porque esto es más pro-
picio para que puedan formar su concepto de respon-
sabilidad, sino también porque es más moral y pre-
visor, desde que tiende a formar elementos útiles, lo
que importa contemplar el interés social y el indi-
vidual a la vez.
Desde el punto de vista económico, mantener el
régimen actual, es abrir un agujero siempre dispuesto
a ensancharse, en el fondo mismo del tesoro nacional,
donde se guarda el dinero del pueblo, para costear
una obra muy deficiente por cierto.
La vida rural, por otra parte, tendría para ellos
otras ventajas, también dignas de tomarse en cuenta.
En agrupaciones pequeñas, este régimen permitiría
constituir un ambiente familiar, grato, y facilitaría
al propio tiempo que la enseñanza, la vigilancia, lo
cual tendería a formar costumbres más sobrias, ambi-
ciones más razonables, más sociales y más sanas, y
(134}
EDUCACION Y ARTE
garantiría la salud de los asilados, preparándolos de
un modo mejor, por más adecuado, para la vida libre.
El personal de este servicio debería seleccionarse
entre las familias de colonos, y demás rurales, más
virtuosos, a la vez que como un acto de confianza,
que honra al designado, como un medio que les per-
mite prosperar. Es de esta manera que podría ajus-
tarse como institución social, equitativa y previsora,
la asistencia, más bien que por medio de ostenta-
ciones fastuosas, y estériles como son las de la caridad
casi siempre, y es así como podría prepararse la
reincorporación de estos elementos en sociedad, con
hábitos de orden, de trabajo, y hasta permitiéndoles
formar su peculio para que puedan establecerse.
Divididos en pequeños grupos, lo más homogéneos
que sea posible, bajo la vigilancia y la dirección de
personas honorables, podría además creárseles un
ambiente más semejante al de la familia, que es la
forma natural de vivir, lo cual, por lo demás, no
impediría tampoco el seleccionar a aquellos que reve-
lasen mayores aptitudes para cultivar la industria
urbana.
En esos centros coloniales, se podría establecer la
celebración de fiestas con motivo de las sementeras,
plantaciones, cosechas, esquilas y demás operaciones
rurales, reglamentando la vida de modo que seme-
jara cuanto es posible la vida amplia, normal. Enca-
rado así este servicio de colonización, nada tendría
que pudiese semejar la tristeza de esos hacinamientos
urbanos, donde las perspectivas para los asilados son
todas grises.
Con todos estos y otros ajustes en el sentido colo-
nizador-educador, al reducir los inconvenientes expues-
£135]
PEDRO FIGARI
tos, y fuera de los demás beneficios que se han de
palpar, se tendería también a propagar más y más
las mejores formas de producción.
XIII
Dentro de un sabio régimen
soctal, nada que pueda ser utilizado
debe abandonarse.
Se requiere un esfuerzo singularmente vigoroso en
la campaña, si se la quiere transformar, llevándola
de una atonía musulmana a los movimientos orde-
nados, metódicos y hábiles que demanda la utili-
zación racional de las riquezas naturales; y, muy
especialmente, se requiere fomentar el factor social,
como un estímulo insustituible para engendrar esas
actividades en aquel medio, pasivo, inerte por lo
mismo que carece de este aguijón tan saludable.
Si hubiese una conciencia más clara, habría un
espíritu social más solidario, con provecho de todos.
En tanto que en los centros urbanos, y en la
capital, principalmente, disfrutamos de toda clase
de recursos y comodidades, en campaña se carece de
todo, a veces hasta de lo mismo que confina en lo
perentorio. Esta disparidad social implica, necesaria-
mente, un desordenamiento perjudicial, que conviene
remediar.
Sería indicado, desde luego, enviar a campaña todo
lo que puede ser utilizado y que aquí no se utiliza:
semillas, podas, muebles, libros, útiles, herramientas,
ropas, etc., sobrantes que, fuera de no servirnos, nos
incomodan.
{136}
EDUCACION Y ARTE
Cuando se piense que todos estos sobrantes, que
a veces mantenemos abandonados indefinidamente
sin saber qué partido tomar con ellos, podrían ser
aprovechados como verdaderos tesoros por las familias
rurales pobres, las que a veces ni pueden enviar a sus
hijos a la escuela por falta de recursos, y aun de
ropas, fácil será convencer de la necesidad de arti-
cular algún resorte que sirva para drenar todos estos
objetos hacia las desmanteladas viviendas camperas.
Y, naturalmente, al decir esto, entiendo que es mucho
más lo que puede y debe hacerse, así como pienso
que se hará mucho más apenas se haya iniciado un
servicio cualquiera de este género, y se palpen los
beneficios que de él emergen.
Considerando con espíritu de previsión este punto,
se comprenderá, por de pronto, cuánto puede con-
tribuir a la transformación de la vida rural este
propio arbitrio, que, en resumidas cuentas, no nos
costaría más que el mantener "el órgano interme-
diario" puesto a su servicio, lo cual es relativamente
insignificante. "
Hace pocos años, inicié un movimiento de opinión
en este sentido, pero este intento, si bien halló la
más auspiciosa acogida en la población, 18 por causas
IS De inmediato se formó una comisión compuesta de selectos ele-
meatos de todas las profesiones y gremios, la que con empeño inició
las primeras careas No sólo la prensa de la capital y de la campaña
acogieron coa viva simpatía este propósito, sino que muchas institu-
ciones, y particulares prometieron secundarlo coa agrado, aplaudiéndolo
como un anhelo verdaderamente razonable y patriótico La Intendencia
Municipal envío muchos miles de podas utilizables, lo propio que el
arboricultor don Alberto Basso, la Comisión Nacional de Fomento Rural
adhirió plenamente, ofreciendo el concurso de todas sus comisiones de
campaña, y don Julio Mailhos, también generosamente, ofreció un local
apropiado, contiguo a la Estación del Ferro Carril C del Uruguay, f se
iban recibiendo de todas partes adhesiones y ofrecimientos constantes,
entre otras, la valiosa declaración del Segundo Congreso Rural Trimestral
celebrado en Minas, cuando cesaron los trabajos por las causas antedichas
CB7}
PEDRO FIGARI
accidentales no fue posible llevarlo a término. No
obstante, aquel pequeño y breve ensayo permitió ver
claramente cuan reclamada era esta institución por
la campaña, y cuántos beneficios habrían de resultar
de la realización de un concurso social de esta clase,
al derivar hacia la campaña un cúmulo enorme de
elementos utilizables que quedan arrinconados o per-
didos en la metrópoli, sin provecho alguno para nadie.
No basta enseñar; ni enseñar a trabajar; ni basta
enseñar a vivir; es preciso también procurar a los
desamparados los medios indispensables, aunque no
sea más, para que puedan reaccionar despertando su
espíritu al orden y la diligencia, dentro de la capa
de plomo de la modorra en que han vivido tanto
tiempo, precisamente por hallarse privados de todo.
Para iniciar este movimiento, disciplinando conve-
nientemente energías latentes, tan enervadas por la
pasividad, lo menos que podemos pretender es que
cada cual contribuya con todo aquello que no le
presta servicio alguno, y, por parte del Estado, que
subvenga a los pequeños gastos que demanda la
creación de este órgano intermediario, encargado de
solidarizar al productor rural con el consumidor urbano.
Si se quiere conmover la vida rural, para refor-
marla a fondo en un tiempo relativamente breve, es
menester acudir a la vez a todos éstos y los demás
arbitrios que puedan converger a dicho propósito, tan
patriótico, como equitativo y previsor.
f 138]
EDUCACION Y ARTE
XIV
El estímulo social es lo que más
puede determinar un mejoramiento
en la vida rural.
Según lo expresaba en mi memorándum de Marzo
de 1915 19 hay la necesidad de despertar, por medio
del estímulo social el propósito de mejoramiento, el
que, según se comprende, será más incitante y salu-
dable cuantos más deseos se sientan de "vivir bien".
Es éste el factor que ordena el trabajo y que lo inten-
sifica. Imposible esperar este resultado donde, por no
sentirse la necesidad de comodidades, se ha mecani-
zado el esfuerzo dentro de las formas rudimentales
mínimas, bastantes, sin embargo, para atender necesi-
dades mínimas también e inmutables, se diría, como
las de los insectos, según se afirma.
Para remediar este inconveniente, y por las mismas
razones que he propuesto como iniciación de la obra
de la industrialización nacional que se lleve a las
extensiones rurales desmanteladas, tanto la enseñanza
productora como el informe y los elementos utili-
zables sin aplicación, de igual modo propongo que
se trate de derivar también de los centros urbanos,
hacia la campaña, una parte de la corriente intelec-
tiva, del ingenio y de la inventiva de los profesio-
nales y demás personas ilustradas, en el sentido de
estudiar la multitud de problemas rurales que están
M Véase el apéndice: Antecedentes d* la reforma
[139}
PEDRO FIGARI
en píe, sin solución, y, lo que es peor, sin que nadie
se crea obligado a examinarlos.
La vivienda rural, por ejemplo, requiere que se la
esrudie con especial atención.
Desde luego, la vivienda, encarada de un punto
de vista práctico, por modesta que sea, mas no por
eso menos habitable y aun confortable, y también
apta a las sugestiones estéticas, podría ser un intere-
sante problema a resolver por nuestros arquitectos.
Bien valdría la pena iniciar concursos, con premios,
para ir estudiando esos tipos de vivienda rural tan
amenos y gratos, a pesar de su parquedad, y siempre
teniendo cuenta de la necesidad de hacerlos fáciles
de ejecutar, aun por medio de los recursos comunes,
tan exiguos, de la campaña. El jardín, la huerta, las
porteras, los cercos, la chimenea, los mobiliarios, 30 etc ,
podrían permitir que se esgrimiera el ingenio de
nuestros artistas, en un sentido tan provechoso cuanto
instructivo, y, además, habría que hacer lo propio
con otros cíen problemas rurales.
Por otra parte, fuera de las exposiciones a orga-
nizar, ferias, concursos, etc., hay que programar fiestas
y premios, con motivo de las operaciones ordinarias
de campo, y también habría un interés especial en
instituir prácticas capaces de asociar al rural a la
obra de la conservación y mejoramiento de los
caminos. Así, por ejemplo, convendría instituir la
"fiesta del camino", en la que cada vecino concurre,
de una u otra manera, con materiales, acarreo
10 Todos estos concursos, así como otros, verbigracia, para proveer
de agua, de aire, de luí, de herramientas, botiquín etc, deberían merecer
además el cuidado de hacer que las soluctones mejores se las trocara
en prácticas, facilitando la adquisición por cuotas o de otra manera.
Ea su caso, convendría también estudiar prácticamente, el mejor modo
de obtener las instalaciones mas costosas por medio de los concurra
colectivos de cada vecindario.
£140}
EDUCACION Y ARTE
o mano de obra al sabio propósito de cuidar de la
vialidad rural, que es el vehículo esencial para el des-
arrollo de la producción y para la propagación de infi-
nitas culturas. Pero es necesario, a la vez, amentzar el
ejercicio de este acto de previsión, a fin de que tales
deberes se identifiquen mas al espíritu del poblador
rural, lo que también concurría a estimular sus
hábitos sociales, hoy tan escasos.
Esto podría constituir, un día, si no el "órgano
de conservación", 21 sin el cual el problema de la
vialidad es insoluble (puesto que no hay recursos
que permitan sufragar a la vez las obras y su con-
servación) podría esto, digo, ser por lo menos uno
de sus elementos constitutivos más eficaces. Desde
luego, el ejercicio de esta función, tan racional y
ventajosa, habría de permitir todos los desenvolvi-
mientos que ofrece cualquiera organización de índole
positiva.
XV
Algunas consideraciones com-
plementarias y transitorias, para
concluir.
Tal es la orientación en lo substancial, y tales son,
en sus líneas más generales, los arbitrios que a mi
juicio deben emplearse por el momento en nuestro
país, para abordar la obra de su industrialización.
n La. ley de Vialidad que me cupo el honor de promover, no podría
prestar todos los servicios que de ella deben espetarse si no se asocia la
iniciativa de los vecinos a la obra de la conservación de los cami-
nos rurales Este concurso, invalorable, es el que más eficazmente puede
secundar 1* obta de la Administración Pública.
[141}
PEDRO FIGARI
Como se ve, el plan, que formulo es el mismo,
fundamentalmente, que propuse al Gobierno en el
memorándum ya referido; y debo manifestar aquí
que el actual Presidente de la República, doctor
Feliciano Viera, tenía conocimiento del mismo desde
el mes de Noviembre de 1914, así como que lo
aprobó con satisfacción patriótica desde entonces,
interesándose en él al considerar los efectos tan bene-
ficiosos que ha de producir en todo el país, y en la
campaña principalmente.
Ni entonces me he detenido, ni ahora me detengo
a precisar los detalles del plan, por cuanto es impo-
sible abarcarlos dentro de una organización tan com-
pleja, si se la encara con criterio racional, que
requiere, en un medio no preparado como el nuestro,
tanteos y compulsas diversos, a fin de que se articulen
los resortes y ajustes convenientemente.
Los detalles, los propios detalles reglamentarios,
no dejan de ser de interés. Siempre dependerán la
marcha y la prosperidad de una institución, de la
forma en que funciona; pero, ir de antemano a pre-
verlos, y establecer desde luego reglamentaciones
definitivas, si acaso pueden serlo alguna vez, lo que
no creo, sería exponerse al contratiempo, y también
al fracaso.
La reglamentación debe ser precedida de una cons-
tante compulsa, en toda organización racional, de
modo que se ajuste cada vez más el medio, que es
el reglamento, a la finalidad, la cual, en este caso,
es la enseñanza dirigida en el sentido de obtener la
industrialización nacional de la manera mejor. Quizá
se pudiera tentar esto al implantar instituciones
extranjeras, a regirse por sus propios cánones, pero
esto mismo resultaría a menudo imposible por
1142]
EDUCACION Y ARTE
cuanto, en ese caso también, hay siempre que consi-
derar que, por el hecho de funcionar aquéllas en
otro medio, esto sólo demanda una previa adapta-
ción. Caeríamos en lo mismo que hemos condenado,
si articuláramos fríos y estériles mecanismos inani-
mados, por simple trasplantación, como fuera menes-
ter para prestablecer ío que aquí no tiene principio
de ejecución siquiera. Volveríamos a las instituciones
de aparato, tan dispendiosas como infructíferas.
Sólo para proveer los cargos de maestros debe
hacerse una compulsa previa, escrupulosa. Desde
luego, una institución seria y fundamental como ésta,
vital, podría agregarse sin hipérbole, para que pueda
ofrecer los efectos trascendentes que de ella deben
esperarse, no puede convertirse en un simple asilo
de "recomendados". El cuerpo docente, por lo menos,
debe reclutarse entre los más preparados y los mejor
dispuestos a enseñar dentro del programa adoptado
oficialmente como mejor. Se trata de formar la con-
ciencia nacional productora, y de enseñar a trabajar,
y esta tarea debe llenarse sesudamente, porque im-
plica los destinos de la riqueza y de la cultura nacio-
nales. Ningún servicio, pues, en el orden de los
enseñamientos y de las orientaciones generales del
alma nacional, debe eximirse de un contralor cientí-
fico, excluyéndose por completo todo lo que sea
ajeno al enseñamiento efectivo. Es ésta la única
manera de llegar a la consecución de la alta fina-
lidad patriótica que se pretende alcanzar.
Es sumamente útil, a mi juicio, el mantener en los
primeros tiempos, de ensayo y experimentación, la
mayor suma de facultades ejecutivas en la dirección,
a fin de que haya la mayor plasticidad en sus movi-
mientos preparatorios, y la mayor rapidez. En el
[1433
PEDRO FIGARI
período inicial, por lo menos, se requiere articular
unitariamente, vale decir, dentro de un solo criterio
todos los resortes, a fin de evitar los hibridismos,
siempre estériles, tan fáciles de engendrarse en medios
como el nuestro.
Así, por ejemplo, considero que hasta que no se
hayan organizado los servicios fundamentales, cuando
menos hasta entonces, sería inconveniente instalar un
consejo deliberante. La deliberación es demasiado
lenta, y expuesta, más que en otra parte aquí, a incli-
narse ante razones de oportunismo. En la experiencia
que hemos podido recoger, hemos visto que si los
consejos son convenientes respecto de las instituciones
ya encaminadas, con funciones ya dispuestas y regu-
larizadas, no lo son cuando se trata de iniciar o de
innovar. Fuera de que no siempre es fácil formar
quorum en los cuerpos honorarios, es frecuente ver
paralizada su acción por la disparidad de opiniones,
doblemente presumible y temible en este orden de
asuntos. Si la diversidad de matices, de simples mati-
ces no más, puede ser de provecho para ejercer un
contralor en una institución que funciona, la plura-
lidad de opiniones es mortal para una institución
que se inicia. Sería interminable, tan interminable
como concluyente el entrar en el terreno de los ante-
cedentes y de las demostraciones a este respecto.
Se comprenderá que lo dicho no excluye al con-
tralor administrativo, que considero saludable en todo
instante. Sólo me refiero al criterio unitario que presu-
pone toda organización vigorosa, fuerte. En instantes
en que va a modelarse una obra tan compleja como
es la de la enseñanza industrial, como lo es, muy
particularmente, en un país casi por completo ajeno
a este orden de culturas, para esta oportunidad debe
£144]
EDUCACION Y ARTE
escogerse, coa toda escrupulosidad, la mejor orien-
tación y, luego, disponer el ordenamiento de todos
los resortes dentro de un criterio uniforme, y homo-
géneo por lo mismo. Otra cosa puede exponer la
obra a las formas de oposición, que llevan al hibri-
dismo, a la contradicción, y al fracaso consiguiente-
mente. Demasiado grandes son las dificultades y
obstáculos a vencer, para que, todavía, se puedan
oponer otras remoras en el camino.
Fuera de una preparación especializada, se requiere
una consagración que es incompatible con el esfuerzo
requerido para mantener, dentro de sus verdaderos
rieles, una misma orientación angular, si hay des-
acuerdo en las ideas directrices.
Ni el propio ptesupuesto puede ser formulado
dentro de rubros rígidos, en tanto que la institución
con todas sus dependencias, tan variadas y complejas
como son, no llegue al período pleno de su funciona-
miento, como organización. Mientras sea un intento
orgánico, como debe serlo racionalmente en sus
pasos iniciales, tiene que haber un margen de libertad
para cambiar los rubros, según lo aconsejen las cir-
cunstancias, y siempre, naturalmente, dentro de la
suma que se destine a la institución.
En la experiencia que he recogido en la Dirección
de la ex-Escuela N. de Artes y Oficios, si bien corta,
he podido ver que habría sido imposible realizar ní la
mitad de lo que se ha hecho, a haber tenido que
discutir punto por punto cada medida, o bien, a no
haber tenido facultades para invertir las economías
que se hiciesen en cualquier rubro; y no puede dejarse
de reconocer, no obstante, que ha sido un bien esa
latitud de facultades que permitió, en breve tiempo,
y dentro de escasos recursos, en lo fundamental los
[145]
12
PEDRO FIGARI
mismos ordinarios de la ex-Escuela, transformar aquel
centro, antes tan lúgubre como estéril, en una col-
mena próspera. 22
Al reglamentar la ley, pues, a fin de cumplirla del
modo más eficaz, convendrá tener presentes las consi-
deraciones antedichas, tanto lo que se refiere
a una juiciosa "seriación" previa de las necesidades,
para atender, en primer término, las más premiosas,
cuanto a lo indispensable que es el preparar a los
maestros que han de vivificar la institución, como
recurso esencial de todo enseñamiento, así como
convendrá no omitir lo demás que sea también funda-
mental, o simplemente oportuno y provechoso.
En los liceos, según se hizo público últimamente,
hay dificultades para proveerlos de maestros, y hasta
se aconseja fundar un instituto "especial" para prepa-
rarlos, no obstante hallarse funcionando ya dichos
centros de enseñanza; y si esto ha ocurrido con insti-
tuciones dispuestas en el sentido de la instrucción'
general, ¿cuánto más requerido y prudente será el
tomar en oportunidad esta medida preparatoria, con
enseñanzas prácticas de las que está tan desprovisto
el país?
No caigamos en el error de impacientarnos. Hay
que ir lejos.
Con las experiencias recogidas en nuestro propio
país, y con las abundosas enseñanzas que emergen
de la guerra europea, no debemos ni podemos
pagarnos de simples exterioridades institucionales;
debemos ir a fondo: dejar la paja, y tomar el grano.
Se trata de fundar una institución esencialmente
"natural"; más que nacional, pues, humana, la que
M Véwe el apéndice Lo que era y lo que es la Escuela de Artes.
U46]
EDUCACION Y ARTE
está por arriba de las creencias y de los partidos,
y desde que ella se basa en una aspiración común: el
mejoramiento moral, social y económico, todos esta-
mos interesados por igual en asegurar su pleno éxito.
Sería hasta denigrante, por otta parte, el que, sin
antes haber pesado las aptitudes propias, un pueblo
se declarase de antemano inepto para hacer lo que
hacen los demás.
Pero, para realizar un esfuerzo verdaderamente
eficaz, es preciso trabajar seriamente, hondamente, y
esto excluye la idea del "expediente" como cosa
principal, el simple papeleo burocrático, la grave
"paperasse" que es, a veces, lo único que queda, en
medio de un silencio solemne, para comprobar la
huella que dejaron las instituciones. Para eso valdría
más no intentar nada.
En breve acompañaré el presupuesto, así como una
somera exposición de motivos que a él se refiere.
Seguro de merecer la aprobación de V.E., y a fin
de facilitar la lectura de este plan, así como para
obtener el mayor concurso de opiniones sobre asuntos
tan vitales, lo he mandado imprimir, y pronto reci-
birá V.E. ejemplares impresos que han de abreviar
su estudio.
Dejo así cumplido el encargo con que he sido
honrado por el Poder Ejecutivo, y saludo a V.E. con
mi mayor consideración.
Montevideo, 8 de marzo de 1917.
Pedro Figari
U47]
APENDICE NUMERO 1 *
APENDICE NUMERO 2
ANTECEDENTES DE LA REFORMA
Hace ya mucho tiempo que vengo pugnando por la
necesidad de abordar el enseñamiento industrial práctico.
Con motivo de un proyecto que, poco estudiado, pre*
senté en 1903 a la E Cámara de Representantes sobre
creación de una Escuela de Bellas Artes, se nombró una
Comisión Especial para abrir dictamen acerca de dicho
proyecto, Comisión de la que yo formaba parte; y los
miembros de la misma me cometieron el informe, dán-
dome facultades amplias para estudiar y aconsejar lo que
considerase mejor.
Estudiado con más detenimiento dicho proyecto, pro-
puse el informe que transcribo enseguida, aceptado por
la antedicha Comisión.
Dice así:**
Este asunto, así que salí de la H. Cámara, quedó olvidado.
En 1910, cuando el Gobierno del doctor Claudio Willi-
man me ofreció un cargo en el Consejo de la Escuela,
acepté para defender mis convicciones sobre este punto,
y después de presentar el plan de reforma a que antes
me he referido, vista la imposibilidad de hacerlo triunfar
me retiré del Consejo, no sin polemizar para demostrar
* Se omite aquí el Apéndice Nfl 1 por tratarle del informe Lo
que era y lo que es la Escuela de Artes, que se publica entre las páginas
71 t 85 de «te volumen.
Se omite aquí la transcripción del Informe que aparece entre
las páginas 10 y 15 de este volumen, con el título de Informe sobré
cresaó* de un* Escuele de Bellas Artes.
{148}
EDUCACION Y ARTE
la incompetencia del Director importado, así como lo
inconducente de su plan. Creo que. los hechos demos-
traron muy pronto la razón de mis asertos.
El año 1911» cuando ocupó el eminente conciudadano
don José Batlle y Ordóñez la Presidencia de la República,
por segunda vez, me hizo el honor de encargarme de un
plan de organización de la cultura artística en el país.
Presenté mis ideas generales sobre este asunto, y por razón
de algunas desintehgencias ocurridas acerca de la mejor
orientación a adoptarse, se aplazó este punto, hasta que
nuevas exigencias de gobierno fueron demorando toda
solución indefinidamente, a pesar de reiteradas gestiones
que hice para definirla. Fue entonces que propuse al actual
Presidente de la República, doctor Feliciano Viera, el
memorándum que se hizo público. Excuso decir que nunca
fue mi idea aceptar cargos directivos, sino, simplemente,
hacer de modo que se adoptaran los mejores rumbos,
que, a mi ver podían conducir a este pueblo a mejores
destinos."
Bajo el epígrafe: "El doctor Viera quiere divulgar la
enseñanza industrial en todo el país", al publicarse por
los "Talleres Gráficos de El Siglo, La Razón y El Telé-
grafo", en hoja suelta, el memorándum y otros antece-
dentes relativos a la iniciativa de industrializar al país,
la referida Empresa decía:
AL LECTOR
Las declaraciones hechas por el señor Presidente de la
República en su manifiesto, respecto a su empeñoso y
M Tanto el gobierno del señor Cuestas cuanto el del señor Batlle
y Otdóñes (durante su segunda administración), me ofrecieron la direc-
ción de la Escuela N. de Artes y Oficios, ofrecimientos que decliné;
y al manifestarle al señor Presidente de ta República doctor Feliciano
Viera, hallarme en el mismo estado de animo, me «presó que era yo
quien debía llevar mi plan a la práctica y que. para hacerlo fructuoso,
debía consagrarme a esta obra por ocho a diez años por lo meóos. Ante
las manifestaciones que expuso el señor Presidente doctor Viera pan
inducirme a aceptar, acepte, no sin saber que esto implicaba para mi
U respOQiabilidad y la lucha, y también el sacrificio.
[149]
PEDRO FIGARI
laudable propósito de prestar atención preferente a los
intereses de la campaña y a lft cultura industrial del país,
comienzan a ejercer su acción, y pronto se traducirán en
hechos. La entusiasta colaboración del Ministro de Indus-
trias, doctor Amézaga, que comparte aquellos anhelos
patrió cieos del doctor Viera, todo ello nos da la seguridad
de que pronto ha de acometerse resueltamente la eje-
cución de esta iniciativa medular tan promisoria, la que
va a atender directamente los intereses más preciosos y
más vitales de la Nación.
Nosotros atribuimos una trascendencia particular a este
orden de actividades oficiales, y creemos que una enseñanza
práctica industrial, razonada, gradual y oportuna, puede
transformar en breve tiempo la mentalidad y la produc-
ción nacional desenvolviendo la riqueza pública por medio
de una eficaz manipulación industrial, así como fomen-
tando el espíritu de asociación y de cooperación en toda
la República.
En el breve tiempo transcurrido desde que El Siglo,
informado en fuente fidedigna, dio cuenta de que se
hallaba a estudio del gobierno un plan de enseñanza
industrial, con fecha 25 de abril último, se ha estudiado
y resuelto ya su adopción en general Según se nos informa
ahora, se enviará de un instante a otro el respectivo men-
saje al Cuerpo Legislativo.
"Esta Empresa, celosa como siempre en el servicio de
información, y dispuesta a secundar lo más posible toda
gestión hecha a favor de intereses tan importantes como
son éstos, desea dar la mayor publicidad a dicho aconteci-
miento, y para ello inserta aquí todos los antecedentes
del mismo, como medio de divulgarlos más como una
palabra de aliento llevada a todos los extremos de la
República donde los pobladores claman de mucho tiempo
atrás por una reforma que les permita mejorar de condición
Publicamos el suelto aludido, el reportaje hecho por
La Razón (Sección de la Campaña) al doctor Pedro Figari
y el plan de reforma, con la exposición de motivos que
[150}
EDUCACION Y ARTE
lo fundamenta, el que, como una verdadera primicia perio-
dística ofreció la sección de campaña de La Razón a sus
lectores. Con estos antecedentes se podrá formar una idea
general respecto de la entidad de la iniciativa que en estos
momentos se encamina a dar debida satisfacción a aspira-
ciones nacionales tan legítimas y tan sentidas como son
las que motivan la referida obra.
ESCUELAS ELEMENTALES DE INDUSTRIAS
Reorganización de la Escuela N de Artes y
Oficios (Suelto de El Stglo del 25 de abril de
1915).
Con motivo de una iniciativa sobre el particular, que
tiende a realizarse ampliamente en la capital vecina,
hacíamos días pasados algunas consideraciones relativas a la
conveniencia de crear en nuestro país escuelas industriales
elementales. Hoy llega a nuestro conocimiento que esa
idea por nosotros prestigiada había sido va recogida 41 por
el doctor Pedro Figari, quien, hará unos veinte días, pre-
sentó al Ministerio de Industrias un provecto acompañado
de interesantes y acertadas consideraciones, que tiende a rea-
lizarla en algunos de sus aspectos, proponiendo además
la organización sobre nuevas bases de la actual Escuela de
Artes y Oficios. Es el propósito del doctor Figari fomentar
por medio de la creación de numerosas escuelas profesio-
nales elementales el desarrollo y perfeccionamiento de
ciertas industrias que aún se hallan en estado embrionario
en nuestro país. Esta desinteresada y patriótica iniciativa
fue entusiastamente acogida por el doctor Amézaga, y lo
fue con tanto más motivo, cuanto que el ilustrado Ministro
de Industrias venía desde hace algún tiempo preocupán-
dose del punto y estudiando el modo de realizar en la
14 Como se veri. la idea que informa el plan no nene ningún
parentesco con las instituciones a que La dirección de El Stglo se refiere,
pues, ea la misma que proponía desde el año 1903
£151}
PEDRO FIGARI
mejor forma la creación entre nosotros de los mencionados
centros de enseñanza.
También el doctor Viera, a quien el proyecto fue pre-
sentado en el acuerdo de ayer, lo acogió con simpatía,
preocupándose especialmente de que sus beneficios se
extiendan también a la campaña, con cuyo objeto se harán
los estudios necesarios. La idea marcha, pues, a una franca
y benéfica realización.
Mucho debe esperarse de ella.
La creación en todo el país de numerosas escuelas ele-
mentales de industrias, a las cuales puedan concurrir todos
los obreros para completar los conocimientos que les pro-
porciona la enseñanza primaria, dándole a ésta un carácter
práctico que la haga auxiliar del operario en su labor
diaria, será de ingentes beneficios, no solamente para esos
obreros mismos, sino también para el país en general.
REPORTAJE AL DOCTOR FIGARI
(La Razón, Sección de la Campaña, del 21 de
mayo de 1915).
Sobre la Pista
Se dijo en la prensa, hace unos días, que el gobierno
se interesa vivamente en un proyecto del doctor Pedro
Figari, que tiene a estudio, sobre reorganización de la
enseñanza industrial, con proyecciones para la campaña.
A fin de poder informar más concretamente a los lec-
tores de esta sección, es decir, a los rurales y a los que,
se interesan por el progreso de nuestra gente de campo,
que harto lo sabemos, están cansados de esperar que se
ocupen de ellos seriamente, fuimos a interrogar al doctor
Figari, y he aquí el resultado de la entrevista:
F. — Efectivamente, nos dijo, he presentado al Go-
bierno un plan general de instrucción industrial, y es
£152]
EDUCACION Y ARTE
también cierto que dicho plan fue bien acogido, tanto por
el señor Presidente cuanto por el Ministro, doctor Amé-
zaga. El gobierno del doctor Viera está empeñado en llevar
hacia la campaña su acción preferente para impulsar su
progreso de un modo decisivo, en la sabia inteligencia de
que los intereses rurales son nuestros más vitales intereses.
Esto acusa que ha considerado, como verdadero estadista,
las necesidades más premiosas y fundamentales del país.
Estas son necesidades tan orgánicas, que no pueden ser
confiadas al recurso político o financiero, simplemente.
El doctor Amézaga comparte enteramente este mismo modo
de pensar patriótico y previsor, y anheloso como está de
atender tan trascendental orden de intereses, estoy seguro
de que procederá con la amplitud y la decisión requeridas
para llevar a buen término la reforma. Cabrá, pues, a
esta Administración el envidiable honor de tomar una
iniciativa tan esencial como fecunda, para la cultura gene-
ral y progresiva del país.
Db Completo Acuerdo
JR. — Crea que esta noticia me llena de satisfacción, y
tengo la seguridad de que será acogida con íntima fruición
por nuestros rurales. Era tiempo ya de que el gobierno
se preocupara de una necesidad tan sentida y tan funda-
mental. Ya sabe usted cuán empeñado estoy en demostrar
que la campaña merece una atención especial, por su
propia importancia.
F. — Lo sé, y créame que comparto sus convicciones
y sus anhelos a ese respecto. la campaña progresa, en
verdad; pero progresa muv lentamente. Fuera de algunos
Centros, que son la excepción, conserva los viejos cánones
de vida y de producción, por demás primitivos, los que
están lejos de guardar relación con los progresos urbanos.
Hay extensiones enormes, donde ni siquiera puede advertirse
una manifestación clara de aprovechamiento de los grandes
recursos de acción alcanzados en nuestros días. Desespera
[153]
PEDRO FIGARJ
el ver la incuria y la incapacidad en que vegeta el pobla-
dor, quien, a pesar de tener ocupadas grandes extensiones
de tierra, vive dentro de una impotencia, de una estrechez
más que franciscana. . , y bien, semejante atraso se debe:
l 9 ) a la falta de instrucción práctica, que no permite
intensificar el esfuerzo; 2 9 ) a Ja carencia de estímulos
sociales, lo que anula los propósitos de mejoramiento;
3 9 ) a la falta de comunicaciones.
Orientación del Pian
R. — ¿Podría decirme en líneas generales a qué tiende
el plan en lo que atañe a la campaña? Esto tiene un
valor singularmente apreciable para mí y para mí sección
de propaganda periodística.
F. — El plan tiende, por un lado, a promover la multi-
plicidad de formas de producción industrial compatibles
con el ambiente, esto es, las más adecuadas, y, por el otro,
a crear estímulos sociales capaces de conmover el quie-
tismo campero, el que no se debe a causas fatales sino al
abandono en que viven los pobladores relegados a sí
mismos. La enseñanza que reciben, como que es esencial-
mente teórica, no basta a modificar el ambiente; para eso
es menester dar nociones prácticas de producción, o sea,
"formar productores", y además, dar alicientes al trabajo,
a la acción, que es mejoramiento progresivo. Lo uno y lo
otro es igualmente indispensable para fomentar y ver
floreciente el espíritu de empresa y de asociación en cam-
paña, donde los pobladores viven casi como ermitaños.
Hay que procurar que entre "aire, luz y agua" en la
morada de campo, la que, por una ironía, hallándose en
plena naturaleza, en el reino mismo del sol, está despro-
vista de todo eso que es esencial. Hasta que el poblador
no sienta el deseo de mejorar su propia condición; mien-
tras vivan como viven, tienen que sentirse inclinados al
pasivismo pesimista, que engendra el desamparo. . . Y
¿cómo esperar que se esfuercen en producir y mejorar,
£154}
EDUCACION Y ARTE
cuando, todavía, lo propio que producen ni pueden en
muchos casos llevarlo a la Estación? . . . Esto lo sabe usted
mejor que nadie, mi distinguido amigo.
Somera Idea de Realización del Plan
R. — ¿Puede decirme cómo se operaría esta forma de
instrucción práctica?
F. — - Le daré una idea somera sobre este punto; des-
pués podrá ver usted el plan de un modo más preciso y
detallado.
Para alcanzar aquel resultado habría que proceder por
medio de una diversidad de recursos, congruentes y apro-
piados, a forjar la "industriosidad" y la "sociabilidad" de
los alumnos (me refiero a todos los habitantes, porque
todos van a sentir las influencias de este régimen, directa
o indirectamente) en la inteligencia de que lo uno y lo
otro debe ser cuidado al mismo tiempo en todas las mani-
festaciones de la enseñanza, si acaso es posible separar el
espíritu industrial del espíritu sociable. Otros resortes del
plan, tenderían también a estimular al estudio y al tra-
bajo, y a propiciar las formas de asociación, concursos,
exposiciones, ferias, festejos, etc. La actual Escuela de Artes
y Oficios, hoy circunscripta a enseñar a un reducido nú-
mero de alumnos, tendría que convertirse en un centro
de información y de preparación general, abierto amplia-
mente al externato, y frecuentado por todos los que nece-
sitan un conocimiento, un dato, un antecedente o una
preparación industrial, sean hombres o mujeres, sin excluir
naturalmente a los obreros, ni a nadie que se someta al
orden del establecimiento. Debe, al contrario, atraer a
todas las personas deseosas de aprender, sean quienes fueren.
Al propio tiempo, en este centro se daría instrucción indus-
trial a los maestros de Instrucción Pública Primaria, según
sus aptitudes, a fin de que puedan enseñar y preparar el
ingenio de los alumnos pata las mil manifestaciones de la
vida industrial. Esto, así como una rotación bien dispuesta,
[155}
PEDRO FIGARI
iría diversificando las formas de instrucción productora en
todo el territorio de la República, y, a la vez, iría inten-
sificando dicha instrucción, para que cada cual pueda
encontrar las formas de producción más apropiadas a sus
aptitudes y direcciones productoras. En cuanto a la orien-
tación pedagógica, es la misma qué propuse hace varios
años para reformar la Escuela de Artes y Oficios*
Para apresurar lo más posible el desarrollo del plan,
podría crearse además un cuerpo especial de maestros, a
fin de formar centros productores allí mismo donde no
tengan escuelas; que tengan esto, siquiera sea... Por
otra parte, para secundar el propósito, se nombrarían
Comisiones departamentales, seccionales, vecinales, que
cooperasen, y se llegaría pronto así a irradiar por todo
el país un espíritu de actividad saludable, multiforme,
tendiente siempre a asociar, a mejorar la vida rural y a
aprovechar las riquezas naturales. Hay que estimular vigo-
rosamente a la producción, y hay que preocuparse mucho,
también, de las industrias femeninas . . .
Engarces Admirables
R, — Me parece práctico y promisor el plan. . . y se
me ocurre que las Comisiones de Fomento, ya creadas,
podrían servir admirablemente a secundar esta iniciativa,
porque hay en ellas fines paralelos, y hasta convergentes . . .
P, — Su idea es excelente Dichas Comisiones, ya orga-
nizadas, y formando un organismo vivo, robusto, dispuesto
a actuar "prácticamente" y "fecundamente", no como
muchos otros organismos que, por su propia estructura,
no pueden hacer más que vegetar; dichas comisiones, digo,
serían más que aliadas, entidades que se identifican con
la causa de la instrucción industrial, en lo que toca a la
campaña, por lo menos. Ya habría eso ganado. . . y vea
m Víase el folleto "1910 - Reorgantiacton d» la Escuela N. dé
Arfé* i Ofsc$oi".
U56]
EDUCACION Y ARTE
usted en esto mismo una comprobación acerca de este
hecho: lo que es positivo y práctico, siempre ajusta bien
con la realidad, sin determinar antagonismo alguno . . .
El Nudo db la Cuestión Vivienda Rural
R. — Al contrario, lejos de haber antagonismo en este
caso, hay una gran afinidad; y me agrada verlo, así como
que usted encuentre que es aprovechable esa institución
para dar mayor vuelo a su plan de mejorar la vida de
campaña. Ahora, permítame que vuelva al punto de par-
tida. Usted tocaba dos puntos que tienen gran interés para
la campaña: la vivienda rural y los caminos. Habrá visto
que lo primero ha sido recientemente materia de un pro-
yecto . . .
F. — Es cierto: y he visto también su crítica. Real-
mente, es muy simpático el propósito que inspira el
proyecto del diputado Martínez Thedy, pero creo, como
usted, que no es practicable en esa forma. Dicho problema
no se resuelve tampoco por el simple arbitrio de M dar"
viviendas mejores. No basta mejorar la. vivienda: lo indis-
pensable es modificar "el género de vida" del poblador.
El recurso de la buena vivienda hay que conectarlo con
otros factores convergentes de cultura, si se quiere deter-
minar una evolución en la vida rural, que es lo que inte-
resa esencialmente al país, y al propio poblador. Una
vivienda, para el que no sabe o no tiene estímulos para
bien vivir, cae en abandono y se convierte en mala, por
buena que ella sea. Hay que dar incentivos a la vida
para que se mantenga latente el empeño de mejorar de
condición; es necesario dar recursos, y también ideales, al
poblador, para que él "pueda y quiera" elevarse económica
y socialmente. La vida, hoy, no ofrece halagos para la
gente de campo. Expuesta a todas las inclemencias y defi-
ciencias de la vida primitiva, puede decirse; relegada a una
mentalidad sólo conmovida por una instrucción teórica,
cuyo alcance práctico ni puede vislumbrar siquiera ¿con
[137}
PEDRO FIGARI
qué contar para que se opere una transformación de sus
usos inveterados, si carecen de todo? Nosotros, los urbanos,
al deslizamos por el asfalto de nuestras avenidas, protes-
tamos si un desnivel cualquiera nos da la desazón de un
barquinazo. Aquí tenemos aguas corrientes potables, luz
y energía eléctrica, asistencia, teatros, fiestas, paseos, y lo
demás que caracteriza la vida de las metrópolis modernas;
no obstante, todavía ambicionamos más. No es raro que,
repatingados en un sillón inglés, divaguemos con los
mayores recursos y lujos de las grandes capitales. . . ¡Qué
desigualdad!
Efectos Inmediatos del Plan
R, — ¿Piensa usted que será fácil obtener un resul-
tado inmediato, con la aplicación de su plan?
F. — Claro que pasó ya el tiempo de pensar en mila-
gros, mas, para dar, aunque sea, algún sentido a la exis-
tencia que se lleva en el campo, bastará con procurarles
a los pobladores algunas nociones prácticas de producción,
de higiene, de economía, nociones adecuadas, a fin de que
desde ya puedan palpar las ventajas del esfuerzo amplia-
mente compensador. Así conseguiremos el doble fin de
cimentar vigorosamente nuestra cultura productora "pro-
gresiva", y el de propender a que el ambiente social y
productor se encaminen, francamente, dentro de un opti-
mismo fecundo. Dado el impulso inicial, que es lo que
urge, lo demás vendrá como una consecuencia tanto más
promisora cuanto que hay que contar, también con la inteli-
gencia proverbial de nuestros buenos paisanos. No llega-
remos pronto al grado de cultura a que han llegado los
campesinos escandinavos, por ejemplo, pero surgirán múl-
tiples formas de producción industrial insospechadas, que
harán prosperar a muchos que hoy vegetan en un pasí-
vismo infructuoso. Al propio tiempo que estos factores
han de contribuir poderosamente al mejoramiento de
nuestras industrias matrices, la ganadería y la agricultura,
{158}
EDUCACION Y ARTE
forjarán aptitudes diversas, capaces de miliar nuestras
materias primas que se pierden en gran cantidad, sin
provecho para nadie: plumas, pieles, astas, crines, huesos,
visceras, vegetales, textiles, etc.; se producirá mucho más
en frutas, legumbres, flores, y se sacará más partido de
otras substancias preciosas: leche, madera, cuero, lana, etc.»
que hasta ahora se han aprovechado insuficientemente.
Nuestras amatistas, por ejemplo, se han exportado en su
casi totalidad, sin apreciar su valor, como ocurre también
con nuestras ágatas. Está indicado el poner pronto reme-
dio a todo esto, que significa pérdida de riqueza, por un
lado, y ausencia de cultura, por el otro. Nuestras tierras
semidesiertas, esperan el brazo fecundador, lo mismo que
nuestros minerales, empotrados en sus entrañas, esperan
ver la luz del sol.
Equidad y Previsión
R. — Se ve perfectamente cómo se haría obra social y
económica, casi en forma simultánea. Intensificación gene-
ral de la producción, mediante la instrucción necesaria
para ello, y esto en forma practica y sencilla, empezando
por lo más elemental.
F. — Precisamente, es preferible que se inicie la difu-
sión de las formas elementales de producción, en todo el
país, a que se busquen "genios" en las ramas superiores,
suntuosas. Esa es, por lo demás, la manera de ir más ace-
leradamente a la consecución de nuestras formas mejores
de evolucionar. <Qué se puede esperar de bueno en un
régimen que pretende colocar a nuestra metrópoli en la
condición de ciudad capaz de rivalizar con las más ade-
lantadas del Viejo y Nuevo Mundo, al propio tiempo que
la campaña permanece haciendo una vida casi primitiva?
Es ésta, sin embargo, la que tiene que sustentar funda-
mentalmente el peso de las conquistas urbanas, y esto mismo
nos hace sentir los deplorables efectos económicos que
periódicamente nos af lijen. Para que el rural pueda sopor-
PEDRO FIGARI
tar la carga creciente que le exigen los progresos gene-
rales, y los urbanos muy principalmente — porque es la
capital la que toma la parte del león — , sería preciso
que aquél fuera "intensificando progresivamente" su pro-
ducción; y» ¿cómo ha de hacerlo, si queda librado, puede
decirse, a su propio estuerzo en cuanto a formas de pro-
ducción se refiere, lo mismo que a lo demás? La campaña
y la ciudad, deberían marchar, por lo menos, en planos
paralelos, no sólo como una manifestación de la realidad
de las instituciones republicano-democráticas que nos rigen,
sino, también como el medio más adecuado de atender
nuestras propias conveniencias . , . porque, como ocurre
siempre, lo razonable y lo útil se hermanan enteramente.
El Productor Olvidado
R. — Es perfectamente exacto: la República, hasta
ahora, para ciertas obras, sólo ha estado representada por
la capital, el resto del país. . . una colonia encargada de
sostener al todo,
F. — Es verdad que desde el punto de vista productor,
no está mucho más atendido el habitante de la ciudad.
Parece que todo se hubiese considerado por el estadista
menos al productor, con ser elemento angular, el que
fundamenta la economía nacional. Pero en lo que toca
a las formas de producción rural, las deficiencias son
verdaderamente deplorables Así, la alfarería, por ejemplo,
era una industria precolombiana en estas tierras, y hoy,
en toda nuestra campaña no se hace, que yo sepa, una
olla, o un cántaro. Son precisamente las industrias pri-
marias y las más útiles, las que deberían practicarse ante
todo para preparar los desarrollos evolucionales. Es por
esto que hay que empezar, donde nada hay. Inspirar la
diligencia, el orden, la economía, la higiene, el deseo de
vivir de la mejor manera posible, sería un paso ya muy
estimable en la vía del progreso nacional, y esto es lo
que lógicamente debe hacerse para cimentar con solidez
{160}
EDUCACION Y ARTE
nuestros progresos. Yo comprendo las impaciencias; pero
no son ellas las que nos acercan más a la finalidad. Al
revés, muy a menudo nos retardan, cuando no nos
desvían ... Es que nunca basta por sí solo, el buen deseo.
Optimismo del doctor Figari
R. • — Sobre todo, nosotros debemos empezar por reco-
nocer que todo lo que existe se debe a las iniciativas y
capitales privados, que han luchado con dificultades mil
y, sin embargo, han hecho obra meritoria. ¿Cómo no se
haría otra "patria" con esa protección real, práctica,
continuada . . . ?
F. — Hay que despertar el ambiente campero a la
acción, al trabajo remunerador, dignificador; y cuando se
vea que comienzan a transformarse las viviendas, con el
empeño de hacer grata la vida; cuando se vean rodeadas
de jardines y huertas, esas moradas hoy huérfanas, y las
familias diligentes, congregadas en el trabajo; cuando se
vea a los vecinos reunidos, con el fin de procurarse un
motor, un molino de agua, un torno, un telar o cualquier
otra cosa que implique un propósito de producción coope-
rativa, más reditivo y superior; cuando se celebren ferias,
concursos y festejos, ya sea en las ciudades o en plena
campaña, donde los expresos baratos permitan acudir
a aprovisionarse de aves, hortalizas, flores, dulces, con-
servas, etc., etc , todo lo que hasta puede concurrir al
abaratamiento de la vida urbana, cuando la capital, que
tiene mayores facilidades para asimilar progresos, se esmere
en irradiarlos por todo el país, en vez de congestionarse;
cuando todos, por igual, se sientan apoyados por la acción
oficial, irán prestando su concurso a la obra redentora
de que le hablo, puesto que nadie permanece insensible
a los halagos de un progreso cuyos beneficios pueden
palparse, y el país se transformará cada vez más intensa-
mente, como por encanto. . .
[161]
i*
PEDRO FIGARI
Un Problema Grave y Complejo
R. — Me complace mucho encontrar optimistas ... ¿De
modo que esto, que para tantos parece ser un sueno, es
para usted un ideal realizable?
F. — Así lo creo firmemente, por mi parte.
R. — ... Y, ¿los caminos?
F. — Ese es un "punto negro" nacional, y lo es para
casi todos estos nuevos países de Sud América, Es la gran
obsesión, la pesadilla de los que conocen la campaña . . .
pero, no es éste un problema que pueda ser resuelto por
una sola medida, sino por una serie de concursos tenaces,
oficiales y privados, que lo vayan desbastando hasta llevarlo
a buen término. Desde luego hav que crear el "órgano de
conservación", que vigila y cuida solícitamente, porque
eso de pensar en una solución radical, eso sí que es sueño
irrealizable. Puedo asegurarle que también a mí me inte-
resa este rompe-cabezas, así como advertirá que el plan
de que hemos hablado, por su parte, conduce, aunque en
forma indirecta, con bastante eficacia a aquella solución.
Algo se ha hecho ya, pero es mucho más lo que falta
hacer; yo sigo pensando. . . y permítame que, por hoy,
pongamos punto final sobre este tema, para conversar
de cualquier otra cosa. . . *
* A continuación incluía Fígari el memorándum Culturs prActic*
industrial, cuya transcripción se omite aquí por figurar en otro sitio de
este volumen, con el mismo título.
EDUCACION INTEGRAL *
I. — antecedente: el INTERES individual se
IDENTIFICA CON EL DE LA SOCIEDAD Y LA ESPECIE:
ESTE ES EL CRITERIO MORAL, Y EL JURÍDICO
CONSIGUIENTEMENTE
El hombre, como la planta, requiere un ambiente
favorable para prosperar. Si se asocia es, justamente,
para obtener las ventajas de la mancomunÍ2atión
del esfuerzo, que multiplica los resultados; pero, así
como este propósito socializador forma aquel ambiente
auspicioso, que aprovecha a la sociedad y al asociado,
toda transgresión individual tiende a disolverlo,
porque atenta al interés común, y, por lo propio,
disocia. 28 Esta es la guía orgánica de los hombres
• En las pígmas que siguen se reproduce textualmente el trabajo
fechado en 1918 y publicado en opúsculo en 1919» por Figari j ta
hijo Juan Carlos, con el título de "Enseñanza industrial" que transcri-
bimos. "La escuela publica debe cultivar la industries id ad del educando
para cimentar su capacidad productora' su eficiencia. — Enseñanza Indus-
trial: Informe presentado sobre este terna oficial por Pedro Figart, abo-
gado, y J C Figari Castro, arquitecto, al 2* Congreso del Niño,
celebrado en Montevideo. — Indice. I Antecedente. El ínteres indi-
vidual se identifica con el de la sociedad y la especie éste es el criterio
moral, y el jurídico consiguientemente. II Vivir es adaptarse: adaptarse
es mejorar. III La adaptación presupone esfuerzo: trabajo. IV. Educar
es favorecer el esfuerzo orgánico de adaptación. V La obra educacional
implica conciencia, esencialmente. VI. Conclusiones. Montevideo, 29 de
agosto de 1918 — Montevideo. Imprenta de Dornaleche Hermanos.
Calle Cerro Largo, 783 y 785- 1919".
Se le antepone aquí el título Educación inttgrd, conforme a la
modificación hecha más tarde por el propio Figari en menciones
bibliográficas.
28 Nos referimos lo mismo a los intereses morales que a los
materiales.
[163]
PEDRO FIGARI
y los pueblos en la evolución, y por eso es que los
actos encaminados en el sentido de esta ley bioló-
gica perduran, en tanto que los demás no prestan
más concurso que el aleccionamiento del fracaso.
El proceso constructivo de la evolución natural no
puede asentar sobre absurdos, y absurdo sería el que
pudiese prosperar una sociedad donde los asociados
no se interesan más que en sí mismos, sin consultar
el interés social. Este contrasentido, tan frecuente, sin
embargo, explica los reveses de la vida humana y la
propia anomalía de que las civilizaciones tengan su
ocaso, que parece fatal, así como el que todavía hoy
las naciones se ofrezcan como núcleos organizados
dominantes sobre multitudes inorgánicas hacinadas,
de verdaderos esclavos, puede decirse, sea cual sea el
disfraz con que se atempere tamaño anacronismo.
Así es que tan a menudo entrechocan los intereses
y semejan antagónicos, lo cual es la comprobación
misma del absurdo
Asociarse no es juntarse tan sólo: es disponerse
lealmente a considerar identificado el interés indi-
vidual al de la comunidad: regla que rige todas las
formas orgánicas, tanto más cuanto más orgánicas
sean. 2T Puesto que no basta la voluntad, sino que es
preciso poseer también el grado de cultura requerido
para la vida superior de asociación solidaria, hay
que educar.
Sólo por ignorancia fracasan las instituciones
En el propio arden internacional rij»e esta ley. La palabra del
?ran americano Wilson, que, como arbitro mundial, desde la cima
proclama estas ideas frente al conflicto máximo de la historia humana,
como la expresión del alma de un pueblo eminentemente fuerte j hábil,
es un pjso decisivo abierto entre las malezas de la mentalidad tradicional,
llena de prejuicios ancestrales que impiden ver estas realidades evidentes,
estas verdades axiomáticas.
[164]
EDUCACION Y ARTE
humanas, pero, como los efectos del error se palpan
lo mismo, sean o no voluntarios, debemos esmerarnos
en preparar a las nuevas generaciones de modo que
cooperen eficazmente en la obra social, y así, al norma-
lizar y elevar el nivel colectivo, si no se extirpan,
se reducirán, por lo menos, las miserias, crueldades
y sacudidas que entenebrecen la existencia y que hasta
malogran el bienestar de los afortunados.
Si no comprendemos la sabiduría que informa la
acción de la naturaleza, es porque no se nos ha
enseñado a observarla. En ella puede verse clara-
mente que la asociación implica aporte, no sólo
usufructo gratuito o disfrute parasitario; y puede
verse también que hasta que las unidades específicas
no forman conciencia acerca de que la vida colectiva
requiere probidad, lo que supone necesariamente
buena fe, no hay prosperidad ni hay perduración
siquiera. Sin dicho elemento regulador, la vida es
accidentada; la paz, aparente. Según la equidad natu-
ral, cuando hay error o detrimento hay sanción, y
a medida que se perfecciona el ordenamiento colec-
tivo, es más celosa y más severa esta función de la
justicia orgánica. El hombre es quien, halagado por
los mirajes egocéntricos ancestrales que le erigen en
ser de excepción, ha creído poder emanciparse de la
ley natural y de la propia naturaleza, y es así que,
a pesar de su inteligencia tan imaginativa, se ha
procurado una situación precaria en la vida real, y
a menudo infeliz, aunque crea otra cosa, aturdido
por los ruidos y las complicaciones que ha juntado
sobre sí mismo.
Por una falsa comprensión de la realidad, nos
hemos habituado a mirarla como espectadores, ajenos
a ella. Obligados a dividir y clasificar, para com-
[165]
PEDRO FIGARI
prender, nos hemos acostumbrado a considerar lo
real al través de la retícula de nuestras clasificaciones,
lo que desvirtúa a nuestros ojos la continuidad de
los fenómenos naturales, que es su característica
esencial. Es así que, a fuerza de considerarla errónea-
mente, hemos olvidado que nuestro artificio no tiene
objetividad alguna, como no sean los efectos mínimos
de nuestra incomprensión frente a la inmensidad
infinita de las formas y transformaciones del universo.
Fijemos claramente este concepto de la natura-
leza: la vida es siempre integral. Todo coexiste, y
todos, en todo instante, convivimos con el todo, cada
cual según su estructura. Cada forma orgánica, cada
especie, cada ser, actúan a su manera y a su favor,
ya sea que se presenten favorables o adversos para
nosotros, primando en esa brega global, perpetua,
los arbitrios más eficaces, y primando, consiguiente-
mente, dicha realidad sobre nuestros subjetivismos y
artificios efímeros. Se diría que la realidad es un
certamen de eficiencia; lo que nos induce a pensar
que la mejor conducta a seguir es el ordenamiento
de nuestras actividades de la manera más hábil
posible, para obtener el mayor número de ventajas
a favor nuestro, en medio de la soberana indiferencia
que por nuestra suerte manifiesta la naturaleza. Para
este fin es que vivimos asociados: lo que demanda
participación en el esfuerzo, y distribución de los
beneficios, con arreglo a la equidad natural.
Este criterio substancial rige el conjunto, lo propio
que cada región, cada país, cada ser y cada célula,
y nos índica la conveniencia de educar para la vida
solidaria, en la inteligencia de que esta orientación
es la más provechosa y trascendente para los destinos
humanos.
[1661
EDUCACION Y ARTE
II. — VIVIR ES ADAPTARSE: ADAPTARSE ES MEJORAR
Todo organismo tiende naturalmente a adaptarse.
Esto puede verse a cada instante, y tanto más claro
a medida que sean más típicas las formas de
organización.
Todo nuestro ser, nuestros órganos y nuestros
tejidos están empeñados en esa obra universal, y,
según sea el resultado de dicho esfuerzo, prosperamos
o declinamos. Lo que se encamina certeramente a satis-
facer aquel propósito orgánico, biológico, esencial, es
lo que va articulando los procesos constructivos, y,
como orgánicos, progresivos, tan fecundos; lo que se
desvía, no aprovecha ni perdura, porque no es eficaz.
Por eso es trascendente la orientación a seguir; porque
un error es pérdida de energías donde las energías son
siempre insuficientes para colmar la aspiración vital.
Si dicho esfuerzo de adaptación es la ley inelu-
dible del organismo, la obra educativa, que es emi-
nente obra social, no puede ser otra que la de faci-
litar su cumplimiento, puesto que, de no ser así, fra-
casa indefectiblemente.
Vemos en la naturaleza que el esfuerzo asiduo
realizado en favor de la prole, va siempre, invaria-
blemente, dirigido a habilitarla para esa lucha perenne
de adaptación, y vemos también que para llevar
a buen término esta empresa, frente a los escollos
y las dificultades, se acude a veces a arbitrios verda-
deramente admirables. Se advierte tal empeñosídad en
esa tarea; el agente se amafia de tal modo para
llevar a término este cometido que conduce a la
perduración y al triunfo, que por su sabiduría, su
tenacidad e ingenio, a menudo los arbitrios asombran
[167]
PEDRO FIGARI
al observador. Y dicha industriosidad — única palanca
eficaz en medio de las tortuosidades y de la variedad
infinita de obstáculos que ofrece la brega total de
los elementos — es de tal modo orgánica, que se
manifiesta como ingénita desde los primeros gestos
de la cría.
Al observar al niño, también notamos que pone
espontáneamente su industria a contribución, como
elemento preferente de aplicación de sus energías:
trabaja; y apenas cesa este propósito orgánico, sus
energías pletóricas desbordan las múltiples formas
del juego y del retozo. Esa predisposición estructural,
congénere de la que se observa en toda la naturaleza,
hay que cultivarla, pues, como fuerza insustituible,
tanto individual como socíalmente, para los destinos
del hombre.
Tomar al nifio, inmovilizarlo en el banco de la
escuela, comprimiendo sus bríos ejecutivos para
encauzarlo por entero hacia la escuálida especulación
mental, abstracta, que, si puede llegar a comprender
más o menos penosamente, no le interesa, es contra-
hacerlo, y, por lo mismo, desadaptarlo, suprimiéndole
o rebajándole su modalidad orgánica más fructuosa:
la productividad. Este tratamiento, que excluye la
acción, al polarizar toda la mentalidad dentro del
campo subjetivo, durante el período escolar, consti-
tuye una verdadera mutilación de la individualidad,
de graves consecuencias sociales, por cuanto, si al
ejercitar el niño simultáneamente las facultades y
aptitudes se equilibra y se amplía, al ejercitar sólo
algunas, se unilateraliza, y queda así restringido su
campo de actividad. Si acaso el egresado, por la cos-
tumbre, no se hubiese despreocupado enteramente de
todo ejercicio integral, dicho desperfecto queda irreme-
[168]
EDUCACION Y ARTE
diado en nuestro ambiente, donde no hay culturas
productoras que puedan reintegrarlo y reformarlo
con eficacia.
Es que tampoco puede decirse que el período
escolar sea un simple compás de espera, porque
fundamentalmente es la edad en que el individuo
plasma sus formas, y cuando más fácil es que una
facultad no ejercitada se atrofie, quedando sustituida
por un hábito. Entre nosotros, donde no hay suges-
tiones ptoductoras, dicho hábito es la especulación
mental, que hace desdeñar el trabajo y amuralla en
el expediente vegetativo, cuando no en el devaneo,
en el sueño embriagante, tan efímero e infecundo.
Queda así el escolar, por lo común, definitivamente
deformado, inútil, desadaptado, en vez de educado,
eficaz y apto.
Esto obliga al egresado a un trabajo de readap-
tación a la realidad, que, si es superable a fuerza de
voluntad, resulta dificultado y hasta penoso a causa
de las propias disciplinas escolares. Para interesar al
alumno en este régimen de unilateralización mental,
de pura afectación intelectiva, se ha debido hacer
incapié en la vanidad, puesto que ningún otro estí-
mulo puede emerger en ese plano tan abstracto.
Sólo un régimen de educación integral puede ofrecer
otros estímulos. Al aplicar entonces las energías
estructurales del alumno a sus fines naturales, son
los resultados tangibles del trabajo mismo los que
sirven de aguijón, y, al despertar el anhelo de la
independencia económica obtenida por esfuerzo
propio, se consigue el sumo bien individual y social,
sin infligir la tortura máxima de la deformación.
Si se concibe como excepción que pueda optarse por
una enseñanza puramente abstracta, no se concibe
[169]
PEDRO FIGARI
que dicha enseñanza la vierta el Estado ordinaria-
mente para llenar su función social.
Si hemos de enseñar, comencemos por cumplir la
ley medular de adaptación. La enseñanza alcanzará
su mejor auge al secundar este anhelo orgánico, en
vez de sustraer el educando al medio, a título de
preparación, régimen que por su artificiosidad tiende
al automatismo, que es regresión. Para que la escuela
responda a su finalidad racional, debe considerársela,
no como un paréntesis en la vida, sino como la vida
misma conducida de un modo ideal, a fin de que
sirva de ejemplo y de estímulo. Sólo así obrará
eficazmente en el proceso orgánico natural de mejora-
miento de la condición del hombre como unidad social.
Si vivir es adaptarse, si adaptarse es evolucionar,
educar es enseñar a vivir, en la acepción más amplia
del vocablo, puesto que, al encaminar de un modo
más consciente y directo las energías a su fin natural,
se logra el resultado máximo que es dado esperar:
el mejoramiento del hombre, el de la sociedad y el
de la especie.
III. — LA ADAPTACION PRESUPONE ESFUERZO:
TRABAJO
Naturalmente, todo organismo tiende a adaptarse
para mejorar de condición. Esto implica esfuerzo,
trabajo. Para secundar esta modalidad congénita, debe
enseñarse a trabajar.
Si es ésta la ley a cumplir en todas partes, en estos
países es más obligado hacerlo, por cuanto no hay
antecedentes de cultura productora, y todo razona-
H70]
EDUCACION Y ARTE
miento sano y serio aconseja que nos consagremos
al trabajo productor.
En estos países ubérrimos, no obstante, la escuela
prepara para una vida irreal, en vez de adiestrar
para la multiplicidad de las realizaciones constructivas,
que conducen al florecimiento integral. Lo que debía
ser materia de más esmerado cultivo: el ingenio, el
ingenio práctico, es precisamente lo que más excluido
queda de todo programa educacional; por manera que
al descartar las energías productivas congénitas del
alumno, se le inutiliza y se atenta al interés de la
comunidad, dado que una preparación que no fomenta
la productividad, fomenta el parasitismo.
El ingenio no es una facultad especial del indi-
viduo: es la individualidad misma empeñada en un
propósito realizador. Y bien: en nuestro régimen
educacional, esta preciosa modalidad queda por com-
pleto relegada, inerte.
Omitir la productividad en la obra social de la
enseñanza, es como omitir la nutrición de un orga-
nismo. Dejar de mano este elemento, el más remune-
rador, el que mejor tiende a conocer, evaluar y apro-
vechar nuestras riquezas y aumentarlas, lo propio que
los demás recursos ambientes; no disciplinar esa apti-
tud complexiva, proteíforme, la única capaz de hallar
los mejores senderos de utilización de la actividad
y de allanar los obstáculos de la empresa productora;
descuidar esta modalidad superior e irremplazable, la
que, a la vez que engendra los optimismos más salu-
dables, alimenta el espíritu ejecutivo y, por lo mismo,
efectivo, reditivo, prolífico, si no es decapitar el ense-
ñamiento, es castrarlo, por lo menos, puesto que se
le priva de toda fecundidad vigorosa. Es cuanto puede
hacer la imprevisión.
{171]
PEDRO FIGARI
Para educar, no basta dar nociones teóricas, por
completas que sean, puesto que dejan al alumno per-
plejo ante cualquier dificultad, e impotente para obrar.
Un espejismo corriente nos hace creer que la noción
teórica es un conocimiento cabal, cuando no es más
que una imagen expuesta a desvanecerse sin aplicación
práctica. Lo que se aprende experimentalmente, eso sí,
es noción indeleble en nuestra individualidad, dis-
puesta a todas las adecuaciones prácticas. Es distinto
tener noticia de un fenómeno o de una ley, y haberlos
observado o comprobado directamente. Por eso la
escuela, para ser de efectos positivos y trascendentes,
debe ofrecerse como un laboratorio en plena actividad,
que permita las gimnasias prácticas de exteriorización.
Para educar es preciso, no sólo idear, sino ejecutar.
Es esto lo que induce y prepara a la acción fructuosa.
Se opera entonces un movimiento progresivo de fecun-
dación y refecundación: más se idea, más y mejor se
trabaja; más se trabaja, más y mejor se idea. Este,
proceso, que concuerda con las exigencias orgánicas,
puede dar los frutos superiores de la cultura integral
de un pueblo, mientras que aquellas disciplinas sub-
jetivas subvierten el fin social de la enseñanza, for-
mando ineptos, en vez de personas competentes para el
trabajo productor, que es la gran palanca evolucional.
Ni los propios bienes morales quedan en salvo
en aquel régimen; al contrario, son los que más se
comprometen, porque no hay valor moral que quede
suficientemente garantido frente a los desfalleci-
mientos inherentes a una pasividad forzosa, o contra
los quebrantos de la miseria, que son la ley de la
incapacidad. Además, si el propio trabajo, así como
el juego, socíabilizan, la abstracción predispone al
[172]
EDUCACION Y ARTE
ensimismamiento y a todas las variedades de la
misantropía.
En un régimen puramente teórico, se forman
"instruidos" 28 y envanecidos, los que, inermes para
la lucha plena, tienen que someterse a todas las
humillaciones para valer de algún modo, aunque sea
aparente, mientras que en un régimen racional se
forman hombres aptos, independientes, animosos a la
vez que ponderados, capaces de producir con provecho
propio y social. Es de éstos únicamente que debe
esperarse el florecimiento democrático superior.
Nada educa y moraliza tanto como el trabajo. Es
esto lo que puede realmente disciplinar la vida sodal,
porque presupone orden y parsimonia, previsión y
perseverancia, que son los sustentáculos de la pro-
bidad. Esta fuerza es el único cemento moral bas-
tante a fundar una democracia franca, floreciente,
venturosa. En el campo de las elucubraciones — tan
frecuentemente campo de inanidad — es donde retoñan
Jos torpes arbitrios ancestrales, las formas de explo-
tación social y la expoliación como base de enri-
quecimiento, fuera de las supersticiones, fobias y
demás patrañas en que confiaron su suerte las épocas
pretéritas. Es el palenque de la regresividad donde
se embotan las energías más constructivas y fecundas,
el mismo que al anular este factor evolucional por el
fomento de la especulación a destajo, lleva al reino
estéril de las chicharras.
Hay que cuidarse en estos países de la ineptitud
productora, porque si la adaptación, como proceso
41 Se llama generalmente en Sud-América "persona instruida" a la
que puede hablar sobre cualquier asunto, aunque sea incapaz de realizar
trabajo práctico alguno, y aun de distinguir prácticamente lo bueno
de lo nulo, a causa de no haber intervenido ni experimentado las
formas de producción.
C 1731
PEDRO FIGARI
natural evolutivo, demanda esfuerzo, trabajo, los países
menos evolucionados son los que más tienen que
empeñarse en trabajar, y, por lo mismo, en enseñar
a trabajar.
IV. — EDUCAR ES FAVORECER EL ESFUERZO
ORGANICO DE ADAPTACION
La vida es puro aprendizaje. En su insaciable anhelo
de mejoramiento, el hombre y las colectividades
humanas procuran reducir todo lo que obstaculiza
ese propósito íntimo del organismo, y fomentan todo
lo que puede facilitarlo. Es absurdo pensar que la
escuela no deba secundar muy particularmente dicho
proceso natural, tan medular; al contrario, es ella
la que más tiene que empeñarse en conducir a buen
término dicho esfuerzo. Su misión es, precisamente,
la de orientarlo por la vía más directa de conse-
cución, y ordenarlo, para acentuar su eficacia.
Sentado esto, y dado que la tutela escolar es tem-
poral, la escuela debe preparar al alumno de modo
que al egresar pueda guiar útilmente sus actividades,
con aptitudes productivas que lo habiliten, como
mínimum, para bastarse a sí mismo. Todo esto es
esencial.
Cualquiera que sea el grado de preparación esco-
lar, supone dos elementos indispensables: l 9 ) for-
mación de una conciencia-guía; 2 o ) aptitudes para
esgrimir prácticamente el ingenio Por muy elemen-
tales que sean estos rudimentos escolares, si la edu-
cación ha de servir como un factor efectivo,
individual y social, nc ha de omitir ni la formación
(1741
EDUCACION Y ARTE
de un criterio básico central, el que necesariamente
ha de comprender el campo productor, ni puede
omitir la habilidad ejecutiva, práctica, puesto que
dejaría al egresado incapaz de vivir útilmente en
sociedad. 29
La propia instrucción industrial no debe iniciarse
(y mucho menos en estos países) por el conoci-
miento de la manipulación de las industrias usuales,
sino desarrollando la industriosidad del alumno, lo
que, al preparar su conciencia productora, lo habilita
para intervenir con criterio en esas mismas industrias,
y lo dispone así a las iniciativas. De este modo puede
obtenerse el artesano competente para arbitrar en
cualquier emergencia, mientras que del otro se pro-
duce el operario autómata, destinado a las mil formas
de esclavización que inspira el afán de lucro de los
empresarios, y esto no puede ser un anhelo social.
Se dice a menudo que el saber no ocupa lugar.
Esto es cierto; pero, pudiendo sustituirse un conoci-
miento extemporáneo o inaplicable por otro más
oportuno y provechoso, conviene metodizar la ense-
ñanza de modo que ésta tenga la mayor efectividad
posible. Lo primero facilita la obra del maestro, y
hasta su comodidad; lo último consulta los fines más
esenciales de la educación.
Enseñar a trabajar no es enseñar puros recursos
técnicos. De igual modo que enseñar cirugía no es
** Ha Sud- América tiene más importancia la lucha contra el "ama-
nutlumo" que contra el propio analfabetismo. Es un error suponer que
este problema tenga igual significación en estos países que en los del
Viejo Mundo. Entre nosotros es un elemento mis infecundo y peligroso
el amanual que el analfabeto, puesto que el que sabe trabajar, aunque
no sepa leer ni escribir, puede prosperar, mientras que al que no sabe
producir, de nada o muy poco le valdrá la instrucción mínima, que
puede adquirir, en la campaña muy principalmente, y se halla «sí
imposibilitado de ordenar su actmdad y sus medios dé existencia.
[175]
PEDRO FIGARI
enseñar a cortar, sino ante todo a saber por qué y
para qué se corta, el trabajo productor requiere saber
por qué y para qué se produce. La enseñanza presu-
pone la formación de un criterio regulador, social-
productor, a la vez que habilidad manual ejecutiva.
Enseñar a producir es guiar el esfuerzo productor
de modo que vaya lo más directa y eficazmente a dar
satisfacción a la necesidad o aspiración orgánica
que lo determina.
El ideal sobre este punto es conducir las energías
por la línea individual mas espontánea, a fin de que
el niño obtenga el mayor número y la mejor calidad
de recursos, esto es, en la vía vocacional, que es la
única que le permite obtener el máximum de su
productividad. Si la simple preparación técnica, teó-
rica o manual, se ambiciona por los grandes indus-
triales que aprovechan de los egresados tanto mejor
cuanto más numerosos sean, esto no consulta ningún
interés superior. Preparar simples accesorios de usina,
que no tienen perspectivas de emancipación posibles,
es crear los obstáculos que deploran las viejas socie-
dades, los mismos que tan sabiamente han evitado
los Estados de Norte América.
SÍ algo hay que eludir en la tarea educacional,
es el peligro de la explotación del hombre por el
hombre: mácula y rémora que deslucen y obstacu-
lizan la plena vida social y la prosperidad colectiva,
privando al ambiente de lo mejor que puede ofrecer:
la probidad y la equidad, que distribuyen los bene-
ficios y enardecen para la empresa, haciendo que el
trabajo no sea una penalidad, sino un esfuerzo orgá-
nico, saludable por lo mismo.
Los técnicos, ya sean teóricos o manuales, por
hábiles que sean, requieren, como la máquina, que
[176]
EDUCACION Y ARTE
alguien dé impulso y dirección a su trabajo. Ellos
sólo están preparados para trabajar por cuenta de
otros, y en estos países, si esto no fuese desacertado
en sí, ofrece el inconveniente de no contarse con
quien pueda asumir la dirección, por cuanto esto
exige concursos colectivos y no hay tradiciones
propias ni ambiente productor. La pura preparación
técnica nos relegaría, pues, a la condición paupérrima
de imitadores, quizá definitivamente, lo cual, además
de ser ineficaz — por cuanto cada región, cada pueblo
y cada oportunidad presentan problemas distintos que
deben ser resueltos dentro de una estricta adecuación
racional pata darles buena solución — , es también
risible, por cuanto mueve a risa el ver los automa-
tismos por debajo de una afectación de conciencia.
Es ver el hilo del títere. 30
Por haberse descuidado tanto las culturas prácticas,
es que siendo tan fácil prosperar mediante la explo-
tación de las riquezas naturales, se sienten también
en Sud América, con cierto carácter endémico, las
insinuaciones del ideal parasitario y hasta algo del
llamado cáncer del proletariado intelectual, verda-
K Asi, por ejemplo, al propio tiempo que se proclama que el
dibujo es un lenguaje, por cuanto es la expresión gráfica de un estado
subjetivo» se enseña a copiar, ordinariamente, a copiar yesos todavía, de
un modo servil, lo que excluye por completo la antedicha concepción
del dibujo, y cuando se va mas alia, se copia a la naturaleza o se la
"interpreta' ', que es también una forma pasiva de considerarla, y excluye,
por lo mismo, la emisión del concepto propio Si en vez se euseSara
a observar libremente, cada cual expresarla su concepto propio, personal,
que es lo que interesa, y no la incondicional reproducción geométrica
de lo objetivo, cuando no un simple papagayeo. Si el dibujo, como la
escritura, se encarase francamente como un medio de expresión, éste
no sería una habilidad excepcional, sino algo común como el lenguaje.
Este recurso tan esencial a la cultura productora y tan útil para des-
arrollar las actividades plásticas en general, y hasta para ordenar por
la observación la mentalidad, queda de aquel modo desnaturalizado e
infecundo como adorno inútil Ese falso plan deslíe la individualidad,
en vez de acentuarla, y nos desvincula cada vez más del ambiente.
U77]
u
PEDRO FIGARI
deras aberraciones en estos medios. Es que por falta
de aptitudes productoras, la actividad queda en gran
parte contraída al expediente vegetativo, a la buro-
cracia y la política profesional, lo propio que, por
no ser resultado de un proceso de selección, desborda
de aspirantes estos campos, y entorpece, en vez de
facilitar, la vida colectiva.
Llega a tal extremo nuestra incomprensión en este
orden de asuntos, vital, sin embargo, que con ser
todos los pueblos cultos más industriosos que el
nuestro, en todas partes preocupa más que aquí el
problema productor. Es cierto que las tentativas
hechas fueron tímidas, mal encaminadas, lo que ha
contribuido a desinteresar más y más la atención
pública de este sector que tan a fondo afecta a nuestra
economía.
Lo que se presenta más difícil para dar seria ini-
ciación a todo trabajo industrializador, es la falta de
un elemento tan esencial como es el criterio productor,
es decir, lo único que puede encaminar con seguridad
los primeros pasos, que son los más arriesgados: he
ahí el obstáculo.
V. — LA OBRA EDUCACIONAL IMPLICA
CONCIENCIA, ESENCIALMENTE
Frente al problema productor, se nos ofrecen dos
soluciones fundamentales: imitar a los países indus-
trializados o industrializarse con criterio propio. Lo
primero, si no fuese deprimente, debería descartarse
por ineficaz. Esta solución postergaría indefinida-
mente nuestra iniciativa cultural, sin lucimiento ni
provecho, porque aspirar a la cultura propia por
[178]
EDUCACION Y ARTE
medio de la incorporación de progresos ajenos, sería
lo mismo que aspirar a la originalidad por la copia.
No queda entonces más camino que el de formar
una conciencia regional, bien nuestra; y como es
conciencia, en definitiva, la suma de experiencias
propias, debemos acometer la obra experimental
vigorosamente, a fin de plasmar esa fuerza esencial
de todo progreso efectivo. De este modo es que
podrá formarse no sólo la conciencia del dirígeme,
sino la popular, como único medio de perfilar nuestra
autonomía, nuestra individualidad, nuestro carácter:
resultado que no puede esperarse de una conciencia
refleja, libresca, la que comienza por no ser conciencia.
La industria resume la sabiduría y el carácter de
un pueblo. Hoy día menos que nunca puede dudarse
de esto, así como de que la capacidad industrial es
lo que determina el grado de eficiencia. Y así ha
sido siempre- Para juzgar las civilizaciones pretéritas,
hemos debido escudriñar principalmente sus formas
industriales, puesto que son ellas las que mejor pueden
suministrarnos una idea precisa acerca de su cultura
efectiva, así como de su índole, costumbres y apti-
tudes. Ni se concibe que un pueblo haya dejado de
poner a contribución su ingenio productor, para dar
satisfacción a sus necesidades y aspiraciones. Sólo
aquí, en Sud América, hemos podido creer que basta
la teoría, en el orden educacional, y que, en el orden
económico, basta explotar las materias primas para
su exportación, bien que pretendamos un puesto
internacional honroso de pueblos modernos, cultos,
lo cual es un contrasentido.
Estos países, formados por trasplante de razas
diversas sobre tierras vírgenes, no pueden requerir
el mismo tratamiento educacional que las sociedades
(179}
PEDRO FIGARI
homogéneas del Viejo Mundo, las que vienen evolu-
cionando sobre su propia obra, empotrada en el
ambiente, y dentro de una trama tradicional identifi-
cada con las peculiaridades de la raza. En estos países
nos debatimos en territorios despoblados inmensos,
incultos, desprovistos a veces, muchas veces, hasta
de los elementos más indispensables; poblaciones
rarefactas y desamparadas, las que, por lo común,
no pueden corresponder a la demanda de las metró-
polis, arrogantes y voraces, ofuscadas por una acumu-
lación abigarrada de progresos importados, los que
nos dan la falsa idea de una cultura propia, frente
a una realidad que lo desdice. Es así que tan a
menudo apelamos a los extranjeros para que nos
hagan palacios y monumentos a la usanza europea,
para que regenten nuestras escuelas e instalen nuestras
usinas, y, a poco andar, todo esto nos da la ilusión
de ser nuestro, cuando no es más que un exotismo
en el medio; como si endosáramos un uniforme
académico prestado, para aumentar nuestro volumen
cultural.
Está bien que echemos mano de los preciosos
recursos técnicos acumulados en el mundo para apro-
vecharlos con criterio, pero es una aberración que
confiemos al extranjero la dirección de nuestra
mentalidad y de nuestra actividad productora. Desde
luego, el extranjero, por hábil y honesto que sea,
no puede llenar dicho cometido antes de haberse
empapado de nuestro ambiente, para penetrar la
psicología de la raza y para conocer las peculiari-
dades de la región, así como los recursos y aptitudes,
a fin de encaminar la mentalidad y la actividad en
un sentido congruente, de modo que, al propio
tiempo que se tienda a satisfacer las necesidades y
[180]
EDUCACION Y ARTE
aspiraciones estructurales nuestras, no las suyas, pueda
darse a la producción el carácter que exprese mejor
dicha idiosincrasia, desde que tal obra es de indivi-
duali2ación más que nada.
Para que esta obra pueda sernos honrosa y de
provecho, debe ser dirigida por nosotros sobre el
substrátum americano genuinamente regional, y dentro
de un plan que como sistema óseo, sirva de base al
ordenamiento cultural. Sería inexcusable librarla
al azar.
Si se quiere dar una solución sabia a este magno
problema, no hay más que un recurso: el trabajo.
En vez de mariscalear de brazos cribados, debemos
empuñar el ariete y trabajar hondo. Hay que experi-
mentar; hay que experimentar mucho y hay que
observar muy atentamente. Hay que esmerarse, no
sólo en multiplicar las culturas productoras, sino en
encaminarlas bien, a fin de imprimirles el sello de
nuestra individualidad americana, poniendo a contri-
bución nuestras aptitudes imaginativas y nuestro
ingenio. Hay que hacer valer nuestra fauna y nues-
tra flora, tan generosas, y nuestra rica arqueología,
virgen — lo cual, por sí solo, centuplica su valor — ;
hay que estudiar las condiciones de nuestras materias
primas, para darles la aplicación más hábil y más
provechosa; hay que poner en fermentación todas
las savias constructivas de la raza, haciendo de modo
que se conserve lo que de ella está más identificado
con el ambiente americano; y, así, mediante estas
disciplinas, entonces, sí, es de esperar que estas razas
vivaces de Sud América hagan proezas, puesto que
asimilan admirablemente y tienen gran imaginación.
Si aspiramos a un puesto de honor, que todos
deben ambicionar en las lides de la inteligencia y
[181]
PEDRO FIGARI
del trabajo, es menester producir y producir bien.
Mientras mandemos los huesos y las astas de nues-
tros vacunos a Europa, para que nos remitan los
botones con que hemos de abotonarnos y los peines
con que hemos de ordenar nuestra cabellera, tene-
mos que ser modestos, muy modestos. Mientras
creamos que es bastante instruirse teóricamente y
exhibir las ideas de Hegel, de Taine o de Guyau
para lucir nuestra conciencia estética, al propio
tiempo que no distinguimos prácticamente lo vitu-
perable de lo plausible, no podemos ni debemos
jactarnos de nuestra cultura, porque, por de pronto,
no es nuestra.
Dirigido el esfuerzo colectivamente, puestos a prue-
ba los expertos, los estudiosos e intelectuales que han
de comenzar por esgrimir su ingenio y por cimentar
su conciencia industrial, artística, ni será un escollo
la actual carencia de culturas prácticas y la falta de '
tradiciones productoras, puesto que dicha virginidad
nos permite aprovechar de las experiencias mundia-
les previa selección libre, lo cual, junto a nuestro
cosmopolitismo, puede permitirnos progresos rápidos
y abundosos. Si las viejas sociedades productoras tie-
nen que ir rectificando trabajosamente sus rutinas
tradicionales sobre un fondo de inveteradas costum-
bres, para ajustarías a las exigencias modernas, nos-
otros podemos ir derechamente a lo más adecuado,
sin trabas, como lo han hecho los americanos del
norte, que asombran al mundo entero justamente en
estos días extraordinarios, en que se hace tanto alarde
de industnosidad.
Pero, para esto, es necesario abordar resueltamente
la solución del problema cultural productor, tan fuá?
£182]
EDUCACION Y ARTE
damental como trascendente, y dirigirlo con decisión
por la vía de las experimentaciones propias, exentas
de pujos simiescos.
Todos los americanos deben interesarse por igual
en esta obra de individualización continental, por
cuanto a todos aprovecha y para todos es igualmente
cuestión de dignidad. Todos los que tengan algún
elemento útil deben prestarlo, y deben organizarse
y solidarizarse para concurrir más resueltamente a
la empresa de la eficiencia de Sud América. 31
Si fuera digno vivir definitivamente del usufructo
de cuanto hacen los demás, sin aporte alguno nues-
tro, como no sean las materias primas que producen
con generosa espontaneidad nuestros territorios, deja-
ría de ser sensato y útil, en esta singular oportunidad
particularmente. Es de presumir que las naciones
agotadas por esta guerra monstruosa tengan que
resarcirse mediante nuestras riquezas naturales, y que,
al volcar en estos países sus actividades mucho más
decididas cuanto más conscientes que las nuestras,
quedemos anulados como individualidades autóctonas,
si acaso queda por aquí más autoctonismo que el de
la naturaleza, y quedemos así sometidos al papel de
simples auxiliares de sus empresas de explotación
hábil, y en grande escala, que empequeñecería aún
M No sólo los Estados Unidos de Norte-América, de espíritu exce-
lentemente ¡onovador, sino en Francia, Italia y en U propia Inglaterra,
tan consuetudinaria, se han franqueado las costumbres oficiales ordinarias
para dar cabida a todos los expertos en la empresa de la victoria, y ¡en
la obra, más constructiva por cieno, ai bien de porvenir, de la recons-
titución general, que, según se prevé, ha de exigir la pa2 sobrevi mente.
Es innumerable la sene de problemas que se hallan a estudio. Todo
el que pueda aportar una idea o un elemento cualquiera, se considera
obligado a suministrarlo, y nosotros, que todo tenemos que hacer, por
cuanto nada hemos hecho, i permaneceremos estáticos, sin prever ni
prerenir las consecuencias fabulosas de esta catástrofe mundial?
U83]
PEDRO FIGARI
más nuestros pusilánimes aleteos, como la locomo-
tora triunfal apaga el eco lánguido de las décimas
camperas. No es tiempo ya de vivir confiados en la
opulencia de nuestros territorios.
Para prevenir esta absorción de nuestra embrio-
naria individualidad sudamericana, no hay más que
plasmar nuestras materias primas con nuestra mente
y con nuestros pulgares. Sólo así podremos conservar,
sí es tiempo aún, ese valor máximo de la individua-
lidad, que es todo, en fin de cuentas, en un orden
elevado de aspiraciones.
■as Td
Y no hay que perder más tiempo. Es preciso empe-
zar no sólo por la experimentación directa, sino por
encaminar la instrucción de modo que puedan for-
marse hombres aptos para experimentar, a su vez,
en todas las ramas productoras, como medio de com-
pulsar nuestras aptitudes, recursos y riquezas, así como
nuestro interés colectivo, y en esa pista de raciona-
lización de la actividad prolífera, heterogénea, multi-
forme, es donde podrá operarse ampliamente el
proceso evolucional sobre la doble base de la voca-
cionalidad y la selección, que rinden el máximo de
provecho.
La propagación de los resultados de estos ensayos,
y la divulgación de una conciencia productora-guía,
por ínfimos que sean los comienzos, puede deter-
minar una eclosión de energías productivas, con
efectos sorprendentes, por cuanto son de carácter emi-
nentemente progresivo. Este procedimiento, que se ha
adoptado con éxito para reconstituir algunas industrias
caídas en desuso, es de resultados estupendos.
Por el espejismo de lo grandioso, que sería pura
[184]
EDUCACION Y ARTE
impaciencia, no hay que desdeñar las pequeñas indus-
trias. La iniciación de éstas bastaría para esperar un
gran florecimiento, puesto que son las que más pro-
pagan el bienestar y las que mejor preparan a los
elementos populares que han de llevar a término esta
obra eminentemente colectiva, y dentro de las
pequeñas industrias pueden esperarse también sólidos
engrandecimientos.
Si queremos ser eficaces, muy eficaces, debemos
guiar la mentalidad sobre la vía de la observación
directa de la naturaleza, que nos sirve de exacto
diapasón en toda emergencia. Es así, y experimen-
tando, que podremos formar una conciencia razonada
y útil, como un instrumento, en vez de esas con-
ciencias de relumbrón, de vitrina, incapaces de satis-
facer las verdaderas necesidades y aspiraciones orgá-
nicas del pueblo la vida natural, como escuela; la
vida experimental, como gimnasia del espíritu v
de la acción, pueden llevar también a estos pueblos
sudamericanos, como a los ilustres conterráneos del
norte, a todos los triunfos de la eficiencia.
Desde que un pueblo superior no sólo es instruido,
sino criterioso; no sólo hábil, sino emprendedor,
ejecutivo, práctico, debemos trabajar. Sólo por el tra-
bajo severo podemos conquistar un puesto eminente
en el concierto internacional. Cada ve2 más la vida
civilizada exige un fondo pensante, sesudo y ecuánime,
y un ingenio sagaz y práctico, capaz de aprovechar
de las ventajas que le ofrece el ambiente. Descuídat
este axioma pedagógico de proyecciones individuales,
sociales, humanas, es errar el camino más firme de la
cultura escolar.
[185]
PEDRO FIGARI
VI. — CONCLUSIONES
1 9 ) La enseñanza industrial 32 debe ser la base
de la instrucción pública.
2 0 ) Debe tratarse de formar una conciencia pro-
ductora autónoma.
3 o ) El cuerpo docente común debe irse prepa-
rando para desempeñar esta función evolutivamente
y en forma práctica.
Pedro Figari
Abogado
J. C. Figari Castro
Arquitecto
Montevideo, 29 de agosto de 1918.
Calle Misiones 1581.
32 Según el concepto comeóte, se da al vocablo "industrial" una
acepción técnica, puramente, mientras que, según nuestro modo de ver,
significa productividad, aptitudes para esgrimir el ingenio practico, ini-
ciador, creador, ejecutivo, fecundo y ordenador, lo que presupone una
instrucción educativa integral.
[186]
INDUSTRIALIZACION DE LA AMERICA
LATINA . AUTONOMIA Y REGIONALISMO
UNA GRAN INICIATIVA DEL URUGUAY
Carta, abierta dirigida por el doc-
tor 'Pedro Figari al Excmo. señor
Presidente de la República Oriental
del Uruguay, doctor Baltasar Brum,
y a los señores miembros del H.
Consejo Nacional de Administración
que integran él Poder Ejecutivo:
doctor Feliciano Viera, Presidente;
doctor Rtcardo J. Areco; doctor
Domingo Arena; doctor Carlos A.
Berro; don Pedro Cosió; doctor
Martín C. Martínez; don Santiago
Rifas; doctor Francisco Soca; doctor
Alfredo Vásquez Acevedo, Vocales*
Distinguido compatriota:
La paz que se quiere erigir sobre los duros alec-
cionamientos de la guerra enorme y sangrienta que
está a punto de terminar, indica a la América Latina,
más que la conveniencia, la necesidad de industriali-
zarse. Lo que antes se aconsejaba como acto de pre-
visión juiciosa, es hoy un mandato imperativo que
• Eau car» abierta se publicó en hoja suelta en 1919.
[187]
PEDRO FIGARI
formulan los acontecimientos con toda precisión. Si
pudo haber alguna duda acerca de que tal necesidad
era perentoria también para nosotros, como lo ha
sido siempre para toda agrupación humana, y tanto
más cuanto más ésta pretenda marchar en el plano
de los progresos que realizan los pueblos afanosos de
adelanto, dicha duda se disipa al ver cómo se esmeran
las propias naciones combatientes, las más aptas
incluso, para reformar y ampliar sus métodos de
producción industrial y de cualquier otro género, si
bien más eminentemente industrial que nada, seguros
de que la paz traerá consigo una vida de trabajo, de
trabajo intenso, de viva emulación productora en
todos los terrenos de la acción constructiva, y de
concurrencia empeñosa.
De tal modo es impostergable esta obra, la más
fundamental que en la hora presente plantean los
acontecimientos a los pueblos de la América del Sud
(cuyo atraso en esta materia resalta al compararlos
con los del Norte); es de tal modo inaplazable,
digo, que podría ser sintetizada con el dilema
siguiente: "O nos industrializamos, o nos industria-
lizan". Se ha puesto ya tan manifiestamente la mira
de la iniciativa extranjera sobre nosotros, sobre nues-
tras riquezas regionales, mejor dicho, que nadie hace
misterio de que son estas comarcas las que han de
reponerlos principalmente de sus quebrantos. Se
exhorta a los técnicos y estudiosos a examinar los
problemas que demanda la explotación de nuestros
filones y veneros preciosos; se forman comités para
explorar estos territorios opulentos librados a nuestra
desidia — los mismos que conocen ya mejor que
nosotros, tal vez, en lo que atañe a riquezas mate-
ríales, por lo menos — y como esta conquista, por
1188]
EDUCACION Y ARTE
su propia índole, no puede ser resistida eficazmente
más que por el recurso de nuestra suficiencia, por
nuestra idoneidad, y hasta estólido sería resistirla por
otros arbitrios, aunque fuese posible, tendremos que
bajar la cerviz como inferiores, ineptos para la
empresa de nuestro desenvolvimiento integral y de
nuestro propio enriquecimiento a obtenerse con los
caudales acumulados en nuestra propia casa, diríase.
Si no tomamos disposiciones inmediatas no podremos
asumir iniciativas, y, quizá, ni siquiera colaborar
directivamente, tocándonos el subalterno papel de
manuales o amanuenses en esa empresa que debiera
ser particularmente nuestra, para poner en alto
nuestra dignidad por lo menos. Fácilmente se com-
prenderá que en nuestro incondicionalismo desampa-
rado ante tal cúmulo de concupiscencias, no hay que
esperar honor ni provecho.
Habiendo, como hay, calidades tan estimables en
la complexión étnica de estos pueblos, y de tan fácil
cultivo; habiendo, además, como hay, muchos estu-
diosos, no sólo competentes, sino eximios; dejarlos
dispersos en la hora de las emancipaciones a lograrse
por el estudio y el trabajo, inhabilitados para sumar
y hasta para compulsar sus fuerzas, es abandonar
dicha obra a las presiones exteriores, las que no con-
sultarán nada más ni mejor que su propio interés,
y es dejarla exenta de todo sello propio, de toda
individualidad regional: colmo de incuria y colmo
de imprevisión.
Si no pudiésemos hacer obra propia, así mismo,
deberíamos tentarlo, hasta por decoro, si somos
pueblos y no colonias inorgánicas libradas al azar.
Nuestra pasividad frente a esta gran sacudida que
lo transformará todo, haría pensar: o bien que no
[189)
PEDRO FIGARI
sabemos evaluar las circunstancias; o bien que nada
nos importan nuestros destinos como sudamericanos.
Es una defección, que iría contra el sentimiento
forjado en la racionalísima convicción que inspira
el panamericanismo, que se yergue como un alto
anhelo, al extremo de que lo privaría de sentido,
del más hondo sentido que pueda alimentarle: el
culto de la individualidad americana. Si se trata de
nuestra industrialización, nada menos que de arbitrar
el empleo de nuestras aptitudes y recursos, se com-
prende que ella debe ser todo lo nuestra que sea
posible, no sólo para ser más eficaz, sino también
para ser más digna.
Propongo, pues, que este país asuma la iniciativa
de tan bella empresa continental, invitando a todos
los pueblos hermanos de la región a organizarse con
el propósito indicado, y adoptando todas las medidas
que fueren requeridas para llevarla a buen término.
Todos los elementos de juicio acumulados por
nuestros conterráneos y por nosotros; todas las
investigaciones y observaciones realizadas por los
estudiosos de Sud América, todo debe ser puesto
a contribución; y no sólo me refiero a la obra, sino a
los hombres del continente, que, en cualquier orden
de conocimientos y culturas utilizables en tan vasta
y compleja empresa como es la de la industrialización
de la América Virgen, puedan aportar concurso
apreciable. Y me atrevo a afirmar que tales aportes
son muchos, muchísimos más, y, a la vez, de mayor
volumen de lo que se piensa generalmente.
Por lo menos, éste es el deber de la hora actual
para todos nosotros. Si el fracaso — lo que excluimos
de nuestro pensamiento — hubiese de ser nuestra
recompensa, aun así tendríamos la satisfacción de
(190}
EDUCACION Y ARTE
haber intentado en tan grave emergencia un medio,
el más racional, de salvar nuestra dignidad — ¡no
hablemos de los ingentes intereses de toda clase que
comporta la empresa! — y aquello solo es algo ya,
en tanto que nuestra indiferencia sobre una cuestión
de tal magnitud sería sencillamente inexcusable.
No es razonable dudar de la importancia y tras-
cendencia de este asunto. La gran fuerza de Alemania,
que tanto asombró al mundo, fue justamente su
enorme y hábil capacidad industrial. Para lograr su
desarrollo, el gobierno y el pueblo se auxiliaban
recíprocamente. Por medio de oficinas públicas e insti-
tuciones privadas dispuestas a fomentar y enriquecer
las fuentes de producción nacional, despertaron,
secundaron y facilitaron las iniciativas, aconsejando
también reformas en las usinas y talleres existentes,
y promoviendo constantemente nuevas formas y pro-
gresos industriales, de todo lo cual resultó el rápido
y admirable florecimiento de Alemania, esencialmente
industrial, que tanto sorprendió a todos, y que hasta
desconcertó a los más expertos. No es que los demás
pueblos no supiesen a no pudieran trabajar con
iguales resultados: lo que ocurrió es que éstos no se
interesaron oportunamente en realizar esa obra
perenne de rectificación de los usos tradicionales,
para adecuarlos a las exigencias que plantea cada
actualidad.
Así fue que quedaron rezagados y languidecieron
sus industrias, en tanto que Alemania lo renovaba
todo, utilizando los propios elementos de sus émulos
en provecho de sí misma, y llegaba a un cénit tal
su poderío y su vigor, que sólo pudo declinar ante
la monstruosidad del plan de subordinar aquella obra
magnífica a una megalomanía, de tal modo absurda,
[191]
PEDRO FIGARI
que coligó a todos los pueblos de la tierra, puede
decirse, para abatirla; y así mismo, esto se consiguió
a duras penas. ¡Tan eficiente es la cultura industrial
de un pueblo!
Norte América, a la que tan ingenuamente se con-
sideró, hasta poco ha, como vulgar cultora del dólar,
¿a qué debe su enriquecimiento y su engrandeci-
miento integral? A su industria, fundamentalmente.
¿Y a qué se debe el desarrollo industrial norteameri-
cano, que ha demostrado la eficiencia de ese gran
pueblo en todos los terrenos del pensamiento y de la
acción? A sus métodos de educación, que forman al
hombre apto para vivir democráticamente, esto es,
con altivez republicana, al propio tiempo que lo
habilitan para trabajar victoriosamente, sacando par-
tido de toda materia y de toda circunstancia, puesto
que el obrero no es allí un rutinario que nada sabe
ni puede fuera del alcance de la voz de mando,
como resorte de una máquina, sino, al contrario, es
el hombre consciente, apto para justipreciar con
criterio autónomo cada oportunidad y evaluar cada
elemento ambiente, para deducir el mejor partido
en todo momento: ésta es la forma ideal de la
civilización moderna.
El escollo que en estos países se ofrece al des-
arrollo industrial, es la falta de experimentación.
Esta es la que, al revelar los secretos de la industria,
decide la aplicación de los capitales, porque da segu-
ridades sin las cuales aquéllos se abstienen cauta y
juiciosamente. La única conclusión lógica a deducir
de este hecho, es que debemos estudiar y experimentar,
para saber y poder obrar sin riesgos.
La obra práctica, por excelencia, en estos países
tan ricos y poblados con razas de una imaginación
{192}
EDUCACION Y ARTE
feraz, de un ingenio vivo, de grandes elasticidades
y típicamente apto para la asimilación, es cultivar
este tesoro, para poder disfrutar de todos los bienes
naturales y de las grandes riquezas de la región, al
propio tiempo que recibamos las satisfacciones ine-
fables que derivan del esfuerzo triunfal. Hay que
decidirse a cultivar el ingenio industrial, como una
fuerza insustituible, en forma práctica para que sea
efectiva, y hay que conducir esta obra por la vía más
directa y del modo más resuelto, sin perjuicio de
hacer sesudas selecciones a fin de preparar los des-
arrollos más fructuosos, reformando y ampliando los
métodos educativos de modo que siempre puedan
responder a las exigencias de cada actualidad, no ya
a las perspectivas del mundo que se entreabre. Todo
esto es inaplazable, porque es lo único que puede
consolidar nuestros progresos, de cualquier género, y
acrecentarlos seriamente; porque es lo que ha de
procurarnos el insuperable beneficio de la eficiencia,
tan respetable y fecundo, no sólo por cuanto aumenta
nuestra riqueza, sino porque también eleva nuestra
dignidad y nuestra cultura.
Todavía nos envanecemos más de nuestros pro-
gresos urbanos que de los rurales; sin embargo, es
hacia éstos que debe orientarse nuestro principal
esfuerzo. Nuestras campañas de Sud América, con
ser los órganos más vitales de la economía conti-
nental, quedan somnolientos y amodorrados, en tanto
que otros trabajan y prosperan en territorios pobres
y agotados. El ingenio vivaz de nuestros campesinos
queda inhibido por su ineptitud productora, cuando
no aletargado en la rutina estéril o en la pasividad
y en la quimera, más estériles todavía: ese ingenio
es una fuerza a despertar y cultivar hasta que logre
(193 3
15
PEDRO FIGARI
la hacendosidad de la abeja. Nada hará más y mejor
por el campesino que las disciplinas del trabajo
productor, hábilmente practicado, y remunerador por
lo mismo, porque, al determinar el orden, la dili-
gencia y la previsión — elementos indispensables en
toda forma industrial — y al diseminar en el pueblo
las saludables y prolíferas gimnasias del trabajo
constructivo, gradual, más aún, progresivo, y al
diversificarlo en las infinitas formas que puede asumir
merced al espíritu de empresa, que es uno de los
frutos de estas culturas prácticas, se propenderá a la
consecución de beneficios integrales, lo cual es la
medida del anhelo de un pueblo consciente, y, por
lo propio, discreto. ¿Por qué los europeos y los
americanos del Norte han de tener el privilegio
exclusivo de hacer prodigios de intensificación pro-
ductora, y de engrandecimiento?
El día que hayamos ordenado y educado las energías
productoras de la campaña, por rudimentarias que sean
una y otra cosa, con ser bien encaminadas, con eso
solo habremos dado un gran paso en la línea de
nuestra cultura y habremos duplicado nuestra rique2a,
puesto que, al fin, prosperar es organizar, así como
organizar es educar: la obra más eminentemente
previsora y fecunda para los destinos de un pueblo.
De otra manera viviremos en plena opulencia y escasos
de recursos, con déficit sistemáticos, que aquí derivan
de la gran celeridad con que marchamos, espoleados
por la necesidad de incorporar mejoras y progresos
debidos a nuestro gran intercambio con todos los
pueblos adelantados, al propio tiempo que sólo jun-
tamos las riquezas que se nos ofrecen a flor de tierra,
puede decirse, las mismas que tienden a reducirse
U94}
EDUCACION Y ARTE
más bien que aumentar, y es así que los términos
de la ecuación: producción y presupuesto, van en
distinta progresión, la una se diría que es aritmética,
mientras que la otra sube geométricamente. Este des-
equilibrio remediable momentáneamente por los arbi-
trios financieros usuales, va, sin embargo, dificul-
tando la vida y la obra de las nuevas generaciones
incesantemente, y es así que en vez de prever y pre-
venir dificultades, va haciéndose la existencia cada
día más ruda, en pleno paraíso terrenal como es el
territorio sudamericano, lo cual hace más y más
imperdonable nuestra desidia.
Cuando he lanzado la idea de regionalizar nuestra
obra, como obra americana, a algunos espíritus des-
lumhrados en demasía por el brillo de las culturas
tradicionales del Viejo Mundo, ha parecido una
utopía, cuando no una insensatez, dicho programa,
que es sencillamente de buen sentido. Fuera de que
la autonomía es el único atributo digno del civilizado,
se comprende que no se trata de hacer tabla rasa
de los preciosos tesoros acumulados por el Viejo
Mundo, ni por nadie que haya hecho algo valedero
en toda la caparazón terrestre, sino, al contrario, de
utilizarlos con criterio propio y no por imitación
o psitacismo, simplemente: eso es regionalizar, según
lo entiendo, y eso lo aconseja la más sanchesca cor-
dura. En otras palabras: es trabajar guiados por la
propia mente, sin olvidar lo aprovechable que se ha
hecho por quien quiera que sea. Claro que esto
implica tomar nota de las peculiaridades ambientes,
y más claro aun que esto, es una necesidad y una
ventaja, además de ser obligado por la propia dig-
nidad de una raza.
(195}
PEDRO FIGARI
En tal orden de ideas, yo no me atrevería a pro-
nunciar la enorme injuria de que estos pueblos son
inferiores a ios demás, bien que piense que tienen
menos culturadón, por estar menos organizados y
menos disciplinados en el trabajo productor, y en esa
inteligencia es que propongo que se organicen para
disciplinar sus aptitudes y energías convenientemente,
seguro de que con su despejo, y sobre la base de sus
riquezas, de su fauna y de su flora, de su arqueología
autóctona, de invalorable aprovechamiento industrial,
eso sí, inequívocamente, con su ágil ingenio y demás
aptitudes latentes, pueden, como otro cualquier pueblo
de la tierra, esperar rendimientos económicos, sociales
y morales en su empresa. Apenas se apliquen severa-
mente a esgrimir sus aptitudes y recursos, adecuán-
dolos a sus necesidades y aspiraciones, así como a su
ambiente y a su estructura, han de demostrar que
son también capaces para concurrir a la obra general
de la civilización, con eficacia y con honor. He ahí
mi postulado, y, en verdad, nada engarza mejor en
el ideal americano.
Pueblos de idéntico origen, de necesidades y aspira-
ciones idénticas, hasta por la propia distribución de
sus riquezas, complementarias, deben asociarse para
la obra americana, que es de cooperación, así como
deben encaminarse a conquistar su eficiencia. ¿Qué
otro ideal superior pueden ostentar estos pueblos?
Hay que formar conciencia sobre este punto angular,
porque sólo una comunidad de ideas, bien firme,
puede permitirnos afrontar tan grandes realizaciones.
¿Qué significado mejor tendría el panamericanismo,
si esto se excluye de su significación?
£196 ]
EDUCACION Y ARTE
En esta obra, que encaja admirablemente en las
orientaciones cardinales que señalan los aconteci-
mientos, como las más auspiciosas y superiores, por
la que los pueblos de esta región adoptan la pater-
nidad de sus destinos en todos los campos del pensa-
miento y de la acción, obra de constructividad pro-
gresiva, destinada a plasmar las características propias
de la raza, nadie queda excluido. . . ¡ni nosotros
mismos!, como ocurriría si dejásemos librada la
empresa de nuestra industrialización a las iniciativas
del exterior, y a su dirección: eso es lo que anularía
fatalmente nuestra individualidad sudamericana, y des-
leída por nuestro pasivismo en las corrientes extrañas
que se introducirían a destajo, quedaríamos, como lo
estamos ya un poco, con una personalidad más
refleja que propia.
Si América ha de ser para los americanos, lo pri-
mero que debemos hacer es marcar el paso en la
marcha de los progresos mundiales, tratando de con-
currir a ellos, por nuestra parte también, a fin de no
quedar definitivamente reducidos al papel de simples
parásitos de la civilización.
Como tuve el honor de ser encargado por la
administración anterior de programar la organización
de la enseñanza industrial, así como tuve oportu-
nidad de someter dicho plan a ensayo práctico con
resultados satisfactorios, pienso que aquel programa,
en sus líneas generales, es aplicable a todos los países
de esta región. Espeto que algo ha de servir al
dilucidamiento de este asunto de tan capital impor-
tancia, y de urgencia, y será muy honroso para mí
que se tome de algún modo en cuenta, aunque sea
como una contribución inicial
U97]
PEDRO FIGARI
Apelando a su reconocida ilustración y patriotismo,
así como a sus sentimientos panamericanistas, reité-
rale las expresiones de mi mayor consideración, y
quedo de Ud. atto S.S. y afmo. amigo.
Montevideo, marzo 10 de 1919.
Pedro Figari
Casa de Ud., Misiones, 1581.
£1983
AUTONOMIA REGIONAL*
Habíamos perdido el rumbo. El cosmopolitismo
arraso lo nuestro, importando civilizaciones exóticas,
y, nosotros, encandilados por el centellar de la añosa
y gloriosa cultura del Viejo Mundo, llegamos a olvi-
dar nuestra tradición, acostumbrándonos a ir al
arrastre, con la indolencia del camalote, cómoda-
mente, como si no nos fuera ya preciso, por deberes
de dignidad y de conciencia, preparar una civilización
propia, lo más propia posible. Todo esto nos hizo
vivir por muchos años una vida refleja, casi efímera.
Del ambiente, no guardábamos más contacto que el
de "el hecho", y los valores tradicionales, que son
su esencia espiritual y abolengo, yacían en el olvido,
como valores de escaso monto, por no decir desdeñables.
Algunas iniciativas y algunos esfuerzos, sostenidos
por "el gaucho" ya sea rural o urbano — pues para
mí es tan gaucho el uno como el otro, siempre que
tengan fe en las aptitudes de la raza americana y la
consideren tan superior como la que más, y siempre
que profesen cariño a su ambiente, y gratitud a sus
próceres — algunos empeñosos adalides de la tradi-
ción, que, inorgánicamente, y, por lo mismo, con
mayores obstáculos, han venido bregando por man-
tener los rastros de la leyenda criolla, nos permitirán
reconstruir al poema de América, y asentar sobre
lo hondo de esa veta la civilización nuestra, la cual,
* Artículo publicado en la revista La Cruz del Sur, ASo I, N? 2,
Mcmcevideo. 31 de mayo de 1924.
(199}
PEDRO FIGARI
frente a las enseñanzas de la experiencia mundial,
y por más y mejor que se aproveche de ellas, podrá
alcanzar todos los brillos, y todos los honores y efi-
ciencias, sin dejar de ser la nuestra.
Este despertar de la conciencia autónoma tiene que
alcanzar su plenitud para que llegue al plano de las
promesas incomparables de la fecundidad, y para que
puedan palparse las efectividades insuperables de la
misma. La famosa Cruz del Sur, que tantas cosas
podría decirnos, de soberana poesía y de gran interés,
viene a dar su nombre a esta revista encargada de
fortalecer esa aspiración: ¡ bienvenida sea! Pero, no
olvidemos que nosotros, todos, estamos encargados
de cuidar del arraigo y desarrollo de esa planta, que,
por ser la nuestra, hemos de tratar de que alcance
todas las frondosidades sanas, y todas las alturas
honorables y auspiciosas.
No es con aparatosidad, que hemos de hacer la
obra de América: es con hechos, con ordenamiento, 1
con obras, con obras juiciosas, efectivas, productivas,
progresivas, promísoras. No es tampoco con imita-
ciones inconsultas que hemos de colocarla en su mejor
sitial frente al mundo, es con estudio, con trabajo y
probidad, que es eficiencia. Demasiado oneroso es el
mantenimiento de una administración, en días tan
intensos y complejos, para que ésta no compense
fructuosamente aquella carga, enorme, que pesa sobre
el pueblo. El progreso urbano, por sí solo no es
progreso, mientras se desatienda tanto cuanto hay
que hacer por la campaña; fuente productora encar-
gada de costearlo todo. Es prudente pensar que la
juventud requiere ser preparada para tomar todos los
senderos de la productividad, tan saludables y fecun-
dos, y es menester acordarse de que la mujer, y,
[200]
EDUCACION Y ARTE
especialmente, la mujer rural, ha quedado rezagada
y omitida, con tener sobre sí los destinos de la raza
como madre, como esposa, como organización capaz
de contribuir a todos los ordenamientos y a todas
las culturas, así como de producir en cualquier sector
de la actividad general, y de cooperar a la más
brillante y firme constructividad regional. No sólo
es- unidad eficaz y utilizable, sino insustituible, la
mujer, como elemento civilizador.
Hay que organizar, pues, y no por imitación, sino
por educación. Sólo por medio de una conciencia
autóctona, apta a compulsar los factores que con-
tiene el ambiente, y a arbitrar los recursos más apro-
piados a la prosperidad positiva, ccmplexiva y firme,
sólidamente cimentada en las peculiaridades del
medio, y en las aptitudes y modalidades de la raza,
podremos afrontar esta fructuosa empresa seguros del
resultado. Hasta que no hayamos aventado el sopor
que nos abruma, ni podremos percibir las bellezas
de nuestro territorio y de nuestro cielo, ni la poesía de
nuestra tradición, ni la grandeza de la misión nuestra,
y quedarán estos bienes envidiables como quedan los
filones preciosos inertes, yertos ante la torpe mirada
dél salvaje.
La Cruz del Sur ha de brillar más, tanto más
cuanto más hayamos hecho por individualizar nuestra
raza y nuestra región, y cuanto más adecuados y
científicos sean los elementos con que nos individuali-
cemos. Y hay que trabajar, trabajar a conciencia,
con toda decisión.
Pedro Figari
[201]
HACIA EL MEJOR ARTE DE AMERICA
Si hasta aquí los americanos del Sur hemos podido
dejarnos llevar, "a la buena de Dios", disfrutando
fácilmente de las opulencias naturales, y aprovechando
del esfuerzo de los demás pueblos y razas, para vivir
como civilizados, y hasta para progresar sin hacer
nada o muy poco propio, hoy día ya no es posible
seguir así, remolcados, como eternos beneficiarios.
Fuera de ser inconveniente, es deslucido este papel,
y hasta incompatible ahora, con la realidad que nos
modelan los tiempos nuevos: hay que trabajar.
■ Conferencia pronunciada en el Instituto Popular dt Conferencia!
del diario La Prensa de Buenos Aires, el 26 de junio de 1925. Fue
publicada en dicho diario el 27 de junio coa el título "Hacia la
eficiencia de América", y luego en el T, XI, año 1925, de los Analit
del mencionado Instituto, con el título que figura aquí.
El Presidente del Instituto, Dr. Carlos Ibarguren, presentó al con-
ferencista con estas palabras 1
"Señores: el pintor Pedro Figari nos hablará hoy en su visión socio-
lógica sobre el destino de América El publico conoce la obra pictórica,
original y fuerte, de este artista uruguayo, que de manera persooelfsima
evoca en pinceladas vibrantes la vida criolla del siglo pasado Sus cua-
dros infunden con vigor la sensación del ambiente regional, borrado ye
por la "avalancha" europea Sus trazos viven porque son color y movi-
miento, diríase al verlos que oímos el alboroto de la negrada y lus
candombes, aspiramos en la pampa salvaje el viento, con olor a hierbas,
que desfleca la crin de los potros que galopan en tropilla. . .
"La pintura de Pigari ha sido contemplada en Europa con interés
profundo, y gustado como esas frutas caóticas, frescas y jugosas, que
llevan en su pulpa la savia nueva de las tierras vírgenes
"Su paleta inquieta y anti académica, es nueva porque es tí fuera de
las escuelas que han moldeado las formas en el Viejo Mundo, y es
joven, porque canta, ríe y salta como un niño suelto, ansioso de aire
y de luz, que ha estado preso largos años dentro de una toga
"La palabra que escucharéis, no será la del ex magistrado, sino
la de un artista que difunde optimismo, exaltado por su ideal americano
cuya realización integral anhela con fervor, nos mostrará el porvenir
claro y puiante de América, salvadora de la humanidad, en este minuto
sombrío que parece anunciar tanto una aurora como un crepúsculo".
[202]
EDUCACION Y ARTE
Felizmente, se sienten en formas diversas los estre-
mecimientos de un despertar autónomo en la con-
ciencia de estos pueblos. América quiere prepararse,
ella también, para alcanzar su eficiencia, y para
entonar su canción. Debemos congratularnos mucho
por un hecho así, tan hermoso, tan auspicioso, y
debemos empeñarnos en ser dignos de nuestra misión.
Yo creo que nuestra raza, superior como la que
más, constituida por selecciones cosmopolitas, y radi-
cada en territorios inmensos, e inmensamente ricos,
puede desempeñar en el mundo una misión de fecun-
didad y de brillo, pero esto exige que trabajemos
mucho, y que trabajemos bien. Sólo a condición de
que hayamos articulado, con tino, una serie de ordena-
mientos dispuestos a definir, a arquitecturar, si así
puede decirse, el alma americana, podrá ésta mani-
festarse capaz y triunfal. Para esto se comprende que
no basta que imite y asimile, sino que es preciso
que se la prepare para producir, por sí misma, para
construir su ciencia, sus artes e industrias, según lo
exigen los tiempos. Sólo así podrá América, exhibirse
bien consciente, y engalanada con las enormes ven-
tajas que tiene a su favor, como mundo nuevo, el que,
al propio tiempo que puede optar con libertad, y
afirmarse en las excelencias de sus territorios vírgenes,
tan ricos, puede aprovechar de la experiencia mundial
para encaminarse.
Si hemos de asegurar el buen éxito de esta empresa,
que, aunque pacífica y mansa, no deja de ser ardua
y gloriosa como una campaña guerrera, debemos
comenzar por examinar nuestras posiciones y debe-
mos encarar este examen derechamente, severamente
con la mayor libertad posible, porque sería insen-
[203)
PEDRO FIGAHI
sato disimular para darnos corte. Lo que conviene
es observar y señalar, para rectificarnos y mejorar,
y no callar y disimular por complacer fácilmente,
o cruzarnos de brazos ante una dificultad, en vez de
sitiarla para vencerla.
Por de pronto es fácil advertir que nuestras rique-
zas naturales no están consideradas aún como una
serie de ricos filones, más o menos hondos, a con-
quistar mediante un plan madurado, sino, más bien,
como algo que ofrece caudales a recogerse, siempre
que se hallen a flor de tierra. No ha nacido todavía
aquí el espíritu de utilización y aprovechamiento
metódicamente ordenado; y casi no hacemos experi-
mentación en América, donde debiera ya estar todo
sometido a la gloria del trabajo dominador. No sólo
hay dispersión de energías y de riquezas, sino desco-
nocimiento del ambiente, de sus elementos y recursos,
de muchos valores importantes del mismo, desconoci-
miento debido, más que a incuria, a nuestros métodos
de educación, que han formado una ideología de tal
modo inadecuada, por verbalista y anticientífica, que
hasta parece de buen gusto manifestar indiferencia
por lo que nos es propio, con ser tan estimable. Si
los extranjeros no conocen mejor que nosotros nuestro
ambiente y las propias peculiaridades más genuinas,
por lo menos, se interesan más en ellas, y las
estiman en más.
Cierto que nosotros retribuimos eso mismo, al inte-
resarnos más en lo extranjero que en lo nuestro, y al
apreciarlo más. La diferencia consiste en que nosotros
vamos, y ellos vienen de vuelta. Ellos han magnifi-
cado ya, soberbiamente lo que les es propio, mientras
que nosotros lo hemos desdeñado, hasta dejarlo caer
en olvido.
£204]
EDUCACION Y ARTE
NUESTRO "SNOBISMO"
Nuestro "snobismo" todavía nos hace sonrojar
frente a la sencillez de nuestra ascendencia, y hasta
de nuestros modestos y encantadores vestigios urba-
nos, no ya ante la áspera rusticidad campera, a la
que tanto debemos.
Nos molesta saber que en la Plaza de Mayo, sólo
algunas décadas atrás — naturalmente antes del rasca-
cielos y del taxi, pero no tanto — se reunían los
negros esclavos para sus más abigarradas demostra-
ciones. Y nos molesta, precisamente, porque a fuerza
de haber enaltecido lo extranjero, que fue tan sen-
cillo y rústico como lo nuestro, necesariamente, si no
más, se nos ha hecho entender que ellos provienen
de cepas suprahumanas y prodigiosas, a fuerza de
haber enaltecido a su ascendencia, y la insignificancia
nuestra que no es tal — muy al contrario — nos
humilla, en vez de causarnos profunda satisfacción
al considerar la enorme rapidez de nuestros progresos,
gracias a nuestra ascendencia. Este defecto de nuestra
mentalidad, por deslumbramiento, no nos permite
apreciar nuestro ambiente y amarlo. No obstante, si
hemos de ser constructivos, es en él que hemos de
afirmarnos, para perfilar y fundamentar nuestra
personería y nuestra obra americana, de igual modo
que edificamos nuestra casa, y la cimentamos, en
nuestro terreno. Yo me he acostumbrado a mirar con
admiración, con reconocimiento, y enternecido, el
pasado nuestro.
Es el propio "snobismo" antedicho el que nos hace
cuidar más de la ciudad que de la campaña. Al lado
1205}
PEDRO FIGARI
de esta urbe galopante, estupenda, que se la atiende
y se la regala como a niña mimosa, la campaña
es la gran Cenicienta. En medio de las opulencias
del campo, yacen los brazos forzosamente inertes por
falta de organización y de aptitud. Hasta por egoísmo
deberíamos remediar esto, desde que la ciudad, como
que más bien administra su producir, vive, en lo
fundamental, de lo que produce la campaña. Y la
mujer rural con ser la que tiene sobre sí como esposa
y madre, los destinos de la raza, a menudo es paria,
bien que a pesar del abandono en que está, contri-
buya asimismo a las cargas públicas y a solventar
los propios presupuestos fastuosos. La mujer de campo,
enclavada en su rancho, desmantelado casi siempre,
desamparada frente a las monotonías de la soledad
inmensa, cumple su alta misión sin estímulos, ni
halagos, ni aptitudes, punto menos que como animal,
y así pasa todos los días, los años, la vida, y todavía
se la tacha de haragana, como si, en tales condi-
ciones, pudiera ser hacendosa. En la ciudad, en
cambio, la mujer lo puede todo, y es por eso que
nos hace honor por su talento, por sus iniciativas,
por su belleza y por su gracia proverbial. A ésta
incumbe más principalmente que a nadie, la defensa
de nuestra hermana, la rezagada de afuera.
LA IMPREVISION
Siguiendo el examen nuestro, vemos que, nuestras
riquezas, a fuerza de ser cuantiosas, quedan descono-
cidas, y hasta omitidas, y no porque no se sientan
también en América las exigüidades de la pobreza,
en medio del brillo de lo opulento, sino por impre-
£206]
EDUCACION Y ARTE
visión. Ni se vislumbra el valor de la fauna, la flora,
casi prodigiosa y de nuestra arqueología, cuyos ves-
tigios diseminados, y preciosos, denotan civilizaciones
antiguas dignas de severo estudio, las que ofrecen
el doble interés del misterio y del aislamiento, puesto
que éstas hubieron de plasmarse por sí mismas, y
no como las otras, por el concurso de los pueblos
y razas del mundo. Todo esto, con ser de tan alto
interés, así como los tejidos, teñidos, cerámicas admi-
rables, no ha determinado aún un serio esfuerzo
dominador, bien que nos prometan caudales, que es
difícil justipreciar por su propia rareza. Seguimos
confiando, como antes, en los buenos años y las
buenas cosechas, si bien nos van presionando cada
vez más los acontecimientos, así como nuestras
propias necesidades y aspiraciones, cada día más
rotundas.
Se comprende que no podamos quedar ya librados
al rodar lento de la evolución natural. Por de pronto,
la catástrofe europea ha precipitado, y hasta pertur-
bado, ese andar, y una suma de elementos nuevos, y
extraordinarios, algunos perentorios, quizá, de que me
ocuparé, nos obligan a pensar, a ordenar, a trabajar;
en dos palabras: a trazar nuestro plan orgánico.
El propio Viejo Mundo, que sonreía maliciosamente
al hablar de las cosas de "South America", espera ya
algo más que nuestras exportaciones de materias
primas, espera, que, al modelarse el espíritu de esta
nueva raza, y al ofrecer al mundo el aporte de su
eficiencia, ha de ser útil a todos, lo que ha de sernos
particularmente grato a nosotros, que tanto debemos
por ahí. Una raza que ha podido construirse con
tanto privilegio como es la nuestra y libre de enconos;
una fuerza-idea, según habrá de serlo América, si
(207}
PEDRO FIGARI
forma conciencia cabal de su misión congénita, en
vez de seguir rastros ajenos, para decidir de sus des-
unos propios; una raza que tiene tanta, tanta riqueza,
así que trabaje habrá de mitigar muchos dolores y
quebrantos, como son los que sufre el Viejo Mundo,
convulso, como liquidación del viejo régimen de
argucias fronterizas y de violencias, que fue la base
constitutiva de aquellos pueblos, según la dulce
frase cristiana.
Los nuevos factores premiosos a que me referí,
son éstos: ¿cómo recibimos juiciosamente los oleajes
inmigratorios, ávidos de empresa y de trabajo, esos
que se prevén ya, si aún no se sienten suficiente-
mente? Ante las nuevas exigencias, ¿cómo adminis-
trar mejor nuestras riquezas naturales? ¿Cómo apro-
vecharnos mejor de lo nuestro, los americanos:
nuestra flora, nuestra fauna, nuestra arqueología vír-
genes, y, por lo tanto, de enorme valor, frente a los
agotamientos congojosos que experimentan los pueblos
del Viejo Mundo? ¿Entregamos esto a los demás,
según se entregaban antes las pepitas de oro, confor-
mándonos con disfrutar pasivamente, de los beneficios
del arrendamiento? ¿Dejamos al pueblo librado a su
suerte para que preste sólo un triste papel auxiliar?
¿Dejamos la defensa y el cultivo del interés
esencial de América, que es autonomía, esa causa
santa del americanismo, librada a la iniciativa pri-
vada, la que puede echar a un lado lo que demanda
preparación, por estar fuera de sus medios, o por
ser incompatible con sus impaciencias, por más que
sea de alto y preciado interés? Esto ni lo permite
nuestra dignidad de americano, ni nuestro propio
decoro, mucho menos ahora, cuando se entonan loas
al encumbramiento de la alta misión que nos señalan
(208}
EDUCACION Y ARTE
los acontecimientos mundiales del porvenir, proclamas
que escuchamos — confesémoslo— con íntima fruición
legítima . . . legítima, se entiende, si hacemos honor
a la firma, según decían los antiguos.
"O NOS INDUSTRIALIZAMOS O NOS INDUSTRIALIZAN"
Hace unos seis años, movido por mi fervor ameri-
cano, y americanista, propuse al gobierno de mi país,
que, para prevenir todos estos apremios, que ya se
veían venir, iniciara un movimiento de aproximación
o interconocimiento entre los pueblos de América,
dispuesto a preparar, por una sabia colaboración,
nuestra mayor eficiencia; y decía entonces: "o nos
industrializamos o nos industrializan". Dicha inicia-
tiva fue simpáticamente acogida allí, aquí y en otras
partes, y de igual modo quedó olvidada, menos
simpáticamente, hay que declararlo; y sigue olvidada,
si bien todo acentúa la necesidad de atenderla.
Por eso es que vengo a hablaros de lo mismo.
SÍ bien lo más urgente y directo es preparar el
trabajo industrial, que es eminentemente educador,
organizador, comprensivo y aun de gran trascen-
dencia, será bueno abordar todos los sectores a la
vez, como en un movimiento envolvente de modo
que la etapa evolucional en que nos toca actuar, sea
lo más nutrida y eficaz que pueda ser.
Se requiere ante todo un amplio plan de educación
integral, no puramente teórica, sino a la vez prác-
tica, muy práctica y complexiva, para formar las
aptitudes múltiples que exige la tarea productora, y
para entrar de lleno a la vida experimental, fecunda
como es, así como a todas las manipulaciones,
[209]
16
PEDRO FIGARI
investigaciones y adaptaciones que demanda la ges-
tación y eclosión del espíritu ejecutivo, emprendedor
y decidido, de una raza fuerte.
Desde los bancos de la escuela primaria debe
despertarse el ingenio y la industríosidad del edu-
cando: ésa es la gran fuerza creadora que ha de
conquistar nuestra mayor eficiencia.
Bien sé que lo primero que formulan los labios
es la frase sacramental "Falta de recursos", la que se
expresa con la convicción que suponen las trabas
burocráticas de la rutina ordinaria, tan poco hecha
a la renovación, cuanto poco fecunda y muy onerosa.
Es sobre los gastos aparatosos de alarde, que deben
hacerse economías con mano fuerte, mas no sobre
lo que ha de reproducir, lo que ha de fructificar, lo
que ha de pararnos, que es hasta ahora una cuestión
de dignidad. Esto es siempre una gran colocación,
y hasta es torpe no querer enriquecernos y mejorar.
Y asusta el gasto porque, acostumbrados como estamos
a lo rumboso, parece que lo primero que habrá de
exigirse es el palacio y la gran instalación, cuando
nada de esto hace falta: lo que hace falta es la idea,
la idea que late por dentro del servicio escolar, la
idea directriz, la cual, a ser buena, es siempre razo-
nable, cuando no es modesta.
Lo que se requiere principalmente para llevar
a buen término la obra educadora son adaptaciones y
ajustes dentro de lo que hay a fin de que sirva lo
más y lo mejor posible, ya que es tanto lo que
cuesta y esto no es dispendioso, si ha de ser sesuda-
mente inspirado. Al contrario, esto es un gran nego-
cio, si puede emplearse esta palabra sobre asuntos
públicos. Por otra parte, si, según se ha dicho, y es
verdad: después del pan, la educación es la mayor
[210}
EDUCACION Y ARTE
necesidad de un pueblo, hay que cumplir este deber
sin vacilaciones y de buena fe.
No basta para cohonestar nuestra conciencia, hacer
ver que educamos lo mejor que nos es posible; hay
que hacerlo de la mejor manera posible, aunque no lo
parezca. Las nociones no utilizables son un lujo mas
bien, lujo que está fuera de lugar cuando hay cosas
urgentes y más importantes que atender.
EL PORVENIR
La prueba más alta que puede dar un pueblo
acerca de su cordura, es la que pone de manifiesto
al decidir la elevación de sus propios destinos. El
gasto se trueca entonces en semilla auspiciosa. Y
entre nosotros nadie duda ya que la instrucción que
se da al pueblo en nuestra América es insuficiente
e inconducente, por cuanto es teórica y conduce a la
especulación, al expediente, al proletariado intelectual,
que abarrota el radio temible y caro de la buro-
cracia, el del electorado y el de las propias culturas
fastuosas de más brillo que promisoras, por lo menos
cuando no se llega a ellas por medio de sabías selec-
ciones vocacionales. La obra educadora, constructiva
como es, debe ser encarada como una cuestión de
honor nacional y racial.
Si hemos de hacer obra grande y superior, de efi-
ciencia positiva, también hemos de ceñir nuestro
esfuerzo a un estrecho criterio utilitario, de incon-
sulta impaciencia o de rendimiento inmediato. Hay
que preparar; hay que prever y hay que prevenir.
Así, por ejemplo, debería promoverse lo más posible,
(211)
PEDRO FIGAKÍ
la fundación de núcleos rudimentarios de producción,
dondequiera que hay población, aun cuando, por
falta de comunicaciones, no pudieran hacerse explota-
ciones en grande, según lo han hecho ya en algunas
partes, honrosas instituciones privadas argentinas. Al
mejorar la suerte de los moradores, no sólo se pre-
paran posibilidades y prosperidades futuras, sino que
al propio tiempo que se cumplen elementales deberes
de humanidad se siembran buenos ejemplos, que son
también buenas semillas-
Para todo esto, que, en definitiva, es organización,
y, como tal, la obra superior del gobierno, se requiere
ante todo conocer el ambiente, porque, sin eso, acertar
es como hacer blanco a oscuras; y es precisamente
dicho conocimiento el que nos ha de sugerir los
mejores arbitrios. Algunos idealistas, felizmente, han
trabajado ya en esta obra. El trabajo realizado por
los investigadores, los naturalistas, los abnegados
excavadores — obra que yacía frente a la estupefac-
ción de la indiferencia pública, cuando no de la sátira
zafia — lo que han preparado los amantes de la
tradición, los coleccionistas, una legión de estudiosos
y de trabajadores, beneméritos, doblemente benemé-
ritos, porque fueron eminentemente previsores, cer-
teros y desinteresados, de los cuales algunos son
conocidos, otros menos conocidos y algunos, quizá,
definitivamente desconocidos; todo eso que se ha
hecho es un gran paso, desde que han arrimado
aportes preciosos, particularmente preciosos hoy, que
tanto los necesitamos.
Frente al "aluvión" inmigratorio que nos arrolló
en la segunda mitad del siglo pasado, lo que pudo
mantener en cierto modo nuestro contacto con el
ambiente, por un lado, fueron todos esos supuestos
C212}
EDUCACION Y ARTE
"ilusos", y, por el otro, el extraordinario poder de
absorción que ejercen estas tierras, que se diría que
están predestinadas al culto de la emancipación y
de la libertad.
A los que piensan ejercer hegemonías definitivas
en América desde el Viejo Mundo, así como que es
posible y fácil mantener a sus emigrados y a su propia
descendencia, en el culto de origen, habría que con-
tarles lo que le ocurrió a uno de los personajes
extranjeros que vienen a comprobar el estado de "su
colonia". Visitando una escuela de su ra2a, preguntó
a una chica, quién había hecho la unidad de la
patria. El se refería a la suya, y la chica contestó:
Urquiza.
Estas tierras tienen otra misión que la de guardar
los viejos tesoros étnicos de los pueblos chicos, teso-
ros que, por lo demás consideramos con respeto, y
también con reconocimiento estas tierras tienen la
misión de formar un mundo nuevo, depurado, libre
de las remoras incorporadas en aquellas gestaciones
multiseculares, delirantes, violentas, gestaciones que
se pierden en los tiempos como un "film" guerreto,
cada vez más guerrero, más voraz, y más veloz. Hay
que formar una conciencia bien clara sobre todo
esto. Hallándome en una reunión en Europa, hace
unos doce años, en tiempos en que todavía Sud
América hacía sonreír, algunas personas se complacían
en hacerme preguntas acerca de "nuesttas cosas", y
yo, con la suspicacia "por si acaso" de nuestros pai-
sanos, dije: "Soy el primero en reconocer y admirar
el soberbio grado de lucimiento y de cultura alcan-
zado por ustedes, así como en deplorar nuestras defi-
ciencias; pero si yo fuera encargado, por cualquier
gobierno sudamericano, de venir a buscar vuestros
[213]
PEDRO FIGARI
progresos, me esmeraría en tomar sólo lo que nos
conviene, dejando lo demás. Por ahí, ya llegaremos
nosotros también, algún día, a un grado superior de
civilización".
LOS LIRICOS
Los líricos, los mismos que han mantenido, como
el gaucho, el culto inconmovible al terruño, y me
refiero no sólo a los poetas, sino a los idealistas de
todos los sectores, que son también líricos y poetas
a su modo, incluyendo a la vez a los estudiosos, a los
experimentadores, a los hurgadores del misterio, y
más particularmente a los que lo hacen con fines
impersonales, a los líricos, digo, toca siempre la suerte
del Redentor, a pesar de ser tan útiles a la sociedad.
Es que, para juzgar como actuamos acosados por la
vida y en un terreno movedizo, cuál es la realidad
que palpita, nos resulta difícil distinguir las proyec-
ciones de un esfuerzo, si bien lo hacemos desde la
cumbre de esta misma hora, en que disfrutamos
cómodamente de los beneficios alcanzados por los
grandes líricos ancestrales: héroes, experimentadores,
poetas, investigadores, o sea, poetas medularmente
líricos, ellos también que afrontaron las rudezas del
esfuerzo ímprobo, para ser útiles. Es que los idea-
listas líricos de ayer, son los que nos resultan más
prácticos hoy, son los que nos han dado los sueros
salvadores, el dominio mecánico y nuestfa ptopia
verticalidad, debido a las informaciones que aploman
nuestra conciencia, y nos dan la serena dignidad de
la autonomía.
Los idealistas son los trabajadores del porvenir,
de un porvenir que, por lo mismo que es continuo,
[214]
EDUCACION Y ARTE
forma en cada hora el presente, el mismo que hoy
nos deparan las ventajas conquistadas, las mismas
que fueron tan duras de alcanzar. Para cerciorarnos
de su magnitud, bástenos considerar los abismos que
median entre esa urbe admirable, que nos hospeda,
y una toldería . . . ; y abisma el pensar en lo que
hubo de luchar y pensar el hombre, el optimista
lírico, el combativo de todos los tiempos, hasta para
llegar a construir sólo una simple toldería! . . .
- Los que cultivan como cosa mejor una buena
digestión, los "digestivos" diríamos de materialismo
chato, son por fortuna cada día menos en cantidad
y más vergonzantes en calidad. Es así que todos
nosotros, unos más, otros menos, todos hemos mor-
dido esa manzana amarga del idealismo, que hasta
nos cuesta calificar así, por mucho acíbar que tenga,
porque la amamos.
Gñendome aún más al asunto, creo que debemos
esperar nuestra mayor eficiencia del ingenio de la
raza, que ha de despertar sus aptitudes constructivas,
su ciencia y sus artes. Hay que cultivar, pues, parti-
cularmente, el ingenio productor — o sea lo mismo
que más se descuida — y hay que formar clara con-
ciencia de que es preciso de que seamos nosotros
para ser alguien, si hemos de ser o de hacer algo.
Una vez capacitados para la acción libre y directa,
estimulado y educado el ingenio de la raza, fructifi-
cará y brillará el americanismo integral, fuerte y
copioso, tanto más cuanto que se le vea más identifi-
cado con el laboratorio pluriforme de América, y
cuantos mayores recursos y formas ofrezca dicho
laboratorio global.
[215]
PEDRO FIGARI
Desde la escuela primaria, repito, debe cultivarse
la industriosidad de la raza, para que ese elemento
de avance, tan fecundo, no se desperdigue en salvas
y flores.
Lo que no deja ver tan claramente el rumbo es la
confusión reinante acerca de ciertas ideas primarias
y esenciales. Nosotros hemos adoptado la rancia
denominación de arte, tan rutinaria y excluyente, que
identifica este concepto con las llamadas bellas artes,
o sea las que de antiguo estaban destinadas al culto
de dioses y magnates, que no son nuestros. Este con-
cepto anticientífico, que no responde al concurso
humano, ni al sentido común, ni a la verdad, debe-
ríamos rectificarlo los americanos desde que queremos
y debemos constituir una entidad moderna, y, consi-
guientemente científica, la más amplia y la mejor.
Nosotros debemos reaccionar contra todo error, y
muy particularmente sobre asuntos tan fundamen-
tales, contra toda falacia, por alta que sea su alcur-
nia y por más que los filósofos más autorizados hayan
seguido esa faz tradicional y falsa del pensamiento,
errores y falacias cuyos efectos perniciosos se advier-
ten, apenas se esculpe el abigarramiento y confusión
de las explicaciones que pretenden darnos sobre los
dominios artísticos, estéticos y los propios científicos,
tan enredados ... Si aclaramos nuestro pensamiento,
ya habremos hecho algo, y decidiremos mejor de
nuestra acción. Aquella falsa ideología nos hace ver
soluciones de continuidad, como abismos, inexistentes
en la realidad, que es eminentemente continua y
encadenada en todos sus aspectos, y así es como nos
conviene encararla, para no extraviarnos en ella.
(216]
EDUCACION Y ARTE
EL INGENIO Y EL ARTE
El arte humano, como manifestación del ingenio
del hombre, es idéntico esencialmente, cualquiera que
sea la pista en que se ejercite, puesto que deriva de
un mismo instrumento — el ingenio — y tiende igual-
mente a servir nuestras necesidades y aspiraciones de
mejoramiento, en el esfuerzo de adaptación al am-
biente, a la realidad en que vivimos, y que es la
vida misma.
Yo no me permitiré jamás la irreverencia — dado
que sea un lustre la sustantivación de arte y la adjeti-
vación de artista o artístico — de dejar de consi-
derar como arte, y arte superior, todo el esfuerzo
humano tendiente a mejorar nuestra condición, y
como eximios artistas, a todos los que han alcanzado,
por cualquier senda, la satisfacción de prestar grandes
servicios a la humanidad. Entiendo, pues, que siempre,
y muy particularmente en la hora actual de América,
todas las artes —esto es, todas las formas del inge-
nio — deben estimularse y florecer al propio tiempo
y cuanto sea posible: las ihvestigatorias, las guberna-
mentales, las industriales, las pedagógicas, las de
experimentación, etc., lo propio que las poéticas y
literarias, pictóricas, musicales, escultóricas, arquitec-
tónicas. Todo eso es la vida, la vida real, la vida
efectiva, la vida integral. Es casi una aberración
inexplicable, si no inexcusable, el que todavía hoy
se considere por los filósofos como antagónicos,
esfuerzos que convergen al mejoramiento humano,
y que hacen posible una mayor y mejor adaptación
del hombre y de la sociedad a su ambiente natural
con más eficacia y con más dignidad.
[217}
PEDRO FIGARI
Es así que, para realizar este esfuerzo conjunto,
americano, todos debemos alistarnos por igual, todos
los que creemos y aspiramos a alcanzar una cultura
autónoma, fuerte, libre y buena.
Todos hacen falta, y aún somos pocos; hasta los
pesimistas, que comienzan por estar de antemano
persuadidos de la ineficacia del esfuerzo, con estar en
pleno disfrute del esfuerzo hecho anteriormente, nos
serán útiles, ellos mismos, si trabajan como controles
y como aguijones, puesto que nada enardece nuestras
energías optimistas cuanto lo hace la negación de su
fecundidad.
De los que nada hay que esperar, es de los indife-
rentes, de los ociosos, de los pasivos, como no sea el
que se acojan al viejo precepto: "los últimos serán
los primeros", para entrar al disfrute de los bene-
ficios, una vez alcanzados.
Este pensamiento de emancipación americana ya
aletea en toda América, y hay que fomentarlo para
que tome su vuelo, caudal triunfal. Días pasados,
debido a una gestión hecha en su reciente visita de
aproximación por nuestro amigo el vigoroso poeta
Oliverio Gírondo, pudimos ver que en México hay
un fuerte empuje en este sentido. Las pinturas
expuestas en Amigos del Arte nos informan de que
hay ya en aquel país cientos de miles de niños que
tienen un nuevo lenguaje, amplio, propio, frente al
mutismo de los nuestros, y que se preparan para hacer
honor a la tarea americanizadora; quién sabe cuántas
otras iniciativas fermentan ya en estos territorios
inmensos de América. Por de pronto hay sumo interés
en conocer a fondo todo esto, hasta para no quedar
rezagados, lo cual sería más que nunca deplorable
[218]
EDUCACION Y ARTE
después de habernos atribuido un papel tan eminente
en los desarrollos mundiales del futuro.
Apenas se medite, ni se concibe que no se haya
establecido un medio regular de interconocimiento y
de aproximación en estos pueblos, que tienen iguales
necesidades, iguales aspiraciones, iguales destinos. Este
propio hecho, monumentalmente auspicioso, así como
el de no haber odios, por más que pueda haber
mayores o menores simpadas de pueblo a pueblo,
según ocurre hasta en el cenáculo de la familia, nos
da la posibilidad de ofrecer al mundo, como digno
coronamiento de nuestra epopeya soberbia — poema
máximo y glorioso de la raza — una política conjunta
y solidaria y una diplomacia sin tapujo alguno, desde
que los americanos sólo trataremos y debemos tratar
de aspiraciones, que, por su probidad, por su equidad,
no tienen para qué huir la luz plena, y que, al con-
trario, la exigen. Y una solidaridad así, real y fuerte
como un ejército, invencible, científica, pacífica,
ecuánime, constructiva por excelencia, es una entidad
destinada a ganar los corazones, en vez de exaspe-
rarlos como exasperan las rivalidades fronterizas,
atavismo antisecular inconducente, que debe ser extir-
pado en América como lo será algún día también
del resto del mundo.
, HACIA UNA VIDA NUEVA
Entonces, en este continente, tendidos nuestros
puentes a los cuatro vientos, aparecerá un inquieto
deseo incognoscitivo, y podremos inaugurar una vida
nueva y llena de perspectivas gratas, la que no pte-
cisa acudir al ' camouflage" de las fiestas para disi-
[219]
PEDRO FIGARI
mular una real indiferencia, porque ésta será susti-
tuida por convicciones, todas superiores como ciertas,
por sentimientos, todos sensibles como legítimos.
Para iniciar esta gran obra, yo creo muy útil, y
hasta indispensable, la celebración de un gran con-
greso americano. Aun cuando se haya dicho por
alguien "si nada queréis hacer, haced un congreso",
frase circunstancial e inconsistente, sobre todo aquí
en América, donde todo puede expresarse y debe
expresarse claramente, sin las recámaras y reticencias
que inspira la rivalidad insalvable, pienso que un
acto general, así, de aproximación, ha de ser de gran
conveniencia.
Desde luego hay varios temas comunes importan-
tísimos para tratar, si acaso no fuese ya una con-
quista el habernos determinado a un acercamiento
y conocimiento recíproco.
Así, por ejemplo, habría un alto interés conti-
nental en deliberar acerca de los siguientes puntos:
I o ) Fijar en lo substancial, el mejor criterio ame-
ricano de educación integral, en atención a su estruc-
tura, a sus necesidades y a sus aspiraciones.
2 9 ) Buscar los mejores arbitrios para mejorar la
suerte de la mujer de campo principalmente.
3 0 ) Examinar los mejores métodos a seguir para
la fundación de núcleos de producción y mejora-
miento, en las poblaciones rezagadas, intercambiando,
si fuera menester, los elementos que para ellos se
requieren.
4 9 ) Encarecer la ventaja de que cada Estado haga
la investigación más completa que le sea posible,
de sus riquezas y recursos naturales, así como de
[220]
EDUCACION Y ARTE
todo lo que se refiere a las civilizaciones autóctonas,
encareciendo a la vez la ventaja que hay en hacer
conocer su resultado.
5 9 ) Tratar el aprovechamiento mayor que sea
posible de las riquezas naturales y materias primas,
examinando la posibilidad de mancomunicarse los
Estados con ese fin en los casos en que sea esto mejor.
6 0 ) Determinar las orientaciones mejores de la
acción conjunta, los mejores arbitrios, recursos y
procedimientos, en los lincamientos generales y comu-
nes y sin invadir lo que es privativo de cada país.
En este certamen, al que seguramente acudirían
los hombres más preparados de América, los que
podrían exponer sus vistas de carácter general, a la
faz del mundo, al propio tiempo que suministrar ante-
cedentes acerca del estado global de su respectivo país,
sus riquezas, sus recursos, sus obras, sus propósitos y el
estado de sus investigaciones, quedaría fijada la nece-
sidad de meditar la solución de los grandes problemas
nacionales, regionales y continentales, librados hasta
aquí a la fatalidad o a la imitación, y aquello signi-
ficaría un gran paso, y un fuerte estímulo, muy
saludable para nuestra indolencia habitual.
Se vería bien pronto que es bueno cambiar ideas,
cuando hay tareas comunes a réaüzar, y ya no perde-
ríamos contacto al advertir la suma de perspectivas
y espoleos de una obra, que, si bien demanda esfuerzo,
está destinada a grandes satisfacciones y provechos,
de una obra tal que, a pesar de su magnitud enorme,
no hiere ni puede herir ni un solo interés legítimo.
Así como cupo a la Argentina el honor de des-
empeñar un papel prominente de iniciación y de
amplia política continental en los fastos de la epo-
C221Í
PEDRO PIGARI
peya americana, la que va agigantándose en el con-
cepto humano, a medida que pasa el tiempo, lo
propio que la ínclita figura del gran San Martín,
así le correspondería una misión análoga e igual-
mente gloriosa a la Argentina, en lo que podríamos
llamar la epopeya orgánica, pacífica, tendiente
a emancipar la conciencia de América y a plasmarla
autónoma: lo cual es también libertad y es dig-
nidad también.
Confío en que los que creen en la eficiencia de
América, harán prosperar esta iniciativa según merece.
{222}
APENDICE
JUAN CARLOS FIGARI CASTRO*
Juan Carlos Ftgari, arrebatado brutalmente
no hace dos meses, por una estúpida menin-
gitis, el hijo de nuestro querido y grande
Pedro Ftgart, era él mismo un grande y
noble artista. Grande por su talento ya ase-
gurado a pesar de su juventud, por su per-
sonalidad muy original, que había bebido sin
duda en la admirable fuente siempre reno-
vada del genio paterno, pero que se abría
en una obra en la que nadie puede encon-
trar ni ajena inspiración, ni todavía menos,
imitación. Noble por su bella ambición, por
sus inquietudes, por su oscurecimiento volun-
tario dictado por su insatisfacción, por el
deseo de hacer siempre mejor.
Tales afirmaciones no valdrían nada si no
estuviese para apoyarlas, la obra de Juan
Carlos Ftgari, su obra de pintor, su obra de
arquitecto. Era de estas obras que queríamos
hablar hoy, rindiendo homenaje a la memoria
de un hombre joven que, al morir, se ha
• Esta página de Figiri sobre su hijo Juan Carlos, presentada por
Charles Lesea, se publico en francés en Rev** de l'Amtrtqué Lattna,
París, 1? de enero de 1928 (págs. VIII a X de su "Snpplément íllustré")
Esc»sameme conocida, resulta de inclusión obligada en el volumen que
recoge la obra educacional de Figari, de la que su hijo fue, en diversas
formas, tan intimo y calificado colaborador, como lo fuera también de
la obra artística a que aquélla sirvió de antecedente. Por no conservarse
versión en español, hemos hecho la traducción para esta publicación. A. A.
[223]
PEDRO FIGARI
llevado tantas esperanzas. Pero hemos reci-
bido de su padre, a quten habíamos pedido
ciertos datos biográficos sobre su htjo, una
carta admirable de emoción contenida, en la
que el espíritu y la razón triunfan, en una
lucha trágica, de un corazón desgarrado.
¿Qué serían nuestras pobres frases, compa-
radas a estos acentos? Cedamos la palabra a
Pedro Figari, y, después de haber leído esta
página, se estará convencido de que es el
crítico más clarividente y más justo el que ha
hablado aquí de Juan Carlos Figari. — CL.
Como siempre, trataré de deciros lo que pienso íntima-
mente, con entera sinceridad, no sin comprender que
pueda encontrarme ofuscado. Pero mi opinión sobre mi
hijo es la misma después de este golpe inicuo que la que
era antes de que pudiese imaginarlo; y como lo podéis
suponer, esa opinión está fundada sobre antecedentes bien
conocidos y bien estudiados.
Además de sus croquis y de sus dibujos, tengo aquí
una cincuentena de cuadros y de esbozos suyos, que dicen
claramente a quien quiera examinarlos, la fuerza de su
espíritu, muy personal, sus dones de observador agudo,
que debió poner en obra en un medio virgen donde no
había ninguna tradición de cultura en el sentido en que
él dirigió su esfuerzo, y donde era preciso mirar con los.
propios ojos para comprender. Y que él comprendió, su
obra lo prueba, aunque él la haya considerado siempre
como un bosquejo, no por modestia, sino por ambición.
No se satisfizo nunca con lo que hacía, a pesar de la
fuerza de sus realizaciones, porque pretendía siempre
hacerlo mejor. Por eso la pérdida que he tenido es para
mí tan inmensamente grande y dolorosa; es una pérdida
que sobrepasa la del corazón.
El fue, desde que comencé mi carrera de pintor regional,
mi camarada y mi colaborador, y lo había sido ya — ¡y de
{224}
EDUCACION Y ARTE
qué manera' — en mi obra escolar, donde pude juzgar
sin temor de error su fuerza y su clarividencia. También
afirmo sin vacilar que hubiese podido formarse libre y
fuertemente, como fue siempre mi ambición para mi hijo,
y que hubiese sido capaz de superarme fácilmente, puesto
que comenzaba por donde yo termino mi vida de obser-
vación y de estudio autodidáctico Os confieso que mirán-
dolo trabajar, sentía una gran satisfacción y quizás un
poco de envidia.
Ha muerto a los treinta y tres años, y tenía ya una
madurez y una libertad de espíritu sorprendentes.
Cuando emprendí organizar la enseñanza industrial en el
Uruguay, me secundó con una gran precocidad, como
habría podido hacerlo un hombre experimentado. Reformó
el edificio de la escuela admirablemente, con mucho gusto,
un gran cuidado de economía, v, va sin decir, un desinterés
absoluto. Me ayudó a organizar la escuela, se encargó de
varios talleres y deió de su pasaje allí huellas envidiables.
Comprenderéis que es para mí un elemental deber de
probidad afirmar estas cosas, aunque a el no le gustase
que yo lo hiciese, deseoso siempre de secundarme sin
aparecer, pero yo, que sé de qué ayuda me fue su colabo-
ración, estoy moralmente obligado a revelarlo hoy, que ya
no puedo esperar que él se de la satisfacción de mostrar
lo que podía hacer con una preparación tan intensa. Estoy
tanto más obligado cuanto que mi buen hijo no ha sido
nunca comprendido Parecía que sus juicios y sus obras
no eran más que el simple reflejo del esfuerzo paterno.
Trabajó mucho, estudió con encarnizamiento, tanto en el
Uruguay como en Buenos Aires y en París, pero siempre
a mi lado, y cuando yo lo invitaba a hacer una demos-
tración personal, se resistía y me decía- "Cuando tu situa-
ción esté bien establecida, tendré tiempo de ocuparme de
mí mismo".
Entretanto, trabajaba, se interesaba en su carrera de
arquitecto, en la pintura, en la decoración, en la música,
[225 ]
17
PEDRO FIGARI
sin desdeñar ningún sector de la cultura general, y cuando
iba a abrirse, la muerte lo atacó.
Quiero que quede claramente establecido que cooperó
a mis investigaciones y a mis tentativas para crear un arte
regional, para reconstruir la leyenda del Río de la Plata,
y que me secundó eficazmente con un sentido estético,
artístico y crítico, sano y muy agudo, al punto de que no
puedo afirmar que yo hubiera podido, sin él, hacer la
obra que resume las ansiedades y las aspiraciones de una
vida larga y accidentada como la mía.
Pedro Figari,
FIN
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